RELATO PARA SUCOT
Antes de que el santo rabino Rabí Tzví Hirsch HaCohen de Munkatch se hiciera conocido, tras la partida de su maestro Rabí Menajem Mendel de Riminov, se cobijó bajo la guía del santo rabino Rabí Naftali de Ropshitz.
Rabí Naftali no le mostró señales de cercanía, y en todo siempre era dejado al último. Una vez, su hijo Rabí Elazar mencionó que se diera vino a Rabí Tzví. Su padre respondió:
“Debes saber que toda su grandeza proviene de su humildad. Si yo lo honrara, destruiría el mundo. Él es más grande que yo, y llegará el día en que tú estarás esperando a su puerta”.
Pasaron muchos años y Rabí Tzví Hirsch fue conocido en todo el mundo. Entonces el justo Rabí Elazar de Dzikov viajó a verlo en Riminov. Cuando quiso entrar, los asistentes le dijeron que el Rebe estaba durmiendo y que esperara a que despertara. Le ofrecieron una silla para sentarse, pero él rehusó y dijo: “Deseo cumplir las palabras de mi padre y permanecer de pie a su puerta”.
Una vez, en la festividad de Sucot, Rabí Naftali lloró y dijo:
“Yo soy descendiente del gran sabio el Mahari de Hamburgo, y tengo un etrog hermoso, y sin embargo no logro obrar nada. Pero ese Tzví posee un etrog que vale apenas dos kaxer (moneda pequeña), ¡y con él resplandece en todos los mundos!”.
Se cuenta también que Rabí Naftali de Ropshitz se esmeraba en comprar etrogim para sus hijos y discípulos cercanos, y cuando Rabí Tzví Hirsch estaba en Ropshitz, compró también uno para él. Uno de los allegados, con tono de broma, preguntó:
“¿Acaso también el Hirsch sirviente necesita un etrog? ¡Con una papa le alcanza!”.
Era costumbre allí que después de Sucot devolvían los etrogim al Rebe de Ropshitz, quien los revisaba. Cuando Rabí Tzví Hirsch le devolvió su etrog, el Rebe lo elogió y dijo a sus allegados:
“Él me devolvió un etrog (porque cumplió la mitzvá como corresponde), y ustedes me devolvieron… una papa”.
EL MENSAJE DEL ETROG
En estos relatos se refleja un asunto especial ligado al etrog.
Por un lado, simboliza perfección: posee tanto sabor como aroma, es decir, Torá y buenas acciones juntas. Por eso su belleza y esplendor son especialmente relevantes.
Pero, por otro lado, está profundamente vinculado con la humildad. El libro Panim Yafot señala que “אתרוג” (etrog) es acrónimo de “Al tevieni regel gaavá” —“No me alcance el pie del orgullo”.
Por eso Rabí Tzví, cuya grandeza provenía de la humildad, brillaba en todos los mundos incluso con un etrog simple. Mientras que aquel allegado, que juzgaba el valor de los demás, transformaba incluso un etrog hermoso… en una papa.
LOS SIETE DÍAS Y LOS CUATRO ESPECIES
Los siete días de Sucot (y los siete ushpizín) pueden compararse con los cuatro especies:
- Los tres hadasim corresponden a los Tres Patriarcas: Abraham, Itzjak y Yaakov, y a las sefirot de Jésed, Guevurá y Tiferet.
- Las dos aravot corresponden a Moshé y Aarón, sefirot de Nétzaj y Hod.
- El lulav corresponde a Yosef HaTzadik, sefirá de Yesod.
- El etrog corresponde al Rey David, sefirá de Maljut.
De acuerdo con esta división, el último día —el día del sello de Sucot— es el “Día del Etrog”. En este día final se reza especialmente para ser librados de la arrogancia, y se nos impregna una segunda naturaleza: la de “un hombre que teme siempre” al “pie del orgullo”.
¿POR QUÉ REZAR CONTRA EL ORGULLO EN EL ÚLTIMO DÍA?
El Baal Shem Tov interpreta el versículo “Él te herirá en la cabeza y tú lo herirás en el talón”:
El ser humano vence a la serpiente al inicio de cada buena acción, en el despertar para cumplirla. Pero la serpiente está al acecho al final de la acción, en el momento de su conclusión.
Así también entendemos que el séptimo día es el “día del etrog”, día en que debemos rezar y cuidarnos de la mordedura de la serpiente: la soberbia que ataca al final de una obra buena.
En Emek HaMelej se enseña que, cuando el talón del hombre está por encima de la cabeza de la serpiente, el hombre permanece despierto. Pero cuando la cabeza de la serpiente domina el talón del hombre, la combinación es negativa. Er, hijo de Yehudá, estaba destinado a ser Mashíaj (= “serpiente”), pero la serpiente lo dominó y el nombre se tornó en “mal”: “Y Er, primogénito de Yehudá, fue malo a los ojos de Hashem”.
David, el rey Mashíaj —identificado con el etrog— es quien encarna la humildad corregida, diciendo: “Y seré humilde a mis propios ojos”, y alegrándose con sencillez ante el Arca de Hashem.
Según el Baal Shem Tov, la serpiente malvada es la serpiente del orgullo, que trata de infundir en la persona el sentimiento de que es un justo, de orgullo por su buena acción. Esto se conecta con la enseñanza del Arizal, que afirma que pecar contra los preceptos afecta las letras Vav y Hei del Nombre de Hashem —“Lo revelado es para nosotros y para nuestros hijos”—, pero no llega a dañar lo secreto, las letras Yud y Hei. Sin embargo, el orgullo, Gaavá = Y-H, puede dañar incluso la unión interior del Nombre.
El defecto en esa unión superior, causado por el “pie del orgullo”, daña en realidad todo el “cuerpo del Rey”, correspondiente a los 248 preceptos positivos de la Torá.
EL ÚLTIMO SELLO Y LA HUMILDAD
Si al final de cada buena acción la serpiente intenta morder, y debemos rezar: “No me alcance el pie del orgullo”, con mucha más razón debemos rezar así al final de la “feria de este mundo” —que es como un banquete de bodas—, el día en que uno parte de este mundo.
De hecho, es notable que según la tradición tanto el Arizal como el Baal Shem Tov pidieron, en su último día en este mundo y hasta en sus últimas palabras, lo que expresa ese versículo: ser librados del orgullo.
Un bello remez: Itzjak (el Arizal) Israel (el Baal Shem Tov) en guematría equivale exactamente a “אל תבואני רגל גאוה” —“No me alcance el pie del orgullo”.
OTROS REMAZIM
- אל תבואני = 500, igual que “פרו ורבו” (“fructificad y multiplicaos”), la “gran mitzvá”, raíz de los 248 preceptos positivos.
- רגל גאוה = 248, aludiendo a los 248 miembros del hombre.
- El acrónimo de אתרג = אל תבואני רגל גאוה.
- Su última letra forma la palabra לילה (“noche”), aludiendo a “noche a noche transmite sabiduría”.
- Todo ello apunta al secreto del zivug (unión), fuente de la fecundidad.
📖 En síntesis: El etrog no solo simboliza belleza y perfección, sino sobre todo humildad. Por eso el séptimo día, el “día del etrog”, es el día en que debemos rezar más intensamente: “No me alcance el pie del orgullo”.




