Y LAS CUATRO ESPECIES
Por Rabi Avraham Arie Trugman
Durante la festividad de Sucot, “agitamos” cuatro especies de plantas, según lo prescrito en la Torá y explicado por los Sabios – una palmera, dos ramas de sauce, tres ramas de mirto y una cidra[1]. Existen múltiples significados – desde los más simples hasta los más místicos – relacionados con los tipos de especies, su número, las diversas correspondencias con otros conjuntos de cuatro en la tradición judía, la forma en que las sostenemos, en qué direcciones las agitamos, etc. En todos los detalles y aspectos de esta práctica, el tema subyacente de agitar las cuatro especies es que, al reunirlas, creamos unidad.
Una hermosa correspondencia con esta idea de crear unidad a través de las cuatro especies, y por extensión, con el concepto subyacente de Sucot, se encuentra en la búsqueda de una teoría del campo unificado en la ciencia moderna, que ahora entiende que las cuatro fuerzas básicas del universo físico – la fuerza nuclear fuerte y la fuerza nuclear débil, el electromagnetismo y la gravedad – están unificadas en esencia. La ciencia ha buscado constantemente la ecuación que explique y, en última instancia, aproveche esta unidad. Esta búsqueda también se conoce hoy como «la teoría del todo», la búsqueda de la fórmula que unifique las cuatro fuerzas. Es importante destacar que estas fuerzas corresponden exactamente al nombre de Di-s de cuatro letras de la siguiente manera:
Fuerza nuclear fuerte – iud
Fuerza nuclear débil – hei
Electromagnetismo – vav
Gravedad – hei
Por supuesto, el judaísmo ha postulado desde hace mucho tiempo la teoría del campo unificado a través de su creencia en un solo Di-s, reflejada en la declaración cardinal de la creencia en la Torá: Escucha, oh Israel, Di-s nuestro Di-s, Di-s es Uno[2].Esta declaración implica mucho más que solo nuestra creencia en un solo Di-s: se extiende a la creencia de que todo lo que Di-s ha creado también está unificado en Su unidad.
Las cuatro especies según la Cábala también corresponden a las cuatro letras del nombre de Di-s[3]:
Mirto – Hadas – Iud – י
Sauce – Aravá – Hei – ה
Palmera datilera – Lulav – Vav – ו
Cidra – Etrog – Hei – ה
Por lo tanto, no solo existe una sensación de unidad al reunir las cuatro especies, tal y como se enseña en numerosos comentarios, sino que cada especie individual posee su propio sentido de unidad. Por ejemplo: las ramas de la palmera, que finalmente se abren como un abanico, están unidas todas en una fase anterior, y es en esta etapa cuando se recogen para Sucot. Los sauces crecen apiñados junto a las masas de agua y, de hecho, forman un efecto similar a un arbusto, en lugar de parecer árboles individuales. Para que las ramas de mirto sean kosher para el agitado, deben tener una serie de tres hojas, cada una emanando del mismo nudo en la rama[4].
Así, cada una de estas tres especies comparte un sentido interno de unidad que se expresa en el aspecto espacial. El cidro, por otro lado, exhibe un sentido de unidad en el aspecto temporal. El cidro se diferencia de la mayoría de los árboles frutales en que no da fruto anualmente, sino que su fruto permanece en el árbol durante varios años hasta que madura. De esta manera, se unifican múltiples ciclos anuales[5].
Además de revelar la unidad esencial de las diversas fuerzas del universo, Albert Einstein también estableció que, junto con las tres dimensiones del espacio, el tiempo también puede entenderse como una dimensión, y que, de hecho, el tiempo y el espacio crean una unidad inseparable conocida como el continuum espacio-tiempo. Al tomar y agitar las cuatro especies en Sucot, reflejamos de forma muy tangible esta unidad cuatridimensional de tiempo y espacio.
En esencia, esta sensación general de unidad espacio-temporal impregna toda la festividad de Sucot, ya que creamos un espacio sagrado, la sucá, en el que nos sumergimos y pasamos una semana entera. Al tomar las cuatro especies todos los días de Sucot (excepto Shabat) y luego agitarlas hacia las seis direcciones del espacio, unificamos y santificamos aún más el espacio dentro del tiempo.
De manera similar a cómo las cuatro dimensiones del tiempo y el espacio unifican la realidad física, el número seis – representado por las seis direcciones del espacio hacia las que agitamos las cuatro especies, así como el espacio cúbico de seis lados de la sucá en la que habitamos – también unifica el tiempo y el espacio.
Antes de la creación, no existían el tiempo ni el espacio. Muchos comentaristas explican que la frase inicial de la Torá, «en el principio», se refiere al origen del tiempo y el espacio. Como señala la Cábala, la unidad del tiempo y el espacio se alude en la creación de las seis direcciones del espacio durante los seis días de la creación.
Desde una perspectiva cabalística, la clave para entender el espacio y el tiempo y su conexión intrínseca se encuentra en el número seis, que es el valor numérico de la letra hebrea vav, una de las letras del nombre de cuatro letras de Di-s.
El espacio, en esencia, es un cubo en expansión construido a partir de seis planos: los cuatro puntos cardinales, arriba y abajo. El tiempo también está intrínsecamente conectado con la letra vav. En hebreo bíblico, cuando una vav precede a un verbo, tiene el poder de invertir el tiempo verbal. Por ejemplo, un verbo escrito en pasado que tiene una vav antes, en realidad se lee en futuro, y viceversa. Este fenómeno confiere a la Torá una cualidad eterna, una sensación de estar a la vez dentro y fuera del tiempo.
La primera aparición de la letra vav en la Torá se encuentra en el primer versículo: «En el principio creó Di-s los cielos y la tierra». La letra vav significa «y»; su forma, una línea, simboliza la conexión entre diferentes elementos. La letra vav equivale numéricamente a seis y, en el versículo mencionado, es la primera letra de la sexta palabra. Es la vigésimo segunda letra de la Torá y da inicio a la palabra ואת, compuesta por la primera y la última letra del alfabeto hebreo. El poder de la vav conecta todas las fuerzas individuales de la creación que surgen a través de las veintidós letras hebreas[6].
Otra pista de cómo la festividad de Sucot representa la unidad del tiempo y el espacio se ve en el Nombre de Di-s, E-l (alef – lamed), cuyo valor numérico es 31. Según la Cábala, es apropiado meditar en este nombre de Di-s al agitar el lulav en cada una de las seis direcciones; pues al multiplicar su valor numérico (31) por seis, obtenemos 186, el valor numérico de makom, lugar/espacio, otro nombre de Di-s. De esta manera, confirmamos nuestra creencia de que Di-s está aquí, Di-s está allá, ¡Di-s está verdaderamente en todas partes!
Sin embargo, este nombre también está conectado con el tiempo, como leemos en el versículo: «La misericordia de Di-s (E-l) es [manifiesta] durante todo el día»[7]. Por lo tanto, este nombre divino en particular representa la unidad del tiempo y el espacio, uno de los temas principales de Sucot, como hemos visto. La experiencia de vivir en la sucá nos ancla en el aquí y ahora, a la vez que nos eleva a alturas trascendentales de experiencia.
En la medida en que las diversas manifestaciones de unidad vistas a lo largo de la festividad de Sucot tienen en última instancia su origen en el nombre esencial de Di-s (י-ה-ו-ה), se ve una hermosa joya matemática al elevar al cuadrado cada una de estas cuatro letras: el total equivale a 186, ¡el valor numérico exacto de makom, מקום, lugar/espacio[8]! La letra hei que precede a makom, que significa “el lugar”, indica que “Di-s es el lugar del mundo, pero el mundo no es Su lugar”[9].
El nombre de cuatro letras de Di-s
י = 10 – 10 x10 = 100
ה = 5 – 5 x 5 = 25
ו = 6 – 6 x 6 = 36
ה = 5 – 5 x 5 = 25
TOTAL = 186
Makom מקום
מ = 40
ק = 100
ו = 6
ם = 40
186 = TOTAL
Sucot es la etapa culminante del proceso de introspección y retorno a Di-s que comienza durante el mes de Elul y se intensifica durante Rosh Hashaná, los Diez Días de Arrepentimiento y Iom Kipur. Al agitar las cuatro especies en Sucot, intentamos reunir todas las elevadas plegarias y objetivos de las Altas Festividades y materializarlos, tal como lo representa el hecho de agitar las cuatro especies hacia las seis direcciones del espacio. Después de cada sacudida, llevamos las cuatro especies de vuelta a nuestro corazón para integrarnos y fortalecernos en tiempo real y poder así lograr todo lo que hemos pedido. De esta manera, tomamos las oraciones del pasado y las manifestamos físicamente en nuestro tiempo y espacio presente, con el propósito de influir positivamente en el futuro.
[1] Levítico 23:40
[2] Deuteronomio 6:4
[3] Sod Hashem Lireiav ; capítulo 44; pág. 410
[4] Shulján Orej; 646:3
[5] Sod Hashem Lireiav; capítulo 44; págs. 410-11
[6] Las letras hebreas; pág. 94
[7] Salmos 52:3
[8] Tikunei Zohar 81a
[9] Véase Rashi sobre Éxodo 23:21.





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La aplicación Drive me permite descargarlo y subirlo, pero no puedo abrirlo y guardarlo No acepta el formato del archivo… esto sucede en todos los archivos de la revista gal Einai. No se pueden guardar para estudiar o mejorar