EL CALENDARIO HEBREO
EL MES DE SHEVAT
PSICOLOGÍA JASÍDICA
La persona tiene que servir a Dios aceptando el yugo de Sus mandamientos sobre sí mismo, pero el propósito final es que este servicio fluya desde un lugar de felicidad y placer. ¡Qué gusto es servir a Dios!
Placer, disfrute, felicidad… Todas estas son palabras hermosas. Es un verdadero placer escucharlas. ¿A la Torá le “gustan” estos conceptos? A primera vista, parecería que no estamos a favor del disfrute y el placer. Aceptamos el “yugo del Reino de los Cielos” sobre nosotros con temor al Cielo – no por diversión. Maimónides lo expresa de manera sucinta: “Los mandamientos no fueron dados para placer”. ¿Acaso el disfrute y el placer no son burdos y bajos, repletos de egocentrismo en lugar de centrarse en ayudar a los demás?
El Placer Sutil
Por otro lado, si Adam no hubiera pecado habría permanecido en el Jardín del Edén, un lugar de maravilloso placer. Es cierto que tuvo que “trabajarlo y salvaguardarlo” pero el fin último es “complacerse en Dios”. Esta es también la recompensa prometida en el mundo de las almas, el cual es llamado el Jardín del Edén, donde “las personas justas se sientan y se complacen en el resplandor de la presencia inmanente de Dios”. En Shabat, también se nos ordena hacer que el día sea placentero desde la fuente del Mundo Venidero… disfrutar de las delicias.
Shevat es el mes del placer. El Jardín del Edén está lleno de árboles y Shevat es el mes del Año Nuevo de los árboles. Comer el fruto de los árboles es una delicia. Hay comida básica y luego hay frutas dulces y deliciosas. En la bendición “Boré nefashot” que recitamos después de comer ciertos tipos de alimentos bendecimos a Dios por los alimentos que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades básicas: “Quien crea muchas almas y satisface sus necesidades”. Luego continuamos “por todo lo que Tú creaste para dar vida al alma de todo ser viviente”, refiriéndose a los frutos que vienen a traernos vitalidad y placer. La tribu del mes de Shevat es la de Asher cuyo nombre también significa “felicidad”, como dijo Lea la madre de Asher cuando este nació: “Es mi felicidad porque las muchachas me llamarán feliz”. La tribu de Asher fue bendecida con abundancia de árboles frutales: “En cuanto a Asher, su pan es abundante y dará manjares reales. “Y sumerge su pie en aceite.”
¿Cuál es el placer verdadero y correcto? El placer sutil y refinado como se alude en el nombre del Jardín del Edén. En hebreo ‘Edén’ significa ‘suave’ o ‘refinado’. Cuanto más pura se vuelve una persona su placer se vuelve más refinado. Hay una conexión entre la palabra hebrea הנאה (placer) y אני (yo). Ambas palabras también tienen el mismo valor numérico. Hay un placer tosco que amplifica el ‘yo’. Este tipo de placer siempre será temporal y fugaz (y decepcionante). Sin embargo, las letras del aní (‘yo’) rectificado se reorganizan para formar ain (nada), así el disfrute y el placer de la nada es similar a la sensación de ingravidez en el agua. La persona tiene que servir a Dios aceptando el yugo de Sus mandamientos sobre sí mismo, pero el propósito final es que este servicio fluya desde un lugar de felicidad y placer. ¡Qué gusto es servir a Dios!
El Año Nuevo del Placer
Cada mes del calendario hebreo tiene su propio poder del alma. Algunos meses están más orientados a la acción, otros orientados intelectualmente. La fe está, sobre todos, en la Corona. El placer también está en la Corona, en el supra consciente del alma.
Existe la experiencia del placer, pero el placer del que estamos hablando es más profundo y fundamental. En un lugar oculto, en la esencia del alma, hay un atributo de placer. El placer que experimentamos es una expresión relativamente externa de lo que ocurre dentro, por encima de nuestra conciencia. El mundo del placer es muy rico: podemos experimentar el placer de la música, la naturaleza, las obras de arte, la sabiduría, una historia fascinante, la familia, los amigos y mucho más. Cada “placer personal” también expresa el alma. Cuanto más se sumerge una persona en el placer más se atrae allí toda su alma.
¿Qué nos activa? Podemos decir que la fuerza de voluntad es el principal motivador del alma. Es cierto que nada puede resistir frente a la voluntad. La voluntad es el motivador directo. Pero en el fondo, está el motivador indirecto: el placer. Cuando deseamos mucho algo, es porque el alma experimenta placer en ello, y entonces se activa la voluntad. El placer no es solo otro atributo del alma, sino que también está imbuido de todos los demás poderes. Es el aceite – que expresa la felicidad de la tribu de Asher – que borbotea bajo la superficie en todos los lugares del alma.
En el mes de Tishrei, trabajamos en nuestra voluntad. En Rosh Hashaná, decidimos que tenemos la voluntad de ser siervos de Dios. Ese es un excelente comienzo. Ahora nos acercamos al segundo Año Nuevo, más interno – el Año Nuevo de los árboles. En este Año Nuevo se renueva el poder del placer en el alma, como el poder del crecimiento que comienza a ascender por el tronco del árbol. No solo tenemos la voluntad de hacer el bien, sino que estamos llenos de placer en cada aspecto de nuestra vida y servicio a Dios.
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