JASIDUT PARASHAT SHEMOT
Bondad-jesed חֶֶסֶד Vitalidad | Poder-Guevurá גְּבוּרָה Luz |
Belleza-tiferet תִּפְאֶֶרֶת Hermoso | |
Victoria-netzaj נֶצַח Redentor | Esplendor-hod הוֹד Profeta |
Fundamento-iesod יְסוֹד Circuncidado | |
Reinado-maljut מַלְכוּת Nombre |
Moshé nació en la porción de la Torá Shemot, y lo primero que la Torá nos dice sobre él, – lo cual establece el trasfondo para el resto de su vida – (siguiendo el dicho, “todo sigue al comienzo”), es que cuando su madre, Iojeved le vio, “Ella vio que él era bueno”.[1] Naturalmente, toda madre ama a su hijo, cree que es bueno y hermoso, y le ve como el mejor regalo que Di-s le ha dado. Cuando la Torá se esfuerza por señalar que Iojeved, la madre de Moisés, vio “que él era bueno”, esto tiene un significado especial; hay una “bondad” especial que se encuentra en Moisés que se refiere específicamente a su papel fundamental como Dador de la Torá y Redentor de Israel, “Él es el primer redentor y es el redentor final”.[2]
En las palabras del Rambán sobre este versículo:
“Es sabido que todas las mujeres aman a sus hijos, ya sean hermosos o no, y todos los ocultarían lo mejor que pudieran. No hay necesidad de pruebas para la afirmación de que él era bueno. Más bien, esta bondad era algo nuevo que ella vio en él, y pensó que ocurriría un milagro, y que él se salvaría”.
Profundicemos en siete interpretaciones de lo que podría ser la “bondad” especial de Moisés y expliquemos cómo se corresponden uno de los siete atributos del corazón, desde bondad hasta reinado.
BONDAD (Jesed): “LA CASA SE LLENÓ DE LUZ”
Rashi cita las palabras de los sabios: “‘Que era bueno’ – cuando nació, toda la casa se llenó de luz”. Esta enseñanza surge de una conexión entre el “bueno” mencionado a propósito de Moisés y el primer “bueno”[3] mencionado en el primer día de la Creación: “Di-s vio la luz, que era buena”.
El Kli Iakar refuerza esta conexión destacando la segunda parte del versículo sobre Moisés: “Ella le vio, que era bueno, y le escondió durante tres meses”. Esto se hace eco de la enseñanza de los sabios de que las palabras, “Di-s vio la luz, que era buena” significa que la luz era “buena para ser secuestrada para los justos en el futuro”, es decir, Di-s escondió la luz, tal como Iojeved escondió a Moisés.
Conectamos esta interpretación con bondad, el primer atributo del corazón, porque el primer día de la Creación, referido como “un día”, corresponde al atributo de bondad. Además, al igual que la luz creada en el primer día, que está destinada a llenar la Creación de bondad, así el nacimiento de Moisés vino a iluminar el mundo con la luz de la Torá. Iluminar la realidad con luz es la esencia de la sefirá de bondad.
PODER (Guevurá): VITALIDAD Y RESISTENCIA
La mayoría de los comentaristas (comenzando con el Targum Ionatan) explican que la cualidad especial revelada por “ella vio que él era bueno” se refiere al hecho de que Moshé nació después de siete meses incompletos de embarazo (es decir, seis meses y un día desde la concepción). Debido a esto, Iojeved pudo esconderle durante tres meses sin que los egipcios sospecharan que ya había dado a luz.[4] Aun así, existía la preocupación de que pudiera ser un bebé prematuro cuyos órganos no estaban completamente desarrollados. Iojeved, por lo tanto, le examinó para asegurarse de que su cuerpo estaba completo, su cabello y uñas completamente formados (signos de un recién nacido completamente desarrollado), y vio que “era bueno-estaba bien”, completamente desarrollado, saludable, completo y viable.
El Ha’amek Davar añade que, naturalmente, un niño nacido de una anciana suele ser débil. Lo asombroso aquí era que Moisés – nacido de su madre a la edad de 130 años, después de que su juventud se renovó cuando Amram se volvió a casar con ella – era robusto y saludable.
Esta interpretación, que enfatiza la fuerza y el vigor de Moisés, corresponde a la sefirá de poder.
Agreguemos que el Emek HaMelej afirma que la frase “que era bueno”, (כִּי טוֹב הוּא) sirve como una rectificación para el verso, “La mujer vio que el árbol era bueno para el consumo, ki tov HaEtz Lemaajal, (כִּי טוֹב הָעֵץ לְמַאֲכָל), describiendo a Eva (Javá) antes de que ella comiera del Árbol del Conocimiento, ya que ambos usan la misma expresión “que … era bueno”. El poder de Iojeved, para rectificar el comportamiento de Eva se enfatiza aún más cuando observamos que Eva tenía 130 años cuando dio a luz a Shet – el fundamento de la humanidad después de la muerte de Hevel – y también Iojeved tenía 130 años cuando dio a luz a Moisés.
Shet, que nació “en lugar de Hevel”, es la raíz espiritual de Moisés, cuyo nombre (מֹשֶׁה) es un acrónimo de sus reencarnaciones: “Moshé Shet Hevel” (מֹשֶׁה שֵׁת הֶבֶל). El Arizal va más allá y afirma que la bondad de Moisés se atribuye a que él es un alma de la raíz de Hevel, completamente no contaminada por ninguna mezcla del linaje de Caín. Además, el rejuvenecimiento de Iojeved a la edad de 130 años fue el resultado de que el alma de Eva fuese impregnada-fecundada en ella cuando alcanzó la misma edad.
De esto podemos derivar un principio general con respecto al concepto de la “impregnación de las almas” (ibur) en Cabalá: cuando un alma es impregnada dentro de una persona, no sólo el individuo se identifica con la nueva alma, sino que también experimenta el rejuvenecimiento físico y espiritual, como si hubiera nacido de nuevo.
BELLEZA (Tiferet): HERMOSA APARIENCIA
Muchos comentaristas interpretan el adjetivo “bueno” en el contexto de un recién nacido como hermoso – bueno en forma y apariencia. Otro ejemplo en la Torá donde “bueno” describe la apariencia física se encuentra con Rivka, quien es descrita como “muy buena a la vista”[5], tovat maré (טֹבַת מַרְאֶה).
La belleza, naturalmente, se asocia con la sefirá de belleza, que encarna la armonía, el equilibrio y el esplendor.
VICTORIA (Netzaj): DIGNA DE PROFECÍA
Aunque normalmente nos referimos a las seis sefirot, desde bondad hasta fundamento (y a veces incluso incluyen reinado) como los atributos emocionales, estrictamente hablando, los atributos emocionales son solo los tres primeros – bondad, poder y belleza. Con respecto a ellos, la bondad de Moisés se interpretó como una cualidad inherente al propio Moisés – su resplandor, fuerza y belleza. Sin embargo, en lo que respecta a victoria y reconocimiento, la bondad adquiere un significado más práctico: no solo ser “bueno” sino ser “bueno para”.
Una interpretación que aparece en el Midrash, es que Iojeved percibió intuitivamente que su hijo recién nacido era “digno de profecía”. Moisés no es simplemente un profeta; él es el Padre y Maestro de todos los profetas. Su profecía es especialmente clara (el utiliza la expresión “esto es lo que Di-s dijo”), y él es el Dador de la Torá.[6]
Esta cualidad especial se enfatiza en el dicho:
Que venga el bien y reciban el bien del Bueno para beneficiar al bueno.
- “Venga el bien” se refiere a Moisés, como está escrito: “Ella vio que él era bueno”.
- “Y reciban el bien” se refiere a la Torá, como está escrito, “Porque te he dado una buena enseñanza”.
- “Del Bueno” se refiere al Santo Bendito Es, como está escrito, “Di-s es bueno con todos”.
- “Para beneficiar al bueno” se refiere al pueblo de Israel, como está escrito, “Di-s beneficiará a los buenos”.[7]
Esta interpretación corresponde a la sefirá de victoria, considerada la fuente de la profecía, como se señala en la introducción al Tikunei Zohar.
RECONOCIMIENTO (Hod): DIGNO DE REDENCIÓN
Otra interpretación utilitarista de “bueno” es que Iojeved vio a Moisés como digno y destinado a ser el Redentor de Israel – “el salvador del pueblo judío”. Miriam, la hermana de Moisés, profetizó que “Mi madre está destinada a dar a luz a un hijo que salvará a Israel”.[8] Hasta los astrólogos del Faraón, desde su perspectiva impura, reconocieron que el día del nacimiento de Moisés era propicio para el surgimiento del redentor de Israel (y esto probablemente era ampliamente conocido). Cuando Moisés nació, su madre vio que él era realmente el niño digno de esta misión.
Un ejemplo de un redentor al que se hace referencia como “bueno” se puede encontrar en el Libro de Rut, donde la persona allegada que potencialmente podría casarse con Rut y redimirla se conoce como “Tov“, “Si Tov te redimirá, que te redima”.[9] En este contexto, un redentor es el que se casa con una viuda, especialmente después de la muerte de su esposo, y así la “redime”. Del mismo modo, el Redentor de Israel es aquel que eleva a la Congregación de Israel (la raíz de todas sus almas). De hecho, el Zohar se refiere a Moisés como “el esposo de la princesa”, un sinónimo para la Congregación de Israel.
¿Cómo se relaciona todo esto con la sefirá de reconocimiento? En el Sefer Ietzirá, encontramos uno de los temas psicológicos más interesantes y pioneros: las transposiciones, temurot (תְּמוּרוֹת), que corresponden en orden a las 7 sefirot desde bondad a reinado[10]:
La transposición de la sabiduría es la locura; la transposición de la riqueza es la pobreza; la transposición de la semilla es la desolación; la transposición de la vida es la muerte; la transposición de la autonomía es la esclavitud; la transposición de la paz es la guerra; la transposición de la gracia es la fealdad
La quinta es, por lo tanto, “la transposición de la autonomía es esclavitud”, cuando las personas no son autónomas (tanto interna como externamente), caen en un estado de esclavitud. La sefirá de reconocimiento a veces se considera como el poder del carisma, que en muchos sentidos es una medida de la autonomía y la autoestima de un individuo o un grupo. Cuando se pierde la autonomía, los individuos y las sociedades caen en un estado de esclavitud y dependencia. Fueron los esfuerzos de Moisés como Redentor que restauraron la sefirá de reconocimiento para el pueblo como grupo y como individuos.
FUNDAMENTO (Iesod): NACIDO CIRCUNCIDADO
Los sabios interpretan que “ella vio que él era bueno” significa que Moisés nació circuncidado. Aquel que es íntegro y perfecto en la santidad del pacto (brit), correspondiente a la rectificación de la sefirá de fundamento, es considerado un individuo justo, un tzadik, y se dice del tzadik: “Di del justo, que él es bueno”.[11]
Alguien que nace circuncidado es inherentemente puro y bueno en todos los aspectos de su alma. No poseen deseos negativos, ni de alimento ni de inmoralidad, y todos sus rasgos e inclinaciones son naturalmente buenos, como está escrito: “Los deseos de los justos son solo buenos”.[12]
REINADO (Maljut): UN BUEN NOMBRE
Algunos interpretan el versículo “ella vio que él era bueno” en el sentido de que el nombre original de Moisés era Tov o Tuvia,[13] siguiendo dos opiniones en los Sabios. Todo esto fue antes de que la hija del faraón lo llamara Moisés.
Los nombres, cuya esencia es reflejar la relación de una persona con su entorno, corresponden a la sefirá de reinado, como se demuestra, por ejemplo, en el segundo versículo silente del Shemá: “Bendito sea el Nombre de Su reino, por los siglos de los siglos”.
Revelar todo lo bueno que hay en cada judío
Las siete interpretaciones forman colectivamente una representación completa de las cualidades virtuosas de Moisés. Resumiendo, cada interpretación en una sola palabra, podemos decir que son: luz, or (אוֹר) – viabilidad de la existencia, kium (קִיּוּם) – belleza, iofi (יֹפִי) – profeta, navi (נָבִיא) – redentor, goel (גּוֹאֵל) – circuncidado, mahul (מָהוּל) – nombre, shem (שֵׁם). La suma de los siete es 987 (un número de amor, o Fibonacci), el producto del Nombre de Di-s, Ekié (אֶ-הְיֶה), el Nombre revelado a Moisés en la parashat Shemot, y “que es bueno”, Ki Tov (כִּי טוֹב). Dado que 987 es divisible por 7, el valor promedio de cada palabra es 141, o mitzvá (מִצְוָה).
Estas siete cualidades de bondad son características tanto de Moisés, el primer redentor de Israel, como posteriormente en la “extensión de Moisés a cada generación”.[14] Moisés también aparece como una chispa dentro de cada judío, y por lo tanto es la tarea de cada uno de nosotros es perfeccionar y revelar todas estas interpretaciones de la bondad.
Repasemos rápidamente cómo cada interpretación puede manifestarse en nosotros y en nuestras vidas:
- Llenar la casa de luz refleja la revelación del alma judía.
- Ser vigorosos y llenos de vida se expresa en nuestra disposición a cumplir la misión de nuestra vida. La vitalidad significa que no debemos posponer la búsqueda de la misión de nuestra vida hasta que alcancemos alguna perfección imaginaria, como aprender todo el Talmud o refinar completamente nuestro carácter. La vida simplemente no espera.
- La belleza de cada judío radica en su carisma único y cualidades especiales.
- Todo judío es apto para la profecía, cuyo objetivo es llevar la palabra de Di-s, la Torá, al mundo a través de todos los medios de expresión.
- Cada judío es digno de ser un redentor, ayudando a otros a salir del lodo en el que puedan estar atrapados.
- Todos los judíos nacen circuncidados, lo que significa que son capaces de estar liberados de deseos negativos.
El nombre de todo judío es bueno, ya que todo judío merece ser coronado con la “corona de un buen nombre” (keter shem tov) y ser conocido como “un buen judío”. Aunque esta expresión se usó en el pasado en idish (a guter id) para referirse a un tzadik, ser “un buen judío” significa que todos debemos esforzarnos por asumir un papel de liderazgo en la guía de nuestra familia y amigos y no esperar a que otros asuman la responsabilidad.
[1] Éxodo 2:2. La mayoría de las interpretaciones que aparecen en este partzuf se citan en Sotá 12a y Shemot Rabá 1:20.
[2] Shemot Rabá 2:4. Zohar 1:253a. Sha’ar HaPesukim, Vaiejí. Torá Or, Misphatim, al comienzo.
[3] Génesis 1:3. En el relato de la Creación de la Torá, la palabra “bueno” aparece 7 veces y sería apropiado establecer una correspondencia entre ellas y las siete interpretaciones sobre la bondad de Moisés, que revisaremos en este modelo. En otras palabras, Moisés – y así también, cada judío, dado que todos tenemos una chispa de Moisés en nosotros – contiene toda la bondad de la creación.
[4] Rashi al versículo 3
[5] Génesis 24:16
[6] El Baal HaTurim escribe que, de acuerdo con una tradición que recibió (que no es la práctica estándar hoy en día), la palabra “bueno” (טוֹב) en nuestra frase, “que él era bueno”, tiene cinco coronas (marcas) escritas sobre sus letras: dos en la tet, una en la vav y dos en la beit. Estas cinco coronas corresponden a los Cinco Libros de la Torá que Moisés estaba destinado a recibir.
La forma de las coronas es como pequeñas letras vav (líneas verticales), como lo enfatiza el Arizal. Sin embargo, los Sabios se refieren a ellas como zainin, es decir, letras zain en miniatura. La cuestión de si cada corona es una vav o una zain se vuelve significativa a la hora de calcular la guematría de las coronas. Si calculamos cada corona como una vav, cuyo valor es 6, entonces las cinco coronas sobre la palabra “bueno” son iguales a 30, el valor de la palabra “que”, ki (כִּי), en la frase “que él era bueno” (כִּי טוֹב הוּא)
[7] Menajot 53b
[8] Meguilá 14a
[9] Rut 3:13
[10] Sefer Ietzirá 4:3
[11] Isaías 3:10
[12] Proverbios 11:23
[13] Tov (bueno) se refiere a “bueno para los demás”, enfatizando las mitzvot entre una persona y sus semejantes. Pero Tuvia (טוּבְיָה), que literalmente significa “el bien de Di-s”, sugiere el bien relativo a Dios, enfatizando las mitzvot entre una persona y Di-s. Desde una perspectiva más profunda: Tov significa bondad innata, un flujo natural de bondad, que deriva del estado conocido como “conciencia natural” – un estado de autoanulación absoluta ante Di-s. Esto representa una conciencia innata de la propia esencia Divina inherente. Tuvia, sin embargo, representa la bondad consciente, cuando una persona actúa con la conciencia de que toda bondad en él no es innata, sino un don de Di-s. Esta distinción se aborda en detalle en nuestros volúmenes hebreos “Corazón para Saber”, Lev LaDa’at y Conciencia Natural, Muda’ut Tivit. Si deseamos combinar los dos, podemos decir que en las interacciones entre una persona y los demás, se requiere la bondad innata (tov). Pero en la relación con Di-s, es esencial la conciencia (Tuvia) de que la bondad que uno posee es un don de Di-s. Por lo tanto, las dos opiniones presentadas por los sabios se complementan entre sí. Además, la suma de Tov (טוֹב) y Tuvia (טוּבְיָה) es 49, o 7 al cuadrado, lo que indica que hay una conexión inherente. 49 es también el valor de “un buen corazón”, lev tov (לֵב טוֹב), la división interna de los 49 días de la Cuenta del Omer en 32 días hasta Lag BaOmer y 17 días desde e incluyendo Lag BaOmer hasta Shavuot.
[14] Basado en Tikunei Zohar 113a.