GUARDAR EL PACTO EN EL MUNDO MODERNO PARTE 1-

Anhelo de intimidad

Mantener el decoro sexual comúnmente conocido como “guardar el pacto” (שְׁמִירַת הַבְּרִית), shmirat habrit, en las fuentes judías, es difícil. Sin embargo, la vida es imposible sin él. Tanto si eres un hombre joven que ha encontrado este desafío abrumador, o un soltero que tal vez está pensando en darse por vencido, o una mujer que se pregunta qué tiene que ver todo esto con ella; incluso si eres un hombre casado que piensa que ha dejado el problema en el pasado lejano antes de su matrimonio, para todos nosotros, las palabras “guardar el pacto” despiertan incomodidad. ¿Se puede escribir algo nuevo sobre este tema?

Resulta que el Alter Rebe tiene nuevas ideas para compartir sobre este tema. Y resulta que guardar el pacto tiene dos caras. Ciertamente presenta dificultades y problemas, pero también puede convertirse en fuente de renovación y alegría en el servicio a Dios.

Muchos educadores y rabinos se muestran escépticos acerca de abordar la impropiedad sexual y su rectificación por varias razones. No obstante, el Rebe de Lubavitch declaró que debido a la falta de modestia general de la generación, es importante plantear el tema y hablar al respecto.

Cada año, seis de las semanas de invierno se conocen como שובביםShovavim, “rebeldes”,las iniciales de las Parashot ShemotVaeiraBoBeshalajItró y Mishpatim.

 Este es un tiempo muy propicio para la rectificación de los pecados, particularmente aquellos pecados que tienen que ver con la impropiedad sexual y la autogratificación.

El desafío de la incorrección sexual no se limita solo a los hombres. La lujuria por la intimidad prohibida, junto con toda la gama de fenómenos emocionales asociados con ella, existe tanto en hombres como en mujeres. Su rectificación es relevante para todo ser humano.

En un artículo breve y atípico, el Alter Rebe de Jabad escribe sobre los Shovavim, un tema que casi no se menciona en las fuentes de Jabad. No utiliza la terminología habitual de Jabad, lo que facilita que los no iniciados comprendan su contenido que invita a la reflexión.

¿Dónde están mi mente y mi corazón?

Uno de los mayores desafíos de nuestra generación es el desafío del impulso por la gratificación sexual inapropiada. En cada generación, las fuentes judías han abordado este desafío. Dada su dificultad, el Talmud informa que los sabios del período temprano del Segundo Templo querían anular por completo el impulso sexual. Al final no lo hicieron. Sin embargo, sin duda, en la era actual de acceso universal a la información y el desmoronamiento de todas las costumbres sociales, este desafío se ha vuelto aún mayor. Acompañando a la gran dificultad de guardar el pacto está el profundo impacto que la auto gratificación sexual produce en el alma. El impacto es tan negativo y tan profundo que el Zohar, por ejemplo, escribe que uno no puede hacer teshuvá por esto. ¿Por qué no?

A diferencia de otros impulsos, el impulso sexual es único en el sentido de que involucra la totalidad de la personalidad de un individuo. Si un estudiante de ieshivá va a un partido de fútbol en lugar de estudiar Torá, o incluso si se ve atrapado en mentiras, sentirá que cedió a una tentación relativamente externa. Externo significa que todavía puede sentir que el pecado no refleja verdaderamente su yo. Si una mujer joven hablaba mal de un compañero de clase o comió un dulce que era de kashrut cuestionable, ciertamente eso es inapropiado, y ella debe esforzarse por fortalecer su compromiso con los preceptos de la Torá. Pero esas transgresiones provienen de un lugar relativamente periférico en la psique, al que Jasidut se refiere como “externo”. Caer en la impropiedad sexual, por otro lado, como ver contenido pornográfico, por ejemplo, hace que una persona se sienta disgustada consigo misma. Siente que es imposible atribuir su transgresión a una debilidad momentánea o a una tentación transitoria. “Realmente lo disfruté”, pensará. “Algo realmente bajo y oscuro está al acecho dentro de mí y aparentemente, ¡ese es mi verdadero yo!”

La auto gratificación sexual provoca una experiencia tan oscura y premonitoria porque realmente toca la esencia de la vida, nuestro impulso interno para crear una nueva vida usando nuestro poder de procreación. Esta es también la razón por la que esta mancha se considera tan grave. Desperdiciar el poder de la vida es una forma de suicidio. ¿Es este sentido de identificación esencial con nuestro poder de procrear un error en nuestra comprensión de nosotros mismos?

Si vamos a ser honestos, gran parte del día nuestras mentes y corazones están ocupados con nuestros antojos o simplemente con tonterías vacías. Por supuesto, si somos capaces de concentrarnos y enfocarnos en lo que realmente queremos de la vida, podemos ocupar nuestras mentes con la Torá y las mitzvot y despertar nuestros corazones a una voluntad positiva, pero esto requiere mucho esfuerzo consciente, y el esfuerzo no siempre tiene éxito. Incluso cuando sí lo tiene, aflojando un poco, el corazón y la mente vuelven a su estado desenfocado. Es difícil culparnos a nosotros mismos por eso, porque vivimos en un cuerpo que debe comer para vivir y necesitamos un impulso sexual para tener descendencia. Así fuimos creados. Esto es lo que somos. No es una acusación, sólo un hecho.

La auto gratificación sexual es todo lo contrario de la concentración y el enfoque necesarios para concretar nuestro potencial creativo. Hace que el esfuerzo de enfocar y recopilar el desorden de nuestro estado natural sea aún más difícil. Lo que es más importante, cuando el impulso sexual se apodera del corazón y el pensamiento que despierta ocupa la mente, resalta el hecho de que nuestros corazones y mentes no están naturalmente conectados con la santidad. Como tal, si hemos fallado con respecto a guardar el pacto, nos resulta casi imposible afirmar que esto fue una aberración accidental.

Es por eso que la corrección sexual es un desafío tan difícil y frustrante. Sentimos que literalmente estamos luchando contra nosotros mismos, luchando contra una poderosa fuerza dentro de nosotros. Parece que la lucha es prácticamente sin esperanzas y que aunque triunfemos la mayor parte del tiempo, las pocas derrotas dan testimonio de lo que realmente somos, desanimándonos a hacer un verdadero tikún, una verdadera rectificación.

Anhelo: el deseo del corazón

El Zohar introduce el concepto de “voluntad del corazón” (רֵעוּתָא דְּלִבָּא, reuta deliba, en arameo), que en jasidut representa la voluntad de estar en estrecho contacto con Dios. Este deseo no puede ser captado y entendido por la mente, por eso es asociado con el punto más interior del corazón. Así, la voluntad del corazón no se refiere a sentimientos ordinarios, sino a una emoción muy profunda que no está bajo nuestro control. A veces se le llama “voluntad simple” (רָצוֹן פָּשׁוּט, ratzón pashut). Hoy podríamos traducir esto como “anhelo”. El anhelo no es nuestro y no depende de nuestros esfuerzos, simplemente emerge, como un regalo del cielo, del alma que Dios nos ha dado.

Si bien este anhelo no se puede explicar ni comprender, siempre está dentro de nosotros, incluso si estamos en un estado espiritual bajo. El anhelo no es una voluntad enfocada, sino una aspiración general hacia Dios. A veces puede expresarse como una excitación repentina que nos toma por sorpresa en medio del día o por un pensamiento de arrepentimiento (regresar a Dios) que parece surgir de la nada.

En muchos casos este anhelo se expresa a través de nuestros impulsos de satisfacción física. Por dentro anhelamos algo espiritual, Divinidad, pero por fuera tratamos de saciarnos por medio de la comida o de un antojo físico diferente. Nuestro corazón, sin embargo, sabe lo que quiere o, al menos sabe lo que no quiere. En última instancia nuestro corazón nos dice que los placeres físicos no nos satisfarán y no calmarán el anhelo.

La parábola del Jasidut para esto es la de un hombre que busca una melodía que perdió. Aunque no recuerda cómo era la melodía perdida, sí sabe que cualquier otra melodía no es la que busca. De la misma manera nuestra alma anhela algo que aunque no sepa qué es, no está dispuesta a cambiarlo por otra cosa. En cierto modo el anhelo siempre permanecerá amorfo e inexplicable porque el objeto del anhelo, el Todopoderoso, también está por encima de nuestro alcance y comprensión.

No importa cuán mala sea nuestra situación y hasta qué profundidad podamos hundirnos, la verdadera voluntad del corazón, nuestro anhelo de Dios, de la melodía perdida, permanecerá siempre intachable en su esencia. Dado que se describe como un impulso súper racional, nuestras acciones no pueden mancharlo.

Esta es la clave para la rectificación del alma. Incluso si hemos manchado el pacto y nos hemos reducido a nosotros mismos a un estado bajo, en el fondo tenemos un talento que no es nuestro y no depende de nosotros ni de nuestras acciones. Nosotros no lo creamos y no podemos mancharlo. Es nuestra tarea llegar a nuestro interior para revelar este estado de anhelo, resaltarlo e intensificarlo.

A veces podemos tener ganas de sofocar el anhelo, la voluntad del corazón, y reprimir el hecho de que existe. Esto puede suceder por falta de conciencia o porque tememos expresar un anhelo inexplicable. Es posible que no estemos seguros de adónde nos llevará. Sin embargo, si deseamos rectificarnos, debemos expresar este anhelo en cada oportunidad. Puede ser en la oración, en el canto, en una reunión de amigos, en el estudio de la Torá o en el cumplimiento de las mitzvot

Rabino Itzjak Ginsburgh – Instituto Gal Einai –

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