LA DOBLE REDENCIÓN DEL ADMUR HAZAKÉN

Por Nir Manusi

19 de Kislev es llamado el “Rosh Hashaná del Jasidismo”. Pero ¿cuál es en realidad el significado de este día y en qué nos concierne? Para ello debemos conocer en profundidad la relación entre las dos figuras centrales vinculadas a él: el Maguid de Mezeritch y Rabí Shneur Zalman de Liadí.

RESUMEN

Una fecha fundamental en la historia espiritual de Israel, especialmente para el jasidismo Jabad. En este día confluyen dos acontecimientos decisivos: el fallecimiento del Maguid de Mezeritch, sucesor del Baal Shem Tov, y la liberación del Admur HaZakén, Rabí Shneur Zalman de Liadí, de su encarcelamiento en la Rusia zarista. Estos dos hechos no son casuales ni independientes, sino que revelan una profunda estructura espiritual que expresa el desarrollo interno del jasidismo.

El Maguid de Mezeritch representa el pilar de la plegaria (avodá) dentro del jasidismo. Fue él quien transformó las enseñanzas del Baal Shem Tov en un sistema de vida espiritual centrado en la adhesión a Dios a través de la oración profunda. En cambio, el Admur HaZakén representa el pilar de la Torá, al sistematizar el pensamiento jasídico en una estructura intelectual rigurosa, especialmente a través de su obra fundamental, el Tania, considerado la “Torá escrita del jasidismo”.

El encarcelamiento del Admur HaZakén se debió a acusaciones falsas promovidas por opositores al jasidismo, que temían que este condujera a la herejía. Su liberación, ocurrida tras 53 días de prisión, fue interpretada como una señal celestial de que el camino de la jasidut había sido legitimado desde lo Alto. Por ello, este día se convirtió en la festividad de la “Redención”, marcando el inicio de una expansión abierta y pública del jasidismo.

Sin embargo, la redención no quedó completa el mismo 19 de Kislev. Aunque el Admur HaZakén fue liberado ese día, su liberación plena solo se concretó en la noche del 20 de Kislev, cuando los jasidim finalmente lo rescataron de la casa de un opositor donde había sido llevado por error. Allí sufrió duras críticas contra la jasidut, que le causaron un dolor más profundo que el propio encierro físico. Este sufrimiento no fue personal, sino espiritual: reflejaba su angustia por no haber logrado aún unir a jasidim y opositores.

Este hecho se conecta con un episodio anterior: la publicación del Tania también fue retrasada del 19 al 20 de Kislev, revelando que el Admur HaZakén poseía un día propio, una misión distinta aunque continuadora de su maestro. Mientras el 19 de Kislev corresponde principalmente al Maguid —pilar de la oración— el 20 de Kislev expresa el pilar de la Torá, la misión única del Admur HaZakén.

La esencia de su propósito fue unir dos mundos: el mundo jasídico centrado en la emoción y la plegaria, y el mundo lituano enfocado en el estudio racional de la Torá. Su nombre, “Shneur” (dos luces), simboliza esta doble dimensión: la Torá revelada y la Torá oculta. Su método de estudio, característico de Jabad, busca transformar el corazón a través del intelecto: un “camino largo y corto”, largo por el análisis, pero corto por su eficacia espiritual.

Hay aquí una profunda enseñanza actual: hoy la mayor fractura ya no es entre jasidim y opositores, sino entre quienes aún viven con Torá y plegaria y quienes se han alejado de ambas, atrapados en la cultura material de las “manos de Esav”. La misión inspirada por el Admur HaZakén sigue vigente: llevar la voz de Iaacov (Torá y plegaria) a las manos de Esav (ciencia y arte), para iluminar el mundo desde dentro.

Así, la doble redención de Kislev no es solo un recuerdo histórico, sino un llamado permanente a integrar fe, mente y acción, hasta alcanzar la redención interior del pueblo de Israel y del mundo entero.

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Versión completa

LA DOBLE REDENCIÓN DEL ADMUR HAZAKÉN

El 19 de Kislev, también conocido como el “Rosh Hashaná del Jasidismo”, es la festividad central del jasidismo Jabad, pero en la práctica es celebrada por numerosos judíos mucho más allá de sus propios círculos. Cada año se convierte en un punto de encuentro para farbrenguens y clases en todo el país y en el mundo, en los que participan miles de personas que vienen a escuchar la enseñanza jasídica y a entonar sus melodías. Pero ¿cuál es, en esencia, el significado de este día, y qué tiene que ver con nosotros?

El 19 de Kislev conmemora dos acontecimientos importantes en la historia del jasidismo, a saber (en orden cronológico):

A. El día del fallecimiento de Rabí Dov-Ber, el “Maguid” de Mezeritch, en el año 5533 (1773).
El Maguid de Mezeritch fue el sucesor del Baal Shem Tov y quien comenzó a convertir su enseñanza en un camino de vida y en un movimiento de gran alcance. Casi todos los fundadores de las distintas corrientes jasídicas fueron sus discípulos, quienes tras su fallecimiento se dispersaron por Rusia y Polonia y establecieron centros jasídicos.
Como es sabido, el día del fallecimiento de un justo es considerado en el judaísmo como su “hilulá”, ya que en ese día su alma se une con su Creador. Además, se explica que precisamente después del fallecimiento la luz de un tzadik puede brillar con mayor intensidad, como se percibe claramente en que la esencia de su influencia sobre el mundo comienza realmente entonces.

B. La liberación del encarcelamiento de Rabí Shneur Zalman de Liadí, el primer Rebe de Jabad, quien fue uno de los más grandes discípulos del Maguid. Este acontecimiento ocurrió 26 años después del fallecimiento del Maguid, en el año 5559 (1799).
Rabí Shneur Zalman —llamado por sus jasidim el “Admur HaZakén”, y conocido también como el “Baal HaTania” (por su libro principal)— estuvo encarcelado en la prisión del zar ruso durante 53 días, sobre la base de acusaciones falsas de conspiración contra las autoridades. Estas calumnias fueron difundidas, lamentablemente, precisamente por judíos de entre los “opositores” al jasidismo, quienes temían —hoy sabemos que sin fundamento— que el jasidismo condujera a la herejía.

De estos dos acontecimientos, el segundo, la redención del Admur HaZakén de la prisión, es el que se considera el más significativo, y por él se denomina al 19 de Kislev “Rosh Hashaná del Jasidismo” (y también “Fiesta de la Redención”).
La liberación del célebre Rebe de Jabad, junto con la remoción del yugo de las persecuciones del gobierno contra los jasidim, constituyó una especie de “luz verde” para la difusión pública de la enseñanza jasídica: una señal desde el Cielo de que no hay que temer los intentos de sabotaje de los opositores al jasidismo, sino, por el contrario, intensificar aún más la difusión de la luz del jasidismo entre el público.

Como personas creyentes, debemos preguntarnos: ¿cuál es el vínculo interno entre estos dos acontecimientos? Esta pregunta es especialmente necesaria a la luz del hecho de que, al parecer, el propio Maguid de Mezeritch aludió en el día de su fallecimiento al suceso que habría de ocurrir en esa misma fecha años más tarde.
Mientras yacía en su lecho de enfermedad, el Maguid llamó a su querido discípulo Rabí Shneur Zalman —quien con el tiempo sería conocido como el Admur HaZakén— y le dijo una frase que en ese momento resultó enigmática para él:
Zalman —le dijo—, este es nuestro día festivo”.

Solo cuando se abrió la puerta de la celda de prisión del Admur HaZakén, exactamente 26 años después, y se le informó de su liberación, comprendió el significado de las palabras de su maestro: ese día se convirtió también para él en un día festivo personal, la fiesta de su redención del encarcelamiento.

Antes de intentar comprender en profundidad la conexión entre ambos sucesos, debemos conocer un detalle adicional significativo sobre la liberación del Admur HaZakén.
Aunque salió de la prisión al mediodía del 19 de Kislev, su liberación completa en realidad solo se concretó por la noche, es decir, en el inicio del 20 de Kislev. Por esta razón, es costumbre celebrar ambos días juntos (algo similar a lo que ocurre con el Rosh Hashaná general del pueblo judío, que dura dos días).

¿QUÉ OCURRIÓ DURANTE ESAS HORAS ENTRE LA SALIDA DE LA PRISIÓN Y LA NOCHE DEL 20 DE KISLEV?

Al salir de la cárcel de Petersburgo, los guardias preguntaron al Admur HaZakén a dónde deseaba que lo llevaran, y él les dio la dirección de uno de sus jasidim cercanos. Sin embargo, al llegar al edificio, se produjo un error, y los guardias lo introdujeron en la casa de otro judío, que pertenecía precisamente al grupo de los “opositores” de entre los cuales había surgido la delación que había provocado su encarcelamiento desde un principio.

El judío quedó atónito al ver al Rebe liberado. Aun así, recobró la compostura, lo recibió como huésped e incluso le ofreció refrigerio en honor a su liberación. Por otro lado, aprovechó las horas que el Rebe permaneció en su casa para afligirlo con palabras de reproche y crítica contra el camino del jasidismo.

Sobre esas horas dijo más tarde el Admur HaZakén que fueron más difíciles que todas las decenas de días en la prisión rusa. Esta afirmación no resulta fácil de comprender en un primer momento, pero con la ayuda de Dios llegaremos a entenderla en profundidad más adelante.

LOS TRES PILARES DEL JASIDISMO

Para comprender mejor la figura del Alter Rebe y el significado profundo de los eventos de 19-20 de Kislev, debemos dar un paso atrás y obtener una mejor imagen de las tres personalidades que encarnan las primeras tres generaciones del Jasidismo.

Como se mencionó anteriormente, el Jasidismo fue fundado por Rabí Israel Baal Shem Tov; su principal sucesor fue el Maguid de Mezritch; y el discípulo del Maguid que puede verse como representante de la tercera generación fue Rabí Shneur Zalman de Liadi (el Alter Rebe). Es cierto que el Alter Rebe no fue el único discípulo del Maguid, y junto a él estudiaron otros discípulos importantes, quienes, como se dijo, en su mayoría fundaron corrientes gloriosas dentro del Jasidismo. Sin embargo, como veremos más adelante, hay bases sólidas para afirmar que, al menos en un sentido significativo, él constituyó una figura central de una manera que justifica su definición como la encarnación de la tercera generación del Jasidismo.

En la tradición de Jabad, se acostumbra comparar estas tres personalidades con los tres Patriarcas de nuestro pueblo: Abraham, Isaac y Jacob. Los tres primeros líderes del Jasidismo sirvieron, por así decirlo, como los tres patriarcas del Jasidismo, y por lo tanto reflejaron en miniatura la dinámica de la sucesión generacional que caracterizó a los padres de la nación: el Baal Shem Tov fue, por así decirlo, el “Abraham” del Jasidismo, el Maguid de Mezritch su “Isaac”, y el Alter Rebe su “Jacob”. De hecho, el Alter Rebe se describió a sí mismo como el “hijo” espiritual del Maguid y el “nieto” espiritual del Baal Shem Tov.

Una buena manera de entender tanto la relación entre los tres Patriarcas como el paralelismo entre ellos y los tres primeros Rebes del Jasidismo, es ver a los Patriarcas como reflejos de las famosas “tres cosas” sobre las que “el mundo se sostiene” según Pirkei Avot: “Sobre la Torá, sobre el Servicio [el servicio de los sacrificios, que en nuestra generación se realiza a través de la oración] y sobre los actos de bondad (Gmilut Jasadim)” (Pirkei Avot 1:2). Estas tres cosas simbolizan la principal innovación en el servicio Divino de cada uno de los tres Patriarcas, en orden inverso:

El gran benefactor de los Patriarcas es Abraham Avinu. Abraham, llamado por el profeta “Abraham mi amigo” (Isaías 41:8), una expresión de amor y bondad (Jésed), es famoso por su hospitalidad, como se evidencia en la descripción de cómo recibió a los ángeles en forma de hombres que llegaron a su tienda, y es descrito en los Midrashim como un hombre de constante bondad y generosidad.

Isaac Avinu complementó a su padre enfocando su servicio en sí mismo y en su entorno cercano (permaneció toda su vida en la Tierra de Israel y se ocupó de cavar pozos), en el aspecto de la cualidad de Guevurá (rigor/fortaleza). La expresión espiritual de esto es el enfoque en la oración (como está escrito explícitamente “Y salió Isaac a meditar al campo”, y como se alude en la guematría según la cual “Itzjak” más “Rivka” suma “Tefilá” – oración).

Finalmente, Jacob Avinu es descrito como un “hombre íntegro que habitaba en tiendas”, lo que según el Midrash significa que se sumergió en la “tienda de la Torá”. El pilar de la Torá se describe como el pilar central entre los tres, que combina los otros dos; de la misma manera, Jacob representa la fusión equilibrada de las cualidades de su padre y su abuelo.

He aquí que podemos ver que la misma relación caracteriza también a los tres padres del Jasidismo. Aunque aparentemente la principal innovación de todos ellos fue en el campo de la Torá – todos eran rabinos eruditos que se dedicaban al estudio y la enseñanza y generaban nuevas ideas en la Torá – si se observa con más detalle, se ve que cada uno de ellos destaca un aspecto diferente de la Torá y lo aplica de una manera diferente, de forma paralela al orden del servicio de los Patriarcas:

El Baal Shem Tov es el Abraham Avinu del Jasidismo, el pilar del Jésed (bondad). El Besht fundó el Jasidismo como un movimiento de Gmilut Jasadim (actos de bondad), que se integró en los pueblos judíos y creó una conexión con los judíos sencillos (de hecho, el nombre mismo del movimiento, aunque no fue dado por el Besht mismo, se deriva de la palabra Jésed). En la base de la forma revolucionaria de estudio de la Torá que él reveló, se encontraba la revolución más fundamental que colocó el valor de los actos de bondad por encima de todo. Todo estudio de la Torá, mostró él, es estéril si no va acompañado de una verdadera rectificación de las cualidades del corazón, comenzando por la primera y principal cualidad, la cualidad de Jésed.

El Maguid de Mezritch es el Isaac Avinu del Jasidismo, el pilar del Servicio (Avodá). El Maguid es quien desarrolló el Jasidismo hasta convertirlo en una forma de vida, que incluye un trabajo interior profundo y diario (llamado simplemente “Avodá” en el lenguaje de los jasidim). También él tenía una Torá amplia y profunda, en algunos aspectos incluso más que la de su maestro; pero el propósito de toda su Torá era saber cómo orar – y por extensión, servir a Dios todo el día como en una oración constante – de una manera que lleve al apego (Dvekut) a Dios. Se puede decir que el Maguid construyó la “columna vertebral” del servicio jasídico, que enderezamos e inclinamos durante la oración.

El Alter Rebe es el Jacob Avinu del Jasidismo, el pilar de la Torá. El Alter Rebe se apoyó en los pilares de sus dos predecesores y se nutrió de su Torá, pero fue él quien desarrolló la Torá del Jasidismo hasta convertirla en un pensamiento sistemático, completo y ordenado. No en vano el Jasidismo que él fundó se llama Jasidismo Jabad, acrónimo de las tres Sefirot intelectuales del árbol cabalístico de las Sefirot: Jojmá (Sabiduría), Biná (Entendimiento) y Daat (Conocimiento). Este es un Jasidismo que se basa en la concepción de que la verdadera y completa rectificación del corazón debe pasar a través de la contemplación intelectual en la Torá del Jasidismo.

De hecho, hasta el día de hoy no se puede comparar la literatura del pensamiento de Jabad con la de otros grupos jasídicos; esta sobresale por encima de las demás tanto en términos del volumen de tomos y los temas tratados en ellos, como en términos de la profundidad y el detalle del estudio. Por estas razones, se debe ver al Alter Rebe como la encarnación de la principal innovación de la tercera generación del Jasidismo. (En este contexto, cabe señalar que se cuenta que después del fallecimiento del Maguid, sus propios discípulos se ocuparon de la purificación de su cuerpo e hicieron un sorteo sobre quién purificaría qué miembro. El Alter Rebe ganó la cabeza, una clara señal del Cielo de que él era el heredero de la Torá del Maguid).

El orden Gmilut Jasadim–Oración–Torá se expresa en la costumbre del Arizal de decir las palabras “Acepto sobre mí el mandamiento positivo de ‘amarás a tu prójimo como a ti mismo'” antes de la oración de Shajarit. Entonces, el orden de la mañana se convierte en la aceptación del mandamiento de Gmilut Jasadim (y amarás a tu prójimo como a ti mismo), luego la oración, y luego el estudio de la Torá.

LOS DILEMAS DEL JOVEN SHNEUR ZALMAN

La historia de la llegada del Alter Rebe a la corte del Maguid arroja luz adicional sobre este paralelismo entre los patriarcas del Jasidismo y sus tres pilares. En un momento determinado, el Alter Rebe dudaba sobre dónde ir a estudiar: si a Vilna, el lugar de residencia del “Gaón de Vilna” (el Gra), o a Mezritch, el lugar de residencia del Maguid. Debemos entender que en aquellos días no se podía imaginar una duda más extrema: el Maguid era el sucesor del Baal Shem Tov y líder de los jasidim, y el Gaón de Vilna era el rabino indiscutible del mundo de las yeshivot lituanas, los “Mitnagdim” (opositores) acérrimos al Jasidismo. El simple hecho de que el Alter Rebe estuviera en este dilema es suficiente para enseñarnos sobre su carácter único. No se conocen otros grandes líderes jasídicos para quienes Vilna y el camino lituano fueran una opción en la misma medida que lo eran para el Alter Rebe.

Sin embargo, cuando llegó el momento de decidir, el Alter Rebe eligió Mezritch. Y así justificó su elección: “Estudiar me parece que puedo, pero cómo orar no sé en absoluto” (Beit Rebi, capítulo 2, nota 2). En Vilna enseñaban cómo estudiar Torá y en Mezritch enseñaban cómo orar, y el Alter Rebe sentía que debía construir dentro de sí principalmente el nivel de la oración. Cuando tomamos en cuenta que el joven Shneur Zalman fue un prodigio desde su infancia, y que con solo 13 años mereció ser llamado por los rabinos de su comunidad “el Sabio Maravilloso” y “Nuestro Maestro el Rabí Shneur Zalman” (Beit Rebi, capítulo 1), entendemos qué eufemismo usó con respecto a sí mismo con las palabras “estudiar me parece que puedo”.

Esta historia nos ilustra dos cosas centrales: una, que ya en la juventud del Alter Rebe, la figura del Maguid representaba el aspecto de la oración en el Jasidismo: Mezritch era el lugar donde se aprende a orar; y la segunda, que en la balanza del Alter Rebe, la Torá pesaba casi igual que la oración, hasta el punto de que dudó entre las dos. Aunque decidió a favor de la oración y fue a Mezritch, parece que esta elección fue una forma de tomar un camino largo e indirecto para regresar a la Torá desde un lugar más profundo. También se puede decir así: para hacer crecer la Torá única del Jasidismo, que luego se reveló como la principal innovación del Alter Rebe, primero hay que caminar por sus senderos (saber orar) y solo entonces profundizar en su Torá (saber estudiar, como un jasid), exactamente como “Haremos y escucharemos” (Naasé VeNishmá).

El hecho de que el Alter Rebe considerara inicialmente ir a Vilna era evidente incluso durante su estancia en la casa de estudio del Maguid. Era conocido por su gran afinidad por el estudio de la Torá revelada (Niglé) y por la forma de estudio sistemática y racional que caracteriza a los eruditos lituanos. No en vano, el Maguid lo eligió para escribir una nueva edición del “Shulján Aruj” (esta edición, conocida popularmente como el “Shulján Aruj HaRav”, adorna hasta hoy los estantes de cualquier yeshivá seria, y constituye una de las fuentes que se ponderan en las decisiones halájicas).

EL PROPÓSITO DEL ADMUR HAZAKÉN

El Admur HaZakén buscó unificar dentro de sí mismo las dos corrientes entre las cuales dudó en su juventud: el valor jasídico de la plegaria y el valor lituano del estudio. Este carácter, que aspiraba a integrar y armonizar los dos lados de la disputa jasídico-lituana, se refleja incluso en su nombre: Shneur (dos luces). Los dos resplandores a los que alude su nombre suelen interpretarse como las dos partes de la Torá: la luz revelada de la Torá, en la que se ocupan principalmente los lituanos, y la luz oculta de la Torá, en la que se ocupan principalmente los jasidim.

Desde esta mirada amplia y compleja, el Admur HaZakén desarrolló el método de estudio que se convirtió en la seña distintiva de la literatura de Jabad: un estudio que profundiza en los temas internos de la jasidut como si fueran suguiot de Guemará, con profundidad, sistematicidad y concentración. Este camino —creía él—, aunque es más indirecto e intelectual que el estudio jasídico típico, penetra más profundamente en el corazón y produce un cambio más duradero.

En la expresión que tomó de la Guemará para el portal de su libro Tania (que es costumbre estudiar precisamente el 19 de Kislev), su camino en la jasidut es un “camino largo y corto” hacia el corazón: es más largo a corto plazo porque pasa por el intelecto y el estudio analítico, pero demuestra ser más corto al final, porque llega con mayor seguridad a la interioridad del corazón.

En verdad, el Admur HaZakén aspiró a unir la jasidut y el mundo lituano no solo en su interior y entre sus jasidim, sino también en la realidad misma: hacer la paz entre jasidim y lituanos; lograr que los jasidim valoraran las cualidades del mundo lituano, y más aún, convencer a los lituanos de que el “demonio jasídico” no era tan terrible —y en verdad no era un demonio en absoluto—. La decisión de la jasidut de difundir la enseñanza de la Cabalá y vivir conforme a ella es correcta y legítima, y los temores frente a ella son infundados.

De hecho, el Maguid le dijo al Admur HaZakén que esta era su misión especial:
“El poder que Hashem te ha otorgado —le dijo— es el de ‘un fuego permanente arderá sobre el altar, no se extinguirá’ (Vaikrá 6:6). Tú has sido dotado con la fuerza para endulzar y reparar la oposición a la Torá de la jasidut; el ‘no’ de la oposición tú lo apagarás. Este es el propósito especial de la Torá de Jabad que traes al mundo”.

EL INTENTO DE CUMPLIR SU MISIÓN

El Admur HaZakén intentó concretar esta misión. Viajó a Vilna acompañado de su influyente maestro y amigo cercano, Rab Menajem Mendel de Vitebsk, con el objetivo de reunirse con el Gaón de Vilna (el Gra) y tratar de convencerlo del grave error de identificar a la jasidut con herejía.

Lamentablemente, el encuentro no llegó a realizarse: el gran Gaón rehusó recibir a los dos jasidim, y ellos se vieron obligados a regresar con las manos vacías. Se suele juzgar al Gaón favorablemente explicando que fueron sus discípulos quienes inclinaron su corazón, sembrando en él una impresión errónea sobre los jasidim.

Hay muchas razones para suponer que, si el encuentro se hubiera producido y el Gra hubiera conocido a un jasid como el Admur HaZakén —temeroso del Cielo y un erudito consumado tanto en la Torá revelada como en la oculta—, habría cambiado de opinión, y los conflictos que se desarrollaron entre jasidim y opositores habrían sido evitados. La Providencia quiso que no fuera así (y todos debemos tomar nota de esto, pues significa que el esclarecimiento entre la jasidut y la oposición aún no se ha completado).
Este relato añade un rasgo esencial a la figura del Admur HaZakén: el Rebe que fue el pilar de la Torá de la jasidut, y que como tal sintió también una misión especial hacia los eruditos lituanos de su generación.

DOS DÍAS, DOS MISIONES

Ahora que hemos comprendido la relación entre el Admur HaZakén y su maestro el Maguid, podemos volver al otro enigma que quedó abierto desde el comienzo del artículo:
¿Cuál es el significado del misterioso retraso en la casa del opositor, al que llegó el Admur HaZakén al salir de la prisión rusa, y que extendió la festividad del 19 de Kislev hasta el día siguiente?

Para entenderlo debemos saber que hubo otro acontecimiento, pequeño pero significativo, ocurrido el 20 de Kislev, dos años antes del encarcelamiento y la redención del Admur HaZakén. Este hecho estuvo relacionado con la primera publicación del libro Tania. Como se mencionó antes, el Tania es el libro principal del Admur HaZakén. Además existen muchos tomos voluminosos que reúnen sus numerosos escritos y discursos jasídicos, pero el Tania concentra la esencia de su renovación en el servicio jasídico. En Jabad, el Tania fue llamado “la Torá Escrita de la jasidut”, mientras que el resto de los escritos se consideran su “Torá Oral”.

Cuando llegó el momento de publicarlo, el Admur HaZakén se preparó para hacerlo el 19 de Kislev, en honor al aniversario del fallecimiento de su amado maestro, el Maguid de Mezeritch. Hizo todos los esfuerzos posibles: lo concluyó y lo envió a la imprenta. Sin embargo, desde el Cielo no se lo facilitaron, y un retraso inesperado postergó la publicación un día, al 20 de Kislev.

Este pequeño hecho podría parecer insignificante, y alguien que no asigna sentido a cada detalle de la realidad lo habría descartado sin más. Pero el Baal Shem Tov inculcó a sus discípulos la enseñanza de escuchar atentamente todo acontecimiento de la realidad, pequeño o grande, buscando oír en él la palabra de Hashem que se oculta en su interior. También en el retraso de la impresión del Tania se esconde un mensaje profundo.

El Admur HaZakén deseaba que su libro saliera en el aniversario de su maestro. Estaba anulado ante su maestro y su Torá, y desde su perspectiva toda su sabiduría se derivaba de él. Pero el hecho de que, desde lo Alto, los acontecimientos se desarrollaran de modo tal que su libro saliera al día siguiente, en un día nuevo, contenía un mensaje: que el Admur HaZakén, con todo su anhelo de anulación ante su maestro, tenía una misión propia en el mundo, que brilla en otro día. Él es continuador del Maguid, pero posee una dimensión única propia. Mientras que el Maguid es el pilar de la plegaria de la jasidut, el Admur HaZakén es el pilar de la Torá. Es un asunto distinto, y debe expresarse en un día distinto, aunque esté unido y emane directamente del anterior.

LA SEGUNDA REDENCIÓN: EL 20 DE KISLEV

Ahora podemos comprender mejor el significado del retraso en la casa del opositor, ocurrido el 20 de Kislev, dos años más tarde. Cuando el Admur HaZakén fue liberado de su encarcelamiento el 19 de Kislev, fue una redención inmensa para él. En ese instante comprendió las palabras que el Maguid le había dicho antes de fallecer: “este es nuestro día festivo”.

Sin embargo, la redención del 19 de Kislev todavía reflejaba su condición de continuador del Maguid, el pilar de la plegaria; aún no expresaba su dimensión esencial propia, la del pilar de la Torá. En efecto, el momento en que se abrió la puerta de su celda y se le anunció su liberación ocurrió cuando el Admur HaZakén estaba sumergido en la plegaria con un libro de Salmos. Precisamente había llegado a las palabras “Redime en paz mi alma” (Salmo 55). El resto del versículo, desde esas palabras en adelante, fue musicalizado más tarde por los jasidim, y ese nigún se convirtió en el “himno” del 19 de Kislev.

La fase de la redención que reflejaba su esencia propia tuvo lugar en su propio día, el 20 de Kislev, el mismo día en que, dos años antes, su libro había salido a la luz por Providencia Divina. Esta fue otra redención, más personal y más profunda, dirigida a él de manera específica.

Dado que el Admur HaZakén es el pilar de la Torá de la jasidut, y que su misión era acercar a jasidim y lituanos mediante el desarrollo de una Torá que abarque ambos mundos, su redención estuvo ligada precisamente a un encuentro con un lituano. Esta es también la clave para entender la profundidad de su afirmación de que las horas que pasó en la casa del opositor fueron más dolorosas que todos los días en la prisión rusa.

No había en su corazón resentimiento alguno contra el opositor, Dios libre; se trataba de otro tipo de sufrimiento: un dolor interior por no haber logrado aún cumplir su misión, hacer las paces entre los mundos y llevar la Torá de la jasidut a las almas de todo el pueblo de Israel. El encuentro con el opositor le mostró cuán grande seguía siendo la brecha entre estos dos grupos de judíos y cuán largo aún era el camino hacia la reparación. Esto fue lo que le causó un dolor tan grande, inconmensurablemente mayor que los sufrimientos del encarcelamiento entre los gentiles.

Esta comprensión explica también la conducta del Admur HaZakén cuando, finalmente, los jasidim lo encontraron en la casa del opositor, tarde en la noche del 20 de Kislev. Cuando los jasidim comprendieron que el opositor había afligido a su Rebe con sus palabras, se enfurecieron y quisieron afligirlo en respuesta. Pero el Admur HaZakén enfrió sus ánimos, insistió en permanecer allí hasta terminar su taza de té, y agradeció al dueño de casa por haberlo recibido con honor.

EPÍLOGO: “LA VOZ DE IAACOV Y LAS MANOS DE ESAV”

Para concluir, nos detendremos en una hermosa alusión que nos revela la guematría de las dos fechas que hemos analizado: 19 de Kislev (135) y 20 de Kislev (136).

Las dos dimensiones del Maguid y del Admur HaZakén encarnadas en estos días —la plegaria y la Torá— están insinuadas también en la parashá Toldot del libro de Bereshit, que se lee cerca del comienzo del mes de Kislev. Cuando Iaacov se disfraza de Esav y acude ante su padre Itzjak para recibir las bendiciones de la primogenitura, Itzjak lo palpa y pronuncia la famosa frase:
“La voz es la voz de Iaacov, y las manos son las manos de Esav” (Bereshit 27:22).

Suele explicarse este versículo como una enseñanza de que la fuerza de Israel reside principalmente en su boca y su voz, mientras que la fuerza de Esav —y, en un sentido amplio, de las naciones del mundo— reside sobre todo en sus manos, en la acción.

Ahora bien, la expresión se refiere a dos “voces” en Iaacov: “hakól” (la voz) y “kol” (voz). En la jasidut es habitual interpretar estas dos palabras como una alusión a dos tipos de voz sagrada en el pueblo de Israel, es decir, a dos formas de expresión espiritual que caracterizan al judaísmo: la Torá y la plegaria.
(No es casualidad que toda la expresión “la voz es la voz de Iaacov” haya sido dicha por Itzjak, el pilar de la plegaria entre los patriarcas, a su hijo Iaacov, el pilar de la Torá).

¿Cuál de las dos palabras representa cada dimensión? La clave está en las diferencias entre las palabras.
La palabra “hakól” (הקול) está escrita de manera defectiva (sin vav) y comienza con la letra hei (ה). Por ello representa a la plegaria, que brota desde la carencia, y que en la Cabalá está simbolizada por la última hei del Nombre de HaShem, que expresa un movimiento ascendente, como el de la oración.
La palabra “kol” (קול), en cambio, está escrita de forma plena e incluye la letra vav (ו). Por ello representa a la Torá, que surge precisamente de la plenitud de contenido y de verdad, y que está simbolizada por la letra vav del Nombre de HaShem, que expresa un movimiento descendente, como la Torá que fue dada desde el Cielo hacia abajo.

Y he aquí que la palabra “hakól” (הקול) equivale exactamente en guematría a 19 de Kislev, y la palabra “kol” (קול) equivale a 20 de Kislev.
Esto encaja de manera perfecta con todo lo que hemos expuesto: que el 19 de Kislev es principalmente el día del Maguid de Mezeritch, el pilar de la plegaria de la jasidut —“הקול”—, mientras que el 20 de Kislev es principalmente el día del Admur HaZakén, el pilar de la Torá de la jasidut —“קול”.

El hecho de que ambas palabras juntas hayan sido dichas por Itzjak a Iaacov —“hakól kol Iaacov”— refleja que ambas fechas quedaron unidas en la vida del Admur HaZakén, en el momento de su liberación de la prisión. Solo que la primera fecha expresa su vínculo con su maestro, mientras que la segunda expresa su día propio y esencial.

TAL COMO ENTONCES, TAMBIÉN HOY

Las controversias que tenemos con las naciones del mundo son secundarias frente a nuestras disputas internas. Estas últimas, que tocan la esencia misma de nuestra alma como pueblo y como sociedad, deberían perturbarnos y quitarnos el sueño mucho antes que las externas.

Sin embargo, a diferencia de la época del Admur HaZakén, hoy la principal brecha que padecemos ya no es entre jasidim y opositores (litvaks). Aunque esa diferencia aún existe, se ha suavizado considerablemente y está lejos de ser tan aguda y dolorosa como en aquellos días.
No: hoy el abismo principal dentro de nosotros se encuentra entre quienes aún guardan Torá y plegaria, y quienes se han alejado por completo de ambas. Estos judíos ya no oscilan entre el “hakól” de la plegaria y el “kol” de la Torá, sino que en su mayoría están aferrados a “las manos de Esav”: la cultura materialista, instintiva y práctica de las naciones, sumergida en los asuntos de este mundo.

Entonces, ¿cómo actualizamos hoy el mensaje del Admur HaZakén y lo hacemos relevante para nuestra generación?
Podemos decir que todo el sentido de “la voz es la voz de Iaacov” es precisamente para que existan “las manos de Esav”. La finalidad de combinar las dos voces —la voz de la plegaria y la voz de la Torá— es que Iaacov sepa vestirse con las manos de Esav, introducir sus manos en lo profundo del mundo de Esav, hasta comprenderlo y refinarlo.
La misión de Iaacov es, en efecto, seguir a Esav hasta dominar sus propias herramientas, hasta poder contenerlo, tal como ocurrió cuando Iaacov venció al ángel de Esav y por ello mereció el nombre de Israel.

Más aún: puede precisarse que cada una de las voces de Iaacov debe vestirse en cada una de las manos de Esav.
El Esav de hoy tiene dos manos principales: la mano de la ciencia y la mano del arte.
La voz de la Torá debe vestirse en la mano de la ciencia de Esav e iluminar su contenido desde dentro, y la voz de la plegaria debe vestirse en la mano del arte de Esav, infundiéndole santidad y fe.
Y esta orquesta necesita un director: debe dirigirla precisamente la Torá —el pilar del Admur HaZakén—, pues ciencia + arte es igual en guematría a Torá

Que merezcamos todos cantar juntos con las dos voces del pueblo de Israel y, por medio de ellas, iluminar al mundo entero:
“Y te expandirás hacia el mar y hacia el oriente, hacia el norte y hacia el sur”.

¡Que sean inscriptos y sellados para un buen año en el estudio de la jasidut y en los caminos de la jasidut!

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