Padre, Rabino, Rey, Novio

INTRODUCCIÓN

En el servicio a Dios, nos encontramos con Él de diferentes maneras: en la oración, Él es nuestro Padre, ya que toda la oración está acompañada por la referencia a los Patriarcas y la identificación con ellos; en la Torá, Él es el Rabino que nos enseña Torá; cuando nos ordena las mitzvot (preceptos), Él es nuestro Rey, y aceptamos el yugo de Su soberanía; y en el cumplimiento práctico de las mitzvot, Él es el Novio con quien nos unimos, [recitando la fórmula] “En aras de la unificación del Santo, bendito sea, y Su Shejiná”.

A lo largo de cada día, avanzamos a través de los diferentes ‘retratos’ de Dios y construimos una relación completa con Él. Otro ‘post’ del Rabino, al que se han añadido aquí fuentes y algunas breves explicaciones en los comentarios.

Nuestras relaciones son diversas, flexibles y están en constante transformación. Cada uno de nosotros ocupa múltiples roles al mismo tiempo: hijo o hija de nuestros padres, hermano o hermana, cónyuge, madre o padre de nuestros hijos, ciudadano de un país, y muchos más.
En cada etapa de la vida, ciertos roles se vuelven más centrales. A medida que avanzamos por la línea del tiempo, surgen cambios que requieren adaptarnos continuamente a nuevas funciones. Incluso una misma relación cambia de forma con el tiempo: una pareja que se conoce se convierte en matrimonio, una pareja joven se convierte en padres, la experiencia de ser padre de un bebé es muy distinta a la de criar a un adolescente, y acompañar a un hijo adolescente es diferente a la mirada sobre hijos casados y convertirse en abuelos, etc.

Este juego de roles que atravesamos en la vida está diseñado para sacar a la luz toda la gama de nuestras cualidades. Nos exige dar lo mejor de nosotros en cada etapa. En lo profundo, todas las relaciones humanas reflejan la relación fundamental: la relación del ser humano con su Creador.
Dios es, a la vez, un padre amoroso, un rey exaltado, un querido tío, y a veces también un maestro sabio o un hermano mayor fuerte. A través de las distintas formas de servicio divino que se nos pide, nos encontramos con los distintos “rostros” de Dios y Lo servimos de maneras variadas.

Desde esta perspectiva, cada relación es un entrenamiento para una forma distinta de avodat Hashem (servicio a Dios), y a la vez una expresión más de un encuentro con Él.

Veamos:

Oración a través de los Patriarcas

Nuestras oraciones ascienden a Hashem a través de las almas de nuestros santos patriarcas, Abraham, Itzjak y Iaacov. “Los Patriarcas mismos son la Carroza [Divina]” [1] para elevar nuestras oraciones a los cielos [2].

Y así comienza la oración de la Amidá (la oración del Mundo de la Emanación – Atzilut [3]): “Bendito eres Tú, Hashem, nuestro Dios y Dios de nuestros padres, Dios de Abraham, Dios de Itzjak y Dios de Iaacov”. Nos dirigimos a Hashem “nuestro Dios” en tanto que es “el Dios de nuestros padres”.

Cuando una persona reza, es como un hijo que le ruega a su padre que satisfaga todas sus necesidades. Hashem es nuestro Padre que está en los cielos. Los Patriarcas son los intermediarios que nos conectan a nosotros, los hijos, con nuestro Padre celestial. También Moshé nuestro maestro, cuando rezó a Hashem para que perdonara nuestros pecados, lo pidió por el mérito de los Patriarcas [4].

La oración es “el servicio del corazón” [5]. Los atributos principales del corazón –Bondad (Jesed), Rigor (Guevurá), Belleza (Tiferet) (en su interioridad: Amor, Temor, Misericordia)– son las raíces de las almas de los tres Patriarcas, Abraham, Itzjak y Iaacov [6].

Resulta que rezamos a Hashem desde los Patriarcas que están en nosotros (los atributos de JaGa”T [Jesed-Guevurá-Tiferet] en nuestro corazón), a través de los Patriarcas que están por encima de nosotros, hacia el Padre de los Patriarcas, nuestro Padre celestial, el Santo, bendito sea.

De Padre a Rabino

Y he aquí que, así como las oraciones ascienden a Hashem a través de los Patriarcas, así la Torá asciende a Hashem a través del alma de Moshé nuestro maestro, quien entregó la Torá a Israel.

“Recordad la Torá de Moshé, Mi siervo” [7] – el recuerdo de las palabras de la Torá proviene de la fuerza de la conexión con el alma de Moshé nuestro maestro. Y así, la aceptación de nuestras oraciones proviene de la fuerza de la conexión con las almas de nuestros santos Patriarcas, Abraham, Itzjak y Iaacov [8].

Y he aquí que, en el estudio de la Torá, somos como un alumno sentado ante su rabino. En la oración, ‘imaginamos’ a Hashem como un Padre. En la Torá, ‘imaginamos’ a Hashem como un Rabino [9].

La conexión entre estas dos ‘imágenes’ de Hashem, entre Padre y Rabino, se realiza a través de la “obra de la justicia (tzedaká)” [10] (el tercero de los tres pilares sobre los que se sostiene el mundo: Torá, Servicio-Oración y Actos de Bondad [11]).

Y la pista es: para llegar de Av (אב = 3) a Rav (רב = 202), se debe añadir 199, que es la guematria de tzedaká (צדקה).

“Yo, en justicia (tzedek), contemplaré Tu rostro” [12] – se debe dar tzedaká antes de la oración [13], para merecer la apertura del corazón en la oración [14] (que es “el servicio del corazón”, como se mencionó). Pero también se debe dar tzedaká en el camino de la sinagoga a la casa de estudios, del servicio de la oración al estudio de la Torá, de Hashem como Padre a Hashem como Rabino (en la Halajá, el honor del rabino principal precede al honor del padre [15]).

Rey y Novio

Y he aquí que todos los preceptos (mitzvot) de la Torá son “preceptos del Rey” [16]. El estudio proviene de la boca del Rabino, pero cuando el estudio es en aras del Cielo (lishmá), es decir, “estudiar para cumplir” [17], el Rabino se convierte en Rey [18] (el secreto de “la ciudad del gran rey” [19], análogo a “¿quiénes son los reyes? Los sabios” [20]).

El Rey nos decreta preceptos, cuyas leyes estudiamos antes de su cumplimiento (estudiar para cumplir). Pero en el momento de cumplir el precepto (el precepto del Rey), realizamos una unificación (yijud) [21] – “En aras de la unificación del Santo, bendito sea, y Su Shejiná, en nombre de todo Israel”. En el momento de la unificación, nuestro desposorio con Hashem, por así decirlo, Hashem es el Novio y nosotros somos la Novia.

Padre-Rabino-Rey-Novio

De todo lo anterior resulta que en la oración Hashem es Padre (“Padre nuestro, Padre misericordioso, el que se apiada, ten piedad de nosotros” [22]), que luego se convierte en Rabino (en el secreto de que “la conducta apropiada precede a la Torá” [23], y “conducta apropiada” (דרך ארץ, dérej éretz) tiene la misma guematria que “oración” (תפלה, tefilá), como es sabido), y después en Rey, y finalmente, en Novio [24].

En correspondencia con las letras del Nombre de Hashem (י-ה-ו-ה), la combinación Padre-Rabino-Rey-Novio es י-ה-ה-ו:

  • En la oración –especialmente en la Amidá, la oración de Atzilut, como se mencionó– nos paramos ante Hashem en un estado de anulación absoluta [25] (la interioridad de la Sabiduría – Jojmá, que se revela en Atzilut [26]), el secreto de la Iud (י) del Nombre de Hashem.
  • Durante el estudio, sentados en lugar de de pie [27], nuestro intelecto está abierto para recibir el intelecto del Rabino, que es el nivel de la Hei (ה) superior del Nombre de Hashem (que ilumina en el Mundo de la Creación – Briá, el mundo del intelecto [28]).
  • Al estudiar en aras del Cielo para cumplir, momento en que Hashem es Rey, aceptamos sobre nosotros el yugo del Reino de los Cielos, el nivel de la Hei (ה) inferior del Nombre de Hashem.
  • Finalmente, en el momento de la unificación misma del cumplimiento del precepto, se realiza la unificación de la Vav y la Hei del Nombre, donde Hashem es el Novio y nosotros la Novia. El Novio es el secreto de la Vav (ו).

La combinación י-ה-ה-ו es el secreto de los Tefilín de Rabeinu Tam [29], que corresponden a los estados mentales de Aba (Padre/Sabiduría) [30], en el secreto de que “el aire de la Tierra de Israel otorga sabiduría” [31], y cuyo poder y propósito es “traer los días del Mashíaj” [32].


  • Rezamos a Hashem desde los Patriarcas que están en nosotros, a través de los Patriarcas que están por encima de nosotros, hacia el Padre de los Patriarcas, nuestro Padre celestial, el Santo, bendito sea.
  • Así también, la Torá asciende a Hashem a través del alma de Moshé nuestro maestro, quien entregó la Torá a Israel.
  • Para llegar de Padre (Av = 3) a Rabino (Rav = 202), se debe añadir 199, que es la guematria de tzedaká (caridad).
  • Se debe dar tzedaká en el camino de la sinagoga a la casa de estudios, del servicio de la oración al estudio de la Torá.
  • El estudio proviene de la boca del Rabino, pero cuando el estudio es en aras del Cielo, es decir, “estudiar para cumplir”, el Rabino se convierte en Rey.
  • En la oración Hashem es Padre, que luego se convierte en Rabino, y después en Rey, ¡y finalmente en Novio!

Notas:

[1] Bereshit Rabá 47:8; Zohar III, 28b.

[2] Se explica en el Jasidut que, como nuestras oraciones son ‘materiales’ (letras que son un aliento físico que sale de la boca del cuerpo, y todo desde una conciencia de este mundo), es necesario que los ángeles purifiquen las oraciones, las eleven y tejan con ellas coronas para Hashem. Así como en una carroza los caballos, que están por debajo del jinete, pueden llevarlo a un lugar al que no podría llegar por sí mismo, así los ángeles –aunque están por debajo de las almas– pueden elevar las oraciones de las almas a donde las almas mismas (revestidas en un cuerpo) no pueden. Ciertamente, las carrozas de los ángeles están en los mundos inferiores (Beriá, Yetzirá, Asiá), pero la Carroza superior, la Carroza de Atzilut (y aún más arriba), es la carroza de los Patriarcas, y es precisamente con su fuerza que se pueden elevar las oraciones hasta el infinito.

[3] Pri Etz Jaim, Shaar HaTefilá, cap. 6.

[4] Éxodo 32:13. Y otros.

[5] Talmud, Taanit 2a.

[6] Zohar III, 179b; Shaar HaGuilgulim, final de la introducción 31. Y en muchos otros lugares.

[7] Malaji 3:22.

[8] Anteriormente se habló de la ascensión de la oración y la Torá (de abajo hacia arriba), y aquí se habla de la emanación y el efecto resultante de ello: el recuerdo del estudio y la aceptación de las oraciones.

[9] Del libro “Haiom Iom”, 26 de Tamuz: “En el estudio, la entrega de la persona es a algo que desea entender y entiende; en la oración, la entrega es a lo que está por encima del intelecto y el entendimiento. En el estudio de la Torá, la persona se siente como un alumno ante su rabino; en la oración, como un hijo ante su padre”.

[10] Ishaia 32:17.

[11] Avot 1:2.

[12] Salmos 17:15.

[13] Shulján Aruj, Yoré Deá 249:14.

[14] Ver Tania, Igueret HaKodesh 8.

[15] Talmud, Babá Metziá 2:11. Nuestros Sabios comparan allí al rabino y al padre: “su padre lo trajo a este mundo, y su rabino, que le enseñó sabiduría, lo trae a la vida del Mundo Venidero”. En general, el rabino y el alumno son considerados como padre e hijo, y a una edad temprana, el rabino es el emisario del padre para cumplir el precepto de enseñar Torá a su hijo. Es decir, hay una cierta identidad entre el padre y el rabino.

[16] Tania, cap. 30; Igueret HaTeshuvá, cap. 1.

[17] Avot 4:5. En el estudio lishmá (en aras del Cielo) hay muchos niveles. “Estudiar para cumplir” es un nivel relativamente bajo (pero necesario). El énfasis aquí está en la transición vital del estudio de la Torá como un precepto en sí mismo al estudio de la Torá como una ‘preparación para el precepto’ del cumplimiento que debe seguirle.

[18] Sobre la relación entre rabino y rey, ver también los discursos “Venajá alav rúaj Hashem”, “Y reposó sobre él el Espíritu de Hashem” de 5709 y 5725.

[19] Salmos 48:3.

[20] Basado en Talmud, Guitín 62a.

[21] Cuando se nos ordena el precepto, el énfasis está en mitzvá en el sentido de tzivúi (orden), una obligación que nos impone el Rey. En el cumplimiento práctico del precepto, el énfasis está en mitzvá en el sentido de tzavta (compañía, unión), por el sentimiento de que la persona ‘sale de sí misma’ y se encuentra con Hashem, quien cumple el precepto a través de ella.

[22] De la bendición “Ahavat Olam”.

[23] Vaikrá Rabá 9:3.

[24] Aquí hay una ‘expansión’ de la estructura de “Padre nuestro, Rey nuestro, Tío nuestro” que se ha estudiado muchas veces, donde el nivel de “Padre nuestro” se ‘desdobla’ aquí en Padre y Rabino.

[25] Ver también Tania, cap. 39.

[26] Ver Tikunéi Zohar 6 (23a).

[27] Ver Talmud, Meguilá 21a.

[28] Ver Tikunéi Zohar citado en la nota 26.

[29] Shaar HaKavanot, Drushei Tefilín, Drush 6.

[30] Etz Jaim, Shaar HaKavanot, Inian HaTefilín, Drush 6.

[31] Talmud, Babá Batrá 158b.

[32] Basado en Talmud, Berajot 1:5.

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