Diez cosas fueron creadas al anochecer de la víspera del Shabat. Estas son: la boca de la tierra [que se tragó a Koraj]; la boca del pozo [de Miriam]; la boca del asno [de Balaam]; el arco iris; el maná; el bastón [de Moisés]; el shamir; la escritura, la inscripción y las tablas [de los Diez Mandamientos]. Algunos dicen que también el lugar de sepultura de Moisés y el carnero de nuestro padre Abraham. Y algunos dicen que también los demonios, así como las tenazas originales, porque las tenazas se hacen con tenazas.
(Pirkei Avot 5:6)
“Diez cosas fueron creadas en vísperas de Shabat durante el crepúsculo… incluyendo a los demonios”. El crepúsculo es un punto de ‘nada’ entre existencia y existencia, donde la realidad es considerada primordial (hiyuli, el mismo valor numérico que ayin, nada). El crepúsculo en la dimensión del tiempo es como un rincón en la dimensión del espacio. En esta realidad primordial, en la hora del crepúsculo entre el día y la noche, hay está el peligro: demonios y espíritus dañinos amenazan al hombre – tanto espíritus dañinos externos como sombras dentro del alma ( sombra , la palabra hebrea para “demonio”).
Los Sabios dicen que el sexto día, los espíritus de los demonios salieron, y entonces comenzó el sagrado Shabat, y sus cuerpos no fueron creados.1 Los escritos jasídicos2 describen esto con una parábola:
El dueño de la casa tenía un barril lleno de vino fino y bueno. Comenzó a verterlo en varios recipientes hasta que llegó al fondo del barril donde se encontraban los posos. Si continuaba vertiendo, los posos se mezclarían y ‘empañarían’ todo el vino, haciéndolo ya no puro y claro como antes. Por lo tanto, tomó otro recipiente y vertió el vino restante con los posos en él. La parábola: En la creación del mundo, Dios le otorgó abundante bondad. En el sexto día, durante el crepúsculo, llegó al fondo del barril, donde se mezclaban los posos y los espíritus dañinos. Aquí, detuvo su acción, ‘cerró el grifo’ y descansó de su obra. Cerrar el grifo significa que los demonios no tienen cuerpo, no tienen sustancia. Si tuvieran sustancia, lo echarían todo a perder.
Un demonio es una metáfora para la imaginación (dimaion) o trauma. Muchos demonios provienen de los pecados que una persona ha cometido o de experiencias que han dejado cicatrices en su alma. Cuando uno intenta “lidiar” con estos demonios dándoles sustancia, como el enfoque psicológico de hablar sobre los demonios dentro del alma, e incluso expresar los demonios en el mundo práctico – este es un intento peligroso que puede destruir tanto al mundo como a la persona. Este es un trabajo que sólo los tzadikim son capaces de efectuar. El atributo de la persona intermedia – el atributo de cada persona3 – es olvidarse de los demonios. Desviar la atención de ellos y seguir adelante.
El crepúsculo debe llenarse de contenido bueno y positivo para evitar que haya espacio para que los demonios puedan entrar. Los antiguos sabios dijeron4 que durante el crepúsculo es apropiado estudiar Torá. Al hacerlo, conectamos el día y la noche, la luz y la oscuridad, y alejamos las sombras del mal.
NOTAS
Imagen de Mirosław y Joanna Bucholc en Pixabay
1 Bereshit Rabá 7:5. Zohar III, 178a
2 Biurei Hazohar, el Rebe Medio, 94:4 y siguientes
3 Tania cap. 14
4 El Shlah sobre el tratado de Pesajim, la explicación de la letra 4 de la Hagadá (en nombre del Zohar).
B’H!!!