El ataque del león al hombre en su travesía simboliza el exilio babilónico del pueblo judío, como ya se analizó en la parábola del Talmud citada anteriormente, por consecuencia el rol del león malvado en las Escrituras es Nebujadnezar, el rey de Babilonia que destruyó el primer Templo asesinando y dispersando al Pueblo judío. De él está dicho:
El león ha salido de su guarida para destruir las naciones…
El rey babilonio destruyó el Templo Sagrado en el mes de Av, cuyo signo zodiacal es Leo, el león. Este Templo es conocido como “el león” (Ariel, el fuego que descendía del cielo sobre el altar del Templo bajo la forma de un león que consumía los sacrificios). Las Escrituras se refieren también a Di-s como un león: “el león ruje, ¿quién no ha de temer? Di-s ha hablado, ¿quién no profetizará?” Todas estas imágenes del león son reunidas en este críptico dicho de los sabios:
El león ascendió en el signo del león para destruir el león,
para que el León ascienda en el signo del león para reconstruir el león.
Además de la figura de Nebujadnetzar, las Escrituras se refieren también a la nación de Moav como el león del mal (en particular a sus poderosos guerreros):
Benaiá ben Iehoiada… golpeó a los dos Ariel[es] de Moab…
Vimos antes que la imagen del lobo se asocia con la nación de Midián, aquí la del león con la nación de Moab; estas dos naciones emparentadas pertenecen según la cabalá a la sefirá de jojmá, ambas son perversiones de la verdadera sabiduría. Enseña el jasidut que la cualidad interior de jojmá en el alma es bitul (autoanulación), cuyo opuesto es un sentido exagerado de la autopercepción que ocaciona estar en pleito y conflicto permanente con los demás. Esta es la característica de Midián, cuyo nombre significa “conflicto” y “riña”.
La experiencia intelectual de la sabiduría es la de un destello nuevo de entendimiento, una nueva visión intuitiva de la realidad. Si nuestra facultad de sabiduría está rectificada, nuestra percepción será verdadera, sino intuiremos erróneamente. La tendencia innata a errar a nivel de la sabiduría está delineada en la nación de Moab. Estas dos propiedades, la de Midián y de Moab, dependen una de la otra, caracterizándose ambas por la falsa intuición derivada de no poseer bitul.
El lobo da origen al león. Antes de morir Iaacov bendice a todos sus hijos y entre ellos a la tribu real de Iehudá: “Iehudá es un cachorro de león…”. También bendice a Dan que sea como una serpiente: “Dan será una vívora en el camino, una serpiente en el sendero”, insinuando también que Dan se asemeja a la tribu de Iehudá: “Dan juzgará [Dan significa “juzgar”] a su pueblo como la otra [es decir, el rey, Iehudá] de las tribus de Israel”. Así vemos que Dan conecta al león con la serpiente, el reinado de David con el Hijo de David, quien es el Mashíaj [la serpiente sagrada].
El alma que personifica en la Biblia a la unión de estas dos tribus es Daniel, que comienza con el nombre Dan. Proviene del linaje real del Rey David, Daniel fue arrojado a la guarida de los leones y salió ileso porque simboliza al león de santidad, el poder de vencer al león del mal. Dicen nuestros sabios que de todos los personajes bíblicos, este es el más cercano a la personificación del Mashíaj, por lo que Daniel une en santidad el león y la serpiente.
Respecto de nuestro servicio Divino, el Código de Leyes Judía comienza con la orden de ser “intrépido como un león”, interpretado como una alusión a levantarse a la mañana con el ánimo del león que ataca y así doblegar al miedo a la muerte, con renovada vitalidad y confianza en conquistar a todos los enemigos del día que nace.
El libro de Proverbios afirma que el miedo al león, el miedo a la muerte, es lo que nos hace permanecer en la casa (en la cama):
El hombre perezoso dice,
¡Hay un león allí afuera!
¡Seré asesinado en la calle!
Debemos combatir este león psicológico malvado con el león psicológico sagrado, el poder de levantarse, salir afuera y hacer que las cosas se hagan.