En una ciudad había un hombre rico y respetable. Un día estaba sentado en la sinagoga ofreciendo shmeq tabac, (polvo de tabaco para aspirar) a los dignatarios que lo rodeaban. Un hombre pobre estaba sentado en la puerta y le pidió tabaco. El hombre miró al pobre con arrogancia, cerró la caja de tabaco y el pobre volvió a su lugar avergonzado. Desde entonces, la suerte del noble comenzó a declinar y la del pobre a aumentar.
Después de un tiempo, el pobre se hizo extremadamente rico mientras que el rico perdió todas sus posesiones y comenzó a merodear por las casas mendigando un pedazo de pan. En su ciudad y sus alrededores se acordaban de su riqueza y le daban caridad con generosidad. En su angustia, se unió a un grupo de pordioseros y deambuló de ciudad en ciudad para recolectar caridad. En uno de sus viajes llegó a la ciudad de Baal Shem Tov y pidió caridad al gabai, el encargado del Beithakneset. El gabai le dio la cantidad que era costumbre en la casa del Baal Shem Tov dar a todos los piden. Pero el pobre que había perdido todas sus posesiones pidió más.
El gabai entró al Baal Shem Tov y le preguntó si le daba más al pobre, y cuando el Baal Shem Tov lo aprobó, el gabaisalió y le dio una suma mayor. El pobre no estuvo satisfecho con esto y pidió reunirse con el Baal Shem Tov. El gabai lo trajo al Baal Shem Tov y el pobre con sufrimiento le contó a Baal Shem Tov sobre su gran riqueza y su decadencia y le pidió su consejo y su bendición.
El Baal Shem Tov le preguntó si recordaba el acto aquel del tabaco en el que cerró la caja de tabaco cuando el pobre pidió. El pobre se acordó y su rostro de demudó. El Baal Shem Tov le dijo que en ese momento se decidió en el Cielo que habría de perder todas sus posesiones y que su dinero iría a los pobres despreciados. El pobre le preguntó al Baal Shem Tov cuál es su tikún, su rectificación. El Baal Shem Tov le respondió que debía enfrentar al mismo pobre que se enriqueció a la misma prueba del tabaco. Si el pobre que se enriqueció le negaba el tabaco, su propiedad les sería devueltas. Y si no, seguirá siendo pobre.
El pobre se apresuró a ir a su ciudad y averiguó dónde estaba el lugar de residencia del nuevo rico. Los habitantes de su ciudad le mostraron su lugar de residencia y le dijeron que pronto iba a casar a su hija. El pobre fue a la boda y mientras el pobre que se enriqueció bailaba con su suegro, se dirigió hacia él y le pidió shmek tabac. El pobre que se enriqueció dejó de bailar y le entregó la caja de tabaco al pobre con rostro alegre. El hombre rico que se había empobrecido se desmayó. Cuando despertó, el rico le preguntó el motivo de su desmayo. Inmediatamente le contó la historia del tabaco y las palabras del Baal Shem Tov. Y explicó que la razón de su desmayo fue así se había decretado que sus propiedades nunca volverían a ser suyas.
Cuando escuchó esto, el pobre que se hizo rico, le aseguró que desde ese día hasta el fin de sus días, él cubriría todas las necesidades de él y su familia.
(Recopilación de Historias).Del libro Or Israel.