DESCUBRIENDO MI MISIÓN

Psicología jasídica

Psicología Jasídica

Cada alma desciende a este mundo en una misión de Di-s, pero ¿cómo descubrimos esta misión única?

Primero, debo preguntarme: ‘¿Qué me falta?’. Nadie está libre de carencias, y reconocer mi falta me saca de mi zona de confort, engendra humildad y me impulsa a buscar la plenitud. Esta pregunta es egocéntrica, y la respuesta puede ser superficial y baja, pero crea un ‘movimiento’ inicial necesario dentro de mí. Naturalmente, cuanto más interna y significativa sea la respuesta a ‘¿Qué me falta?’, tocando deficiencias verdaderas e importantes en lugar de trivialidades, mejor podrá guiarme hacia los canales adecuados para mi misión (según el tipo de cosas a las que soy sensible). Este sentido personal de carencia también me permite, más adelante, identificar necesidades externas que requieren ser satisfechas, empatizar con el dolor de los demás y dedicarme a una misión que aborde estas necesidades.

La segunda pregunta, mucho más profunda, es: ‘¿Qué quiero realmente?’. En el contexto de la sensación externa y egocéntrica de carencia, esta indagación revela el verdadero deseo, reflejando el sentido de propósito del alma divina. En general, un judío quiere ser un dador, hacer el bien en el mundo sin buscar recompensa (“bondad verdadera”). Específicamente, la pregunta ‘¿Qué quiero realmente?’ ayuda a identificar los dones que Dios me ha otorgado, mis talentos y habilidades —acompañados de un entusiasmo interior que permitirá la perseverancia y el florecimiento en la acción— que son el bien que puedo ofrecer al mundo.

Pero, en última instancia, el campo de la misión es la realidad que está fuera de mi mundo interior: el bien debe ser otorgado al pueblo judío y, a través de él, al mundo entero. Por lo tanto, se requiere otra pregunta: ‘¿Qué necesita el pueblo judío?’. Esta pregunta puede hacerse en círculos amplios, sobre la nación entera, o mirando el círculo de conocidos e influencia cercano a mí.

Mi misión, al final, no es llenar mis propias carencias ni la autorrealización, sino la verdadera devoción para beneficiar al pueblo judío y al mundo, escuchando la petición-carencia en la realidad y diciendo ‘Heme aquí’. De hecho, la capacidad de responder ‘¿Qué me falta?’ que adquirimos en la primera etapa, ahora me ayuda a ponerme en el lugar del otro y responder qué es lo que a ellos les falta. Identificar ‘¿Qué quiero realmente?’ me enseña cuáles de las carencias de la realidad tengo la capacidad de abordar.

¡La respuesta a estas preguntas, aquella que mejor combina mis buenas cualidades y talentos benditos con las necesidades del pueblo judío, es precisamente mi misión! Para limpiar la elección del egocentrismo y las consideraciones de imagen, y para convertirme en un verdadero emisario, se requiere una cosa más: debo encontrar al emisor, anularme ante un Rebe que examine mis decisiones, me guíe y me dé la fuerza para cumplir mi misión de la mejor manera posible. Al encontrar mi misión, accedo a mi herencia en la Tierra de Israel, donde mi verdadera naturaleza se revela. Entonces puedo cumplir mi misión con una conciencia natural, como un papel destinado para mí desde los seis días de la creación.

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