La Torá nos dice que toquemos el shofar el primer día del mes de Tishrei, en Rosh Hashaná. Pero en realidad empezamos a tocar el shofar un mes antes, el primer día del mes de Elul. Tocamos el shofar una tercera vez.
Los rituales relacionados con Rosh Hashaná se tratan en las dos fuentes principales de la halajá, el Tur y el Shulján Aruj, y comienzan[1] con una discusión de la costumbre (y las costumbres del pueblo judío se interpretan como “Torá”[2]) de hacer sonar el shofar todas las mañanas en el mes de Elul. Lo primero que menciona es el midrash[3] de que en el primer día de Elul, Moshé ascendió al monte Sinaí por tercera vez, siguiendo el mandato de Dios: “Havaiá le dijo a Moshé: ‘Ven a Mí, sube a la montaña y quédate allí’”[4], vaiomer Havaia el Moshe alé elai hahara veheie sham (וַיֹּאמֶר הוי’ אֶל מֹשֶׁה עֲלֵה אֵלַי הָהָרָה וֶהְיֵה שָׁם). El midrash continúa que cuando Dios dijo: “Ven a Mí a la montaña” (el midrash cita sólo estas tres palabras del versículo), tocaron el shofar y un mensajero pasó por el campamento, y se hizo la proclamación que, una vez más, consistió en de sólo tres palabras, “Moshé subió a la montaña” (מֹשֶׁה עָלָה לָהָר).
Lo que se logró con el sonido del shofar, el mensajero y la proclamación fue que el pueblo supo que Moshé había subido al monte y entendió que debían tener mucho cuidado de no caer en el pecado que había acontecido la primera vez que subió, cuando se desviaron y terminaron adorando al Becerro de Oro. Fue gracias al sonido de este shofar – después denominado “el shofar del desierto” – al comienzo de los últimos cuarenta días, que el pueblo, desde el 1 de Elul hasta Iom Kipur, cuidaron su conducta, se controlaron, se arrepintieron y tuvieron precaución de no caer en el pecado que habían cometido inicialmente. El midrash continúa (y el Tur continúa citando) que,
El Santo Bendito fue exaltado con ese shofar como está dicho: “Dios ha ascendido con una teruá [sonido de shofar]” (עָלָה אֱ-לֹהִים בִּתְרוּעָה).
“Moshé subió a la montaña” y “Dios ha ascendido con una teruá”
El midrash y posteriormente el Tur sólo mencionan la primera mitad del verso de los Salmos, “Dios ha ascendido con una teruá [sonido de shofar]” (עָלָה אֱ-לֹהִים בִּתְרוּעָה), pero no mencionan la segunda mitad, “Havaiá con el sonido del shofar”, Havaia bekol shofar (הוי’ בְּקוֹל שׁוֹפָר). Ahora bien, si “Dios ha ascendido con una teruá” se refiere al shofar que se toca en Rosh Jodesh, el primer día de Elul, entonces la primera impresión que tenemos es que existe alguna asociación entre Moshé y Dios. Debido a que Dios le dice a Moshé que suba a la montaña, se toca el shofar, y los Salmos describen esto como “Dios ha ascendido con una teruá [sonido de shofar]”. Sabemos que a Moshé se le conoce como el “hombre de Dios” (אִישׁ הָאֱ-לֹהִים), por lo que tenemos una posible explicación para la asociación. Aun así, debemos reflexionar sobre cómo esto se relaciona con nuestra preparación durante el mes de Elul para las Grandes Festividades.
El Shofar en Rosh Hashaná y Iom Kipur
Ahora, expliquemos la segunda mitad del versículo: las enseñanzas jasídicas siempre explican que las dos mitades del versículo reflejan una dinámica de “correr y regresar”, ratzó vashov (רָצוֹא וָשׁוֹב), que también puede describirse como “un ascenso y luego un descenso”, Haalaá vehamshajá (הַעֲלָאָה וְהַמְשָׁכָה). Primero, “Dios ha ascendido con una teruá” que describe la “carrera” o el ascenso y luego viene el “regreso” y el descenso de la Divinidad a lo largo de la segunda mitad del versículo, “Havaia [es traído hacia abajo] por el sonido del shofar.”
Dado que la primera mitad describe el ascenso de Moshé (y el ascenso de Dios) en Elul (con la costumbre de tocar el shofar en Elul), entonces debemos concluir que la segunda mitad se refiere a la mitzvá propiamente dicha, el requisito de tocar el shofar en Rosh Hashaná y también en Iom Kipur del Iovel (Jubileo, el año 50º), que conmemoramos cada año tocando el shofar por última vez al final de Iom Kipur. El sonido del Iovel también se describe como el sonido de la libertad. Moshé estuvo en la montaña durante los últimos 40 días; cuando ascendió tocaron el shofar y cuando descendió con las segundas Tablas con la Torá “renovada” -llamada la Torá de los Baalei Teshuvá, los que han regresado a Dios- aparentemente tocaron el shofar una vez más, un toque cuya esencia se captura en la segunda mitad del verso, “Havaiá con el sonido del shofar“.
Unas palabras de explicación sobre el toque del shofar en Iom Kipur. Respecto a Rosh Hashaná, estamos acostumbrados a decir que “el mandamiento particular hasta el día de hoy es el shofar”, pero no existe tal mandamiento relacionado con Iom Kipur; sólo en el año del Iovel -una vez cada 50 años- cada judío debe tocar el shofar.[5] De hecho, la luz especial del año del Iovel ilumina cada Iom Kipur (por eso se hace sonar un sonido largo al final del día), pero el mandamiento de la Torá es sobre Rosh Hashaná. Entonces, para concluir este punto, a partir del toque inicial del shofar en Rosh Hashaná, ya estamos atrayendo la energía y el sonido del shofar que se relaciona con la segunda mitad del verso, “Havaiá [es traído hacia abajo] por el sonido del shofar”.
El resplandor del rostro de Moshé
Rosh Hashaná marca el trigésimo primer día en que Moshé estuvo en la montaña (en su tercer ascenso), todavía aprendiendo y recibiendo la Torá. Pero hay que decir que algo internamente empezó a cambiar desde el primer día de aquel año en que Moshé estuvo en la montaña. Ya sentía que empezaba a descender a la tierra. ¿Qué podría significar esto? Podemos explicarlo como un cambio en la Torá que estaba aprendiendo – se volvió más práctica. Sin embargo, pasaron diez días hasta que realmente descendió y llegó al suelo. Esto fue en Iom Kipur cuando bajó con el segundo juego de Tablas ante nuestros ojos.
¿Qué más cambió cuando Moshé descendió en Iom Kipur? ¿Cuál fue la principal innovación la tercera vez que Moshé estuvo en la montaña? Ya mencionamos el segundo conjunto de Tablas. Pero la principal novedad fue el resplandor del rostro de Moshé, hasta tal punto que el pueblo tenía miedo de acercarse a él. Tenía una semblanza totalmente Divina.
Este fenómeno Divino, junto con el miedo de aproximarse a él cuando descendió de la montaña en Iom Kipur, sugiere que ya no era simplemente “el hombre de Dios” (אִישׁ הָאֱ-,לֹהִים, ish haElokim); superando incluso la interpretación del Zohar de que “hombre de Dios” significa que él no era el “esposo”, por así decirlo, de la Presencia Divina, la Shejiná. Más bien, este resplandor Divino en su rostro indica que había alcanzado el nivel descrito por la frase “el rostro del Dios Soberano”,[6] sobre la cual el Zohar[7] dice que alude a Rabí Shimon bar Iojai, quien también tenía un rostro radiante como Moshé.
Esto justifica interpretar todo el versículo como una alusión a Moshé. Cuando Moshé ascendió a la montaña, se le asocia con Elokim, “Dios [Elokim] ha ascendido con una teruá [sonido de shofar]”. Y cuando desciende de la montaña, ya está asociado con el Nombre esencial de Dios, Havaiá, “Havaiá [es traído hacia abajo] por el sonido del shofar”, y esto aparece en la forma de su resplandor Divino. Esto nos lleva a otro significado de la palabra “shofar“.
Normalmente, se entiende por shofar (שׁוֹפָר) el cuerno de un animal que está ahuecado y puede usarse para tocar como una trompeta. Sin embargo, en arameo shofar está relacionado con la palabra “rostro”, shufreih (שׁוּפְרֵיהּ). Una referencia importante a esta palabra aramea se encuentra en la declaración talmúdica: “El rostro de Iaacov se parece al rostro de Adam”[8], shufrei deIaacov meein shufrei deAdam harishón (שׁוּפְרֵיהּ דְּיַעֲקֹב מֵעֵין שׁוּפְרֵיהּ דְּאדָם הָרִאשׁוֹן). Más allá de eso, la esencia interna de nuestro patriarca Iaacov es Moshé; como afirma el Zohar, “Moshé por dentro y Iaacov por fuera”.[9]
El sonido del Shofar cambia de dirección
Hay una famosa alusión lingüística a los 40 días desde el 30 de Av (que es el primer día de la luna nueva de Elul) hasta Iom Kipur, el tercer conjunto de 40 días que Moshé pasó en el monte Sinaí. Se encuentra en las letras finales de la conocida frase cuyas iniciales forman la palabra “Elul” (אֱלוּל), “Yo soy para mi amado y mi amado es para mí” (אֲנִי לְדוֹדִי וְדוֹדִי לִי, ani le dodi vedodi li). Las letras finales son cuatro letras iud (יייי), cuya suma es 40. Pero observe que la palabra final, “para mí” (לִי), en su conjunto, también es igual a 40, lo que significa que los últimos 10 días -desde Rosh Hashaná hasta Iom Kipur– abarca los 40 días. De hecho, la letra lamed (ל) de “mí” (לִי) corresponde a los primeros treinta días -los 30 días de Elul- y la iud (י) en la palabra corresponde a los Diez Días de Arrepentimiento desde Rosh Hashaná hasta Iom Kipur.
Los sabios nos enseñan[10] que la palabra “para mí” indica una realidad eterna e inmutable tanto en este mundo como en el próximo. Entonces, desde el momento en que comienzan los últimos 10 días, cuando la congregación de Israel declara que el Amado, es decir, el Todopoderoso, es “para mí”, refleja que la esencia de Dios que desciende hasta nosotros, entrando y penetrando en nosotros. De haber estado en un estado de ascenso (“Dios [Elokim] ha ascendido con una teruá [sonido de shofar]”), la Divinidad cambia ahora de dirección y comienza a descender.
El día 29 de Elul, víspera de Rosh Hashaná, no tocamos el shofar y el cambio de dirección también se insinúa por la interrupción del sonido del shofar en este último día de Elul. Así como la vitalidad del año pasado se desvanece en la víspera de Rosh Hashaná y una nueva vitalidad desciende sobre el Universo, una nueva revelación de la Divinidad que nunca antes se había visto, como está escrito en el Tania. El hecho de que no toquemos el shofar en este día sugiere que debe haber una diferencia entre los toques del shofar del ascenso y los toques del shofar que atraen la esencia de Dios hacia abajo.
En general, cada mandamiento bíblico tiene como objetivo atraer la luz, es decir, producir una revelación de la Divinidad en la realidad mundana. Es por eso que la palabra hebrea para “mandamiento”, mitzvá, significa literalmente conexión y unión, porque una mitzvá conecta al Santo Bendito con la Shejiná, la Presencia Divina. La unificación y conexión creadas atraen abundantes bendiciones al mundo. Esto comienza en Rosh Hashaná y continúa hasta Iom Kipur, hasta la esencia del shofar del año jubilar, que tocamos cada año al final de Iom Kipur.
[1] §581
[2] (מנהג ישראל תורה)
[3] Pirkei DeRabi Eliezer 46:2
[4] Éxodo 24:12.
[5] Hiljot Shemitá VeIovel 10:10.
[6] Éxodo 23:17.
[7] Zohar 2:38a
[8] Bava Metzia 84a
[9] Tikunei Zohar 13.
[10] Vaikrá Rabá 2:2