NUNCA ME FALTA DE NADA

El Rabi Maguid de Mezerich una vez envió a uno de sus discípulos al Rabi Zusha de Anipoli, que era pobre y estaba oprimido por sufrimientos, para que aprendiera de él cómo aceptar felizmente los sufrimientos.

Cuando el estudiante se acercó al Rabi Zusha y le dijo el propósito de su visita, Rabi Zusha se sorprendió y dijo: ¡No tengo ningún sufrimiento que recibir felizmente, y nunca me falta nada!

(Historias e Instrucciones págs. 160-161)

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