Contaremos una historia del Baal Shem Tov y rabi Iaakov Iosef de Poláa, uno de sus grandes discípulos llamado por su obra Baal HaToldot, “Las Generaciones [de Iaacov, Iosef]”, donde recopiló[o todas las enseñanzas de su maestro.
Cierta vez el Baal Shem Tov llegó al pueblo de Polnaá donde nació rev Iaavov Iosef. Se dirigió al mercado, se paró en el centro y comenzó a contar historias. Las historias eran tan interesantes que la gente se sintió atraída y comenzó a rodearlo.
En ese momento, la persona que iba a ser su discípulo estaba en la sinagoga para rezar la plegaria de la mañana, pero no encontró a nadie para completar el minian (grupo de 10 personas) necesario para poder rezar. Preguntó dónde están todos y le dijeron que estaban en el mercado, alguien está allí parado contándoles historias y todos escuchándolo a su alrededor.
El Baal Hatoldot fue al mercado, y comenzó a escuchar pero quería que todos vayan a rezar. Así se acercó al Baal Shem Tov y con cierto respeto le dijo: “¿Qué estás haciendo, por qué no dejas que la gente vaya a la sinagoga?” El Baal Shem Tov le contestó:” Has hecho una buena pregunta, te voy a contar una historia.” “Cuenta, adelante, cuenta”, le respondió.
El Baal Shem Tov empezó a contar y la historia hizo efecto, le llegó al corazón y lo acercó a él. Al terminar le dijo “bueno, vayamos ahora a la sinagoga a rezar”. Viendo que el Baal Shem Tov no se movía, le dijo: “¿Y ahora qué?”. Le respondió “Te contaré otra historia”. Con más mucho más respeto que antes, conmovido por la historia anterior, le dijo: “Por favor Kevodó-Honorable cuenta la historia.”, reconociendo ahora la excelencia hacia alguien especial.
Le relató una segunda historia y Iaacov Iosef le dijo “¿y ahora qué?”. “Te contaré otra historia”. Ya no miró más el reloj. El tiempo de la plegaria de la mañana ya había pasado, pero después de la segunda historia cuando el Baal Shem Tov le avisó que iba a contar una tercera, le dijo “Soy todo suyo, llévanos a donde desees.”
Así se transformó en un ferviente discípulo del Baal Shem Tov en tres etapas, las necesarias para llegar a estar conectado espiritualmente con un tzadik-justo. Primero se dirigió solo con respeto “Cuenta”, luego con honor “Por favor Kevodó cuenta la historia”, y luego entregándose totalmente “llévanos a donde desees”.