Por supuesto, hay muchos aspectos en la grandeza de Di-s, ya que El es infinitamente grande en un numero infinito de formas. De todas maneras, el aspecto más comprensible de Su grandiosidad es la naturaleza absoluta de Su existencia.
El hecho de que Di-s creo y continúa creando el universo, coloca a la naturaleza de Su existencia en contraste directo con la de todo aquello que existe. Por cuanto que todo lo que existe le debe su existencia a Di-s, Su propia existencia es intrínseca, o sea que no depende de nada. Esto significa que aunque otras cosas sí existan, no existen por sí mismas, dependen de Di-s y están sujetas a Su deseo de que existan.
De esta manera, en términos de la realidad absoluta, solo Di-s existe realmente, como está escrito: “no hay nada fuera de El”. Todo lo demás es parte de una realidad relativa o dependiente, y si cesara de desear que exista cierto aspecto de la realidad, éste dejaría de existir instantáneamente. Toda otra cosa que no sea Di-s es esencialmente nada, El es el verdadero algo.
La primera conclusión lógica de esta cadena de pensamientos es que nada más que Di-s Mismo es objeto digno de nuestro temor; ¿por que temer a una criatura cuando todo el poder que posee es debido a la energía Divina que está en su interior? Y por cierto, una de las piedras basales de la filosofía jasídica es que una persona no debe temer a nada más que a Di-s Mismo.
El Baal Shem Tov quedó huérfano de su padre Eliezer cuando era un niño pequeño; las últimas palabras que le dijo fueron: “Israelik, no temas a nada ni a nadie salvo a Di-s Mismo!”. La relación entre la percepción que tiene una persona de la existencia absoluta de Di-s y su temor a las cosas del mundo es inversa por naturaleza: cuanto más temor de Di-s llegue a tener, y menos autonomía le va a otorgar a cualquiera de Sus criaturas o a los mecanismos de causa y consecuencia de la naturaleza, por lo que en consecuencia les tendra menos miedo.
Sumado a ésto, nada más que Di-s es merecedor de nuestra estima, incluida la más excelsa de Sus creaciones, el hombre. La naturaleza absoluta de Di-s implica por comparación la insignificancia del ser humano. Si una persona hace suficiente incapie en la absoluta infinitud del Creador, sentirá eventualmente disminuir palpablemente el tamaño de su propia existencia a una nadería frente a la absoluta realidad de Di-s. Al no concentrarse directamente en su ego, le asestará un golpe mortal, y habiéndolo subyugado, sus temores sufrirán una pérdida de similar magnitud: si el es nada, sus problemas serán seguramente nada.El sentimiento de humildad engendrado por este tipo de pensamiento no involucra ninguna disminución negativa de la auto imagen del individuo. Es contraproducente atacar al ego basándose en las faltas o defectos, ya que en general lleva a la depresión y la tristeza, que al final sirven solo para inflar el ego. Mas bien, la persona debe buscar cultivar una humildad existencial, esto es, una conclusión lógica que proviene de la percepción de la misma naturaleza de su existencia, que es simplemente ver como son las cosas, y no su defecto o culpa. Di-s es infinito y el hombre finito, e incluso el número finito mas grande que se pueda imaginar es nada comparado con el infinito.