El sentimiento emocional de esta mitzvá es el de infinita “confianza” (bitajón) en Di-s. Como se explicó anteriormente, la confianza es la experiencia interna del poder de netzaj (“eternidad”, “victoria”), correspondiente al alma de Moisés, a través de quien Di-s entregó la Tora a Israel.
Está dicho de Moisés: “El fue el primer redentor y será el último redentor”. Se nos enseña en jasidut que la primera redención de la tierra física de Egipto es principalmente de la esclavitud espiritual. La redención final, por el otro lado, es sobre todo del “Egipto” espiritual, o sea del “exilio” y los encierros espirituales. Incluso un judío observante, que transita en general por los caminos de la Torá, puede estar no obstante en un estado de exilio espiritual (en la terminología del jasidut “el Egipto de santidad”). La chispa interior del alma puede seguir estando prisionera, incapaz de revelarse y expresarse. Moisés, “el redentor final” –como el Mashíaj– vendrá a sacar todas las almas de todos los estados de exilio. El vendrá a revelar la verdad final en el alma de cada judío: “Yo soy Di-s, tu [personal] Di-s”.
Dos Estados de Redención
En particular, la diferencia entre “quien te sacó de la tierra de Egipto” y “fuera de la casa de la esclavitud” (ver texto completo del primer mandamiento), es que la redención de “la tierra de Egipto” implica la capacidad de expresar nuestra voluntad propia e independiente, nuestro poder de libre albedrío, que es el prerrequisito para el cumplimiento de todos los mandamientos de la Torá. La redención “fuera de la casa de la esclavitud” implica que en definitiva ningún judío está subordinado a ningún poder o persona. Aunque la Torá nos ordena designar un rey, sin embargo, enfatiza que esto sólo puede hacerse luego de que aceptemos inequívocamente sobre nosotros el yugo del reinado celestial. Luego podremos ampliar el reinado de Di-s incluyendo el reinado de un ser humano, un rey verdadero dedicado a manifestar el reinado de Di-s sobre la tierra. De esta manera, el judío esencialmente está subordinado solamente a Di-s. Sólo Di-s está sobre él. Sólo como una prolongación, devoto y entregado a la voluntad de Di-s, podrá poner un maestro humano que le enseñe y lo rija (un “gobierno no antagónico al “yugo de la Torá”, sino realmente parte de él).
La Eternidad del Mundo por Venir
Así, la conciencia Divina de “arriba” es no sentirnos nunca confinados o atrapados por nuestro estado actual del ser. Sentir “arriba” es sentir netzaj, “eternidad”, sentir el mundo por venir, del cual está dicho: “Ellos irán de fortaleza en fortaleza –el justo no tiene reposo ni en este mundo ni en el Mundo por Venir”. El estado de “no reposo” del Mundo por Venir es absolutamente positivo, una fuente de placer Divino. El alma nunca está estática, se eleva continuamente de nivel en nivel de conciencia Divina, acercándose cada vez más a Di-s, la fuente de todo bien y placer.
En este mundo, elevarse continuamente hacia Di-s significa progresar siempre en nuestra emulación de los atributos Divinos de Di-s: “así como El es…, así tu deberás ser…”. Creyendo en Di-s, podemos abrirnos paso en todo momento a través de nuestros límites existenciales y elevarnos hacia un plano superior y Divino de la realidad. Es la cuerda que usamos para escalar hacia arriba, conectarnos con nuestra raíz espiritual y manifestar nuestro potencial esencial como “una verdadera parte de Di-s en lo alto”.