LETRAS Y UNIFICACIONES

DEL LIBRO DEL RABINO ITZJAK GINSBURGH:

PARTE 3

Dos piedras forman dos casas,
tres piedras forman seis casas,
cuatro piedras forman veinticuatro casas,
cinco piedras forman ciento veinte casas,
seis piedras forman setecientas veinte casas,
siete piedras forman cinco mil cuarenta casas.

A partir de aquí, sigue contando por ti mismo — lo que la boca no puede decir y el oído no puede oír.

“Con diez declaraciones fue creado el mundo”. [Pirkei Avot 5:1]

Hashem, bendito sea, crea, da forma y dirige Su mundo mediante el poder de las letras del habla divina — las 22 letras del lenguaje sagrado.
Aunque no podemos comprender la esencia del habla divina —el cómo y el qué—, podemos nutrir nuestra contemplación con el dicho de nuestros Sabios: “Miró en la Torá y creó el mundo”. [Zohar, Shemot 161a]

Es como si existieran dos libros paralelos, idénticos hasta el más mínimo detalle.
Si miramos uno, veremos muchas letras que se unen en palabras y frases.
Si miramos el otro, veremos piedras, arbustos, árboles, flores, animales, aves y personas.

Tanto en uno como en el otro, la forma externa no lo es todo.
Si bien el significado de los fenómenos del mundo es normalmente oculto para nosotros, en cambio estamos entrenados para buscar y encontrar el significado en las letras.
Por eso, esta enseñanza de nuestros Sabios se vuelve muy relevante para nuestra vida, ya que nos instruye a enfrentar lo oculto de la realidad del mismo modo en que leemos e interpretamos letras.

Al leer uno de los dos libros, empezamos desde el exterior hacia el interior.
Tres aspectos se nos revelan en nuestro camino: luz, vida, y fuerza.

Primero nos encontramos con la fuerza, el nivel visible del mundo.
Muchas fuerzas operan en la realidad; las sentimos y vemos los resultados ante nuestros ojos.
Este es el nivel inanimado del mundo, la energía condensada que forma la materia física.

Esto se asemeja a concentrarse en la forma de las letras, en la tinta negra sobre el pergamino blanco.
Uno puede observar cada trazo y cada adorno, pero no se puede obtener ningún significado de una letra aislada.

Al aprender a leer, el progreso verdadero ocurre cuando ya no se necesita esfuerzo para identificar las letras, y la mente puede captar la combinación de varias letras en una palabra.
Entonces, un soplo de vida entra en las letras inertes.
Antes estaban mudas, ahora dialogan entre ellas, unidas en una conexión viva y significativa.

Así también en el mundo: el ser humano, con pensamiento independiente, se diferencia del resto de las criaturas porque no permanece como fue creado, sino que una fuerza de vida lo impulsa a moverse, buscar sentido, vincularse con otros y conectarse con tantas partes del mundo como pueda.

¿Qué impulsa a la mente a buscar significado y conexión entre letras separadas?
Parece haber una suposición firme, profunda y fundamental: que debe existir un significado.
Esta suposición proviene de la influencia inconsciente del nivel más elevado: la luz.
En este nivel brilla la intención divina, el pensamiento que originó las letras desde un principio.

Ya el mero hecho de que exista un libro indica la existencia de una intención así (de aquí el conocido argumento: ¿es posible que un libro, lleno de incontables letras, haya surgido por accidente — simplemente por derramarse un tintero sobre las hojas?).
Pero no nos volvemos plenamente conscientes de ello hasta que comprendemos una oración completa. Dentro de la frase, regresamos al nivel del pensamiento, el núcleo interior del mundo.
Si antes las letras estaban inertes, y luego hablaban — ahora piensan.
Cada una refleja el pensamiento supremo que la creó.

CONTINÚA PARTE 4:

MUNDOS, ALMA, DIVINIDAD

PARTE 2

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