La fase final de la terapia es la articulación o verbalización de la ansiedad, segun es insinuada por el tercer significado del verbo en el versículo de Proverbios: “Si hay ansiedad en el corazón de un hombre, déjenlo que la suprima, y la transforme en alegría con una buena palabra”. La Tora identifica el poder del habla como la quintaesencial expresión humana del hombre. Aún cuando su habilidad de pensar es superior a la de las otras formas de vida, lo que define al hombre es la excepcional habilidad de expresarle verbalmente a otro ser humano sus pensamientos y sentimientos. Esto es así porque el habla, más que el pensamiento, tiene el poder de revelar las profundidades ocultas del alma.
Todos experimentamos cómo el exteriorizar verbalmente, incluso para nosotros mismos, nos ayuda a ordenar y cristalizar nuestros pensamientos. En muchos casos, articularlos nos permite descubrir profundos puntos de vista y nuevas percepciones sobre el tema que tenemos entre manos. Cuando la persona desnuda sus intereses y ansiedades a un amigo o mentor sensitivo e interesado, este puede ayudarlo a resolver su problema. La dialéctica del diálogo es el instrumento con el que juntos llegan a la resolución del conflicto, como dice la Tora: “Di-s ilumina los ojos de ambos”, Proverbios 29:13. También es esto lo que significa la segunda parte del versículo: “…y la transforme en alegría con una buena palabra”.
La verbalización y el diálogo con el amigo o mentor, contribuye al proceso curativo de tres maneras.
La primera contribución que hace el amigo/mentor a la solución de la situación es su “objetividad”. El simple hecho de que no sufre el mismo problema que su confidente, le permite verlo desde un punto de vista diferente y más ventajoso. Incluso, a veces el confidente no necesita siquiera expresar esta perspectiva, su simple presencia basta para que la persona la perciba y la articule por sí misma. Si el problema no es demasiado complejo, esta perspectiva objetiva puede ser todo lo que se necesita para calmarlo y para que enfrente su problema en forma exitosa, tanto con o sin el consejo del confidente.
En esta fase el confidente permanece en su propio mundo, y es imperativo que así lo haga para que pueda aportar ese punto de vista ventajoso desde el que su confiado pueda ver su ansiedad objetivamente.
En aquellos casos en que esto no es suficiente, la siguiente contribución que el amigo/mentor puede hacer, es mostrar al que deposita su confianza que a pesar de la gravedad de la situación, aún queda en lo profundo de él un rincón que aún no ha sido afectado. Tan pronto como se le recuerda al sufriente la presencia de este intachable punto de plenitud y optimismo que hay dentro suyo, puede utilizarlo para reestructurar toda la situación de una manera más positiva. Antes de apercibirse de esto la persona se consideraba a sí misma problemática, como agobiada por un complejo o un desorden psicológico. Ahora puede comenzar a identificarse gradualmente con este punto interior saludable dentro de él, y entonces rehabilitarse a sí mismo con esta imagen.
En esta etapa el confidente ya entra en el mundo del otro. Ve el problema desde la perspectiva de su amigo, y reconoce la existencia y seriedad del motivo de su ansiedad. Aunque al suprimir e ignorar el problema se reduce su enormidad, no obstante aun permanece allí y se debe encontrar un camino para tratarlo.
La contribución decisiva que el amigo/mentor le ofrece al que padece, es posibilitarle ver la ansiedad misma en una luz positiva. Esto se hace posible considerando el elemento de la Providencia Divina. En el judaísmo es axiomático que Di-s supervisa y guía los acontecimientos de la creación. El fundador del jasidismo, rabi Israel Baal Shem Tov, hasta llegó a afirmar que la Divina Providencia se extiende incluso hasta una hoja que cae en el bosque, y determina exactamente cuándo y en qué dirección caerá. Hoy podríamos decir que Di-s dirige todo, desde la mas pequeña partícula subatómica hasta la más grande fuerza existente.
En esta etapa uno debe eludir caer en la trampa del fatalismo. La Providencia Divina es sólo una cara de la moneda, la otra es el libre albedrío. El hombre es un agente libre y por eso debe asumir plena responsabilidad por sus acciones. Los teólogos advirtieron a traves de los años la exclusión reciproca entre la Providencia Divina y la libre elección, tratando de resolverla. Pero la solucion definitiva es que no hay solución, ellas constituyen una paradoja teológica. De todas maneras la forma en que superamos esta paradoja es clara: invocamos la Divina Providencia para explicar el pasado y el libre albedrio para encarar el futuro. Di-s aparta, como si fuera, Su supervisión al considerar la elecci´on que hace el hombre, pero después que la hizo se vuelve retroactivamente revelado que era una parte predestinada del gran plan Divino.
De esta manera, todo lo que le sucede a una persona es directamente atribuible a la Providencia de Di-s, y como El es bueno y misericordioso por definición, resulta que incluso si una persona se encuentra en un estado psicológico depresivo, esto también debe ser en aras de su máximo bienestar. Ya sea que él tenga la fortuna de percibirlo alguna vez o no, esta nube gris, como todas las demás, contiene el bien en su interior.
Más todavía, el jasidismo nos enseña que el bien oculto en una situación aparentemente mala, es en realidad de un nivel superior que el bien que es reconocido inmediatamente como tal. La razón por la que Di-s elige a veces ser bueno con nosotros a través de caminos que parecen desagradables, es que el bien que desea otorgarnos en estos casos es tan grande e intenso, que no podemos recibirlo o asimilarlo bajo circunstancias normales. Como aquellos objetos preciosos que deben ser envueltos para su protección con un material rústico, las formas más elevadas del bien deben ser ocultadas dentro de su opuesto aparente.
Asi en vez de sentir que Di-s lo está ignorando o abandonando, la persona que sufre de ansiedad debe aprender a considerarlo como un regalo personal de Di-s, con el que expresa Su consideración especial. Esto por cierto es un examen de fé, y el cometido del amigo/mentor en esta etapa, es el de apuntalar y profundizar su fé en Di-s, Su inagotable bondad, y Su Providencia en todas las facetas de la vida. Cuando se llega al éxito, al que estaba afligido se le revelara una honda y más profunda dimensión de su personalidad, que no hubiera tenido y ni hubiera sido posible de otra manera. Más aún, habrá renovado, refrescado e incluso profundizado su conección con Di-s, pero sin expresarla o limitarla con los parámetros del bien y el mal como son percibidos por nosotros.
Una vez que el que sufre la ansiedad puede ver con cierta objetividad su problema, que se ha identificado con su esencia interior de bondad más que con su fobia o preocupación, y ha profundizado su fé hasta el punto en que puede experimentar su ansiedad como un regalo amoroso de Di-s, no tiene que sentirse inhibido frente a su confidente de exponer cualquier mal que tenga. Puede ahora revelar todos sus malos pensamientos que lo acosan día y noche, y se inmiscuyen en su plegaria, su estudio y su trabajo. Ya no hay cabida para la vacilación en afrontar los aspectos oscuros de su subconciente, desde el momento que el trabajo de base se impuso para enfocar esos aspectos en forma constructiva.El simple hecho de admitir estos profundos miedos y ansiedades, debilitan su poder de doblegar a la persona en el futuro. Al no tener miedo de discutirlos abiertamente se destruye su imagen de dragones omnipotentes e invencibles que nadan en las corrientes oscuras de la mente subconciente.