“Cuando entréis en la tierra de Canaán, la cual os doy en posesión, y yo ponga la plaga de tzaraat sobre una casa”.
A lo largo de los cuarenta años durante los cuales el pueblo judío vagó por el desierto, los habitantes nativos de la tierra de Canaán, los edomitas, escondieron sistemáticamente su oro y objetos de valor dentro de las paredes de sus casas para que los judíos conquistadores nunca los encontraran. Después de que los judíos tomaron posesión de la tierra, cada vez que una casa sufría de lepra, la ley de la Torá dictaba que las paredes de la estructura fueran demolidas, revelando los grandes tesoros que contenía.
La propia plaga de la lepra, por tanto, fue lo que llevó al descubrimiento de una riqueza inestimable para los habitantes de la vivienda. De manera similar, cuando venga Mashíaj, veremos que la destrucción del Primer y Segundo Templo Sagrado fue solo con el propósito de revelar un bien superior: el establecimiento del Tercer Templo Sagrado, que existirá para siempre.
(Rebe de Lubavitch, Likutei Sijot)