Antes de que el Baal Shem Tov muera en la festividad de Shavuot, llamó a sus discípulos y les dijo: “cuando cuenten historias sobre mí, no hagan hincapié en los milagros que Dios por amarme me hizo un vehículo para realizar. Más bien, digan de mí que por cada pequeña mitzvá-mandamiento, cada pequeña buena acción, cada acción para ayudar a otro judío material o espiritualmente, estaba dispuesto a arrojarme desde el acantilado más alto, caer al suelo y romperme en un millón de pedazos.” Estas son las palabras del Baal Shem Tov. Tenía un hijo llamado Rev Tzví, quien tuvo una visión de su padre haciendo esto realmente. Arrojarse desde un enorme acantilado y romperse, como dijo Noam Elimelej, romperse en 600.000 pequeños trozos. Pero dice rev Tzvi, cada una de esas pequeñas partes de su padre brillan como estrellas en el cielo. Como está dicho del Mashíaj, aparecerá como una estrella bajando del cielo. Cada pequeño trozo era como una estrella. Noam Elimelej dijo que cada partecita es como un holograma, un pequeño Baal Shem Tov, y cada pequeño Baal Shem Tov entra en el corazón de cada judío, por su dedicación y devoción del Baal Shem Tov que es capaz de despedazarse para que cada pequeña parte de él entre y esté vivo dentro de cada judío.