Bajé al Bosque de los Nogales
Con las Diez Plagas que azotaron a Egipto Dios hizo que el pueblo judío sea consciente de Él, como declara la Torá: “Porque yo he endurecido su corazón [del Faraón] y el corazón de sus siervos para herirlos con estas plagas en medio de ellos… Y sabréis [el pueblo judío] que yo soy Dios.” Sin embargo, este no era el único propósito de las plagas. Su significado directo como un medio para atacar a Egipto no se pierde y encontramos que estaban destinados a llevar a Egipto también a una conciencia de Dios, como dice la Torá: “Egipto sabrá que yo soy Dios cuando extienda mi mano sobre Egipto.” Es natural preguntarse, ¿qué posible beneficio podría haber en que Egipto tomara conciencia de Dios si al final del proceso se ahogarían en el Mar Rojo?
Las enseñanzas jasídicas ofrecen una respuesta que se basa en otro significado del verbo “saber” (וְיָדְעוּ מִצְרַיִם, veiadú mitzraim). En otros lugares de la Biblia encontramos este verbo que también significa “quebrar”, por ejemplo, en el versículo, “Y tomó a los ancianos de la ciudad y los espinos y abrojos del desierto y castigó con ellos a los hombres de Sucot” (וַיִּקַּח אֶת זִקְנֵי הָעִיר וְאֶת קוֹצֵי הַמִּדְבָּר וְאֶת הַבַּרְקֳנִים וַיֹּדַע בָּהֶם אֵת אַנְשֵׁי סֻכּוֹת). De la misma manera las Diez Plagas fueron un medio para quebrar a Egipto, algo necesario para permitir que los israelitas se liberaran de la impureza egipcia que tenía un fuerte control sobre sus mentes y cuerpos.
Para entender mejor esto se utiliza la imagen de una nuez creciendo dentro de su cáscara. A lo largo de los largos años de exilio en Egipto el pueblo judío era como el fruto comestible de la nuez que crece protegido dentro de una cáscara dura. Para revelar el interior sabroso y nutritivo se debe romper la cáscara, y así solo una vez que Egipto -el duro exterior en el que se desarrolló el pueblo judío- pudiera ser quebrado por las plagas el pueblo judío podría llegar a la conciencia de Dios, revelando así su atributo esencial de conocimiento y conciencia sagrados.
Las tres cáscaras impuras
Según la Cabalá hay tres cáscaras que ocultan la santidad interior, conocidas como las tres cáscaras impuras. Hay una cuarta cáscara que es como una película delgada conocida como cáscara intermedia o kelipat noga que actúa como una mezcla de impureza y pureza. Esta estructura de cuatro cáscaras se ilustra mejor con la nuez, egoz (אֱגוֹז), que consta de tres cáscaras exteriores duras y una membrana delgada o cáscara que encapsula la nuez y se puede comer junto con ella. Por eso los sabios explicaron que el verso “Yo [Dios] bajé al bosque de nogales” (אֶל גִּנַּת אֱגוֹז יָרַדְתִּי) se refiere al Éxodo de Egipto.
Dios vino a azotar a Egipto simbolizado por la nuez para romper las cáscaras de impureza y revelar el dulce fruto que había en su interior. Como veremos solo se rompieron las tres capas duras y externas pero quedó la capa delgada que es como un filamento. Aunque el fruto se puede comer con esta cuarta cáscara en el futuro también se eliminará cuando Dios elimine todo aire de impureza de la tierra.
Las Diez Plagas son una de las estructuras más explícitas de la Torá. Diez elementos que conforman una unidad. En los escritos de Cabalá y Jasidut encontramos tres formas diferentes de entender la estructura interna de las Diez Plagas.
Correspondencias de las Plagas con las Sefirot
El primer método se encuentra en los escritos del Arizal, Rabi Itzjak Luria, y según él las Diez Plagas corresponden a las diez sefirot de abajo hacia arriba, es decir, desde el reinado hasta la corona. Las plagas se describen en las dos parashot Vaeira y Bo con las primeras siete que aparecen en Vaeira y los últimos tres en Bo. Esta división es corresponde a la división entre las siete sefirot inferiores, también conocidas como medidas, midot (מִדּוֹת) y las tres sefirot superiores conocidas como poderes del intelecto. Esta estructura se representa en el partzuf (modelo) de las sefirot:
Las plagas correspondientes a las etapas de madurez del intelecto
El segundo método sigue una agrupación más compleja de las sefirot enseñadas por el sabio de la Mishná Rabi Iehudá. Citamos su agrupación tal como la trae la Hagadá de Pesaj. Utiliza un acrónimo para referirse a ella: Datzaj Adash Beajab (דצ”ך עד”ש באח”ב). Estas diez letras son las iniciales de las Diez Plagas. Este método de agrupación sigue la conocida división de las diez sefirot en tres grupos conocidos como el intelectual, el emotivo y el conductual.
Este tipo de agrupación es de una comprensión relativamente compleja en la Cábala del Arizal y representa las etapas de madurez del intelecto de Zeer Anpín (el Pequeño Rostro), que representa el aspecto emotivo del alma. En la primera etapa maduran las tres sefirot conductuales del intelecto. Así, la primera parte del acrónimo Datzaj (דצ“ך), las iniciales de las primeras 3 plagas de sangre, ranas y piojos (דַּם צְפַרְדֵּעַ כִּנִּים, dam tzfardea kinim) corresponden a las sefirot conductuales: netzaj hod iesod, victoria, reconocimiento y fundamento. En la segunda etapa las sefirot emotivas del intelecto maduran y corresponden a la segunda parte del acrónimo, Adash (עד“ש), que significa animales salvajes, peste y forúnculos (עָרוֹב דֶּבֶר שְׁחִין, arov deber shjin), corresponde a las sefirot emotivas, Jesed guevurá tiferet, bondad poder y belleza. Finalmente las tres sefirot intelectuales del intelecto de Zeer Anpin maduran y llegan a ll acrónimo Be’ajab (באח“ב), que representa las plagas de granizo, langostas, oscuridad, y primogénito (בָּרָד אַרְבֶּה חֹשֶׁךְ בְּכוֹרוֹת, barad, arbe joshej bejorot), que corresponde a las sefirot intelectuales y a la corona: sabiduría, entendimiento y conocimiento y corona.
Esta estructura se representa en el partzuf (modelo):
En la Torá la división de las plagas en grupos de tres corresponde al orden en que fueron advertidos al Faraón y a su pueblo. Moisés les advirtió acerca de dos plagas inminentes y luego llegó la tercera sin previo aviso. La tercera plaga fue la que golpeó con más fuerza al cuerpo y la psique de los egipcios y no sólo a sus pertenencias y su entorno. La tercera plaga en cada grupo no requirió una advertencia porque corresponde al aspecto relativamente “consciente” (daat) de cada grupo y donde hay conciencia no hay necesidad de advertencias.
Las plagas correspondientes a los aspectos del conocimiento
El tercer método también aparece en un pasaje de las primeras obras rabínicas que recitamos como parte de la Hagadá de Pesaj:
Otra interpretación [en el versículo “Dios nos liberó de Egipto con una poderosa mano, y con un brazo extendido, por un poder impresionante, y por señales, y por milagros” (וַיּוֹצִאֵנוּ הוי’ מִמִּצְרַיִם בְּיָד חֲזָקָה וּבִזְרֹעַ נְטוּיָה וּבְמֹרָא גָּדֹל וּבְאֹתוֹת וּבְמֹפְתִים): “con mano fuerte” son dos [plagas], “con brazo extendido” son dos [plagas], “con poder impresionante” son dos [plagas], “y con señales” son dos [plagas], “y por milagros” son dos [plagas].
Claramente, en este método las plagas están ordenadas en pares y se entiende que este tipo de estructura representa lo que se conoce como los dos lados de la sefirá de conocimiento, daat: sus cinco aspectos de bondad y sus cinco aspectos de rigor. Estos aspectos de la sefirá de conocimiento se expanden hacia el corazón e iluminan las sefirot emotivas desde bondad hasta agradecimiento. Los aspectos de bondad les dan a los poderes emotivos una muestra del placer y la gratificación que se encuentran al usar estos poderes de la manera correcta y para el propósito correcto, mientras que los aspectos de rigor les dan una idea de cuánto dolor puede causar el uso de estos poderes indebidamente. La forma en que se representa esta estructura es usando los cinco dedos de las dos manos. [Esta estructura se representa en el partzuf medio (modelo) de los aspectos de bondad amorosa y poder de conocimiento, ya que corresponden a los 10 dedos de las dos manos.]
Romper las tres cáscaras de Egipto
Como explicamos anteriormente era necesario romper las tres duras capas exteriores de impureza de Egipto. Cada uno de los métodos de correspondencia de las plagas que acabamos de revisar estaba dirigido específicamente a una de estas cáscaras.
El primer y más sencillo método estaba dirigido al orgullo egipcio de que gobernaban el mundo y que el mundo estaba vacío de piedad. Este tipo de arrogancia orgullosa requiere un enfoque directo que se centre en el sentimiento de soberanía de la impureza. Enseña la sumisión a la impureza.
El segundo enfoque, con sus agrupaciones de plagas, tenía como objetivo romper el posicionamiento emocional del imperio egipcio, que se apoyaba (como lo hacen la mayoría de los sistemas no basados en la Torá) en una estricta dicotomía entre izquierda y derecha, sin lugar para el eje central en que se sitúa la misericordia o la compasión. La compasión es un estado especial, en el que la izquierda y la derecha se entrelazan en un estado un tanto paradójico, la marca registrada de la psique judía. Al atacar las facultades emotivas de los egipcios de esta manera, se reveló la separación entre los egipcios como pueblo y el pueblo judío.
Finalmente, la división de las plagas en pares y su correspondencia con la sefirá de conocimiento o daat representa la capacidad de complacerse en la futura revelación de la recompensa que resulta de servir a Dios. Cuando se remueve la cáscara impura de la conciencia, uno siente claramente una sensación de abrumador optimismo sobre el futuro cuando toda la realidad será endulzada por la revelación de la omnipresencia de Dios.
En resumen, el primer método de ordenar las plagas reveló el hecho de que es Dios quien es soberano sobre toda la realidad. El segundo método reveló el estado paradójico de compasión. Y el tercer método reveló la capacidad de sentir la dulzura en Dios que eventualmente endulzará toda la realidad.