Introducción
Salimos de Jai Elul, el cumpleaños conjunto del Baal Shem Tov y el Baal HaTania. Esta fecha nos invita a un importante estudio del daño espiritual que puede causar la práctica de la ciencia, y la forma de cuidarnos de él y corregir la práctica científica.
En una excelente serie de seis artículos breves, editados por Moshe Genut, el rabino Ginzburg explica el tema en profundidad, acompañado de hermosas e importantes perlas:
El primer artículo explica la problemática arraigada de la práctica científica y el enfoque adecuado para la exploración y comprensión del mundo.
El segundo artículo vincula el problema de la ciencia con la guerra contra los griegos (de quienes evolucionó la ciencia occidental en general) e identifica el punto débil en el servicio a Dios causado por ocuparnos de manera incorrecta en la ciencia.
El tercer artículo explica el primer camino hacia una práctica correcta en la ciencia, según el Tania.
El cuarto artículo explica el punto de partida para la práctica adecuada de la ciencia, de acuerdo con el “secreto de la combinación”, sod hatziruf implícito en el Tania.
El quinto artículo explica la forma en que Maimónides y Najmánides se dedican a la ciencia según el Tania, con el propósito de servir a Dios o con el propósito de la Torá.
El sexto artículo resume las formas adecuadas de dedicarse a la ciencia, las ajusta a las sefirot superiores y transmite un mensaje simple que surge de esto.
Parte 1 La actitud del Tania hacia la ciencia
En general, se piensa que el Jasidut se opone particularmente al estudio de la ciencia, pero el capítulo 8 del Libro de Tania surge que el tema es más complejo y que ciertamente hay mucho espacio para el estudio de la ciencia en las condiciones y con los propósitos adecuados. Primer artículo de la serie.
En honor al 19 de Kislev, comenzaremos a profundizar en el Capítulo 8 de Tanya, donde el Alter Rebe aborda el tema de estudiar la jojmá tataá, la sabiduría de abajo, la sabiduría de las naciones del mundo (en oposición a Jojmá Ilaá, la Sabiduría Suprema, la sabiduría de la Torá, la sabiduría especial del pueblo de Israel). Y escribe:
“Y también el que se ocupa de las ciencias de las naciones, ovdei guilulim, también se incluye en la categoría de ocuparse de asuntos banales en cuanto al pecado de descuidar la Torá se refiere, como se explica en las Leyes del Estudio de la Torá. Lo que es más, la impureza de las ciencias de las naciones es mayor que la impureza de la charla ociosa, porque esta última se inviste y profana únicamente las emociones que emanan del sagrado elemento de rúaj, aire, de su alma Divina, contaminándola con la impureza de la klipat noga contenida en la charla ociosa… No es ese el caso de las ciencias de las naciones, con ellas la persona inviste las facultades [intelectuales] de JaBaD de su Alma Divina y las impurifica con la impureza de klipat noga contenida en las ciencias, donde estas han caído a causa de la shvirat hakeilim, “ruptura de los recipientes”, de la “parte trasera”, ajoraim, de jojmá de santidad, como lo saben quienes están familiarizados con el Saber Esotérico…
En primer lugar, debe quedar claro que las palabras “la sabiduría de las naciones, jojmat ovdei guilulim, en referencia a la ciencia, incluida la ciencia moderna. También es importante señalar que él no rechaza la ciencia sobre la base de que no es verdadera y genuina, sino por dos razones, la primera está relacionada con anulación del estudio de la Torá (no lo ampliaremos aquí) y la segunda está relacionado con la ruptura de los recipientes.
En la Naturaleza el Tohu-Caos antecedió al Tikún-Rectificación
Los reyes de Edom, que reinaron en la Tierra de Israel antes que un rey de Israel, representan una etapa espiritual llamada el caos precedente al estado rectificado, que representan los reyes de Israel. Tal como fue creado el mundo, la oscuridad precede a la luz (y fue la tarde y fue la mañana) así es con todo lo relacionado con la naturaleza, un estado de caos antes de la corrección.
Los Reyes de Edom: son las fuerzas del caos que eran ocho, todos murieron excepto el último, Hadar. Por tanto, los 7 reyes corresponden a las fuerzas del corazón, las midot o atributos. Sin embargo, en el mundo del caos también había keter-corona y mojin-mente, que son jojmá-sabiduría y biná-entendimiento, y aunque ellas no cayeron porque se hayan roto, experimentaron una caída de todos modos: la corona (la parte trasera de NeHI, netzaj-victoria, hod-esplendor, iesod-fundamento, según el Arizal) se dañó, mientras que (la parte trasera de) la sabiduría y el entendimiento se anularon, y así ellos también cayeron en la klipat Noga, la cáscara neutra. La anulación que dañó la mente del mundo del caos representa el vacío que daña la capacidad intelectual de cualquiera que use la sabiduría de las naciones del mundo, o como hemos dicho, en todo método científico (incluso, en quien publica una versión “científica” de un libro sagrado).
Una anulación positiva en la Torá y una anulación negativa en la ciencia
Y esto es sorprendente, ya que en Jasidut no hay nada tan positivo como la anulación. Entonces, ¿por qué en la mentalidad del mundo del caos se considera tan negativo? Es porque la anulación rectificada, de la que se ocupa el Jasidut, viene a negar el ego o el sentimiento del ser del hombre. Toda enfermedad mental siempre ha comenzado por el hecho de que el hombre se aferra a su ego, se aferra a estar separado y autónomo hasta el punto de negar la providencia e incluso la existencia de Dios. Así, quien va comprometerse con la sabiduría de los gentiles, y especialmente con la ciencia moderna, debe ante todo no anular su propia existencia ni la existencia del mundo físico, sino anular la existencia del Creador, al menos temporalmente, para que pueda tratar con el objeto de estudio como existente y real. La ciencia determina la existencia de la realidad, mientras que la Torá y la anulación positiva vienen a negarla y permitir que el hombre comprenda que “Dios es todo y todo es Dios”.
La Ciencia Judía
El propósito de las ciencias es investigar la realidad, y dicha investigación se basa en la premisa de que la realidad es autónoma y existe por derecho propio. Por otro lado, el fundamento de la fe judía es que nada existe sin la voluntad de Dios, que lo saca de la nada a la existencia en cada momento de nuevo. La sabiduría de la Torá, la ciencia en la versión judía, comienza con la suposición de que Dios creó leyes permanentes de la naturaleza, sobre las cuales el rey David dice: “Bendito seas, oh Señor, enséñame tus leyes” (Salmos 119:12), y estas leyes pueden sólo ser reveladas con precisión a partir de la investigación de la realidad. Pero, y este es un gran pero, una ley o conocimiento de la naturaleza que no revela sino que oculta a Di-s, contamina la mente. El único antídoto de la anulación negativa de la sabiduría de la naturaleza es la anulación positiva y verdadera en la psiquis. Este es el fundamento del Tania y la enseñanza del Jasidut al que se consagró el Admur Hazakén, el protagonista de la Redención del 19 de Kislev.
Parte 2 Ahogándose en la Naturaleza – “Litboa Bateva”
Actitud hacia la ciencia en Tania, Parte II
¿Qué defecto causa la práctica de la ciencia de manera incorrecta y cómo se relaciona la guerra de los Jashmonaim con Grecia con la rectificación de este defecto?
(Para comprender la intención del juego de palabras en hebreo: la palabra “naturaleza”, “teva”, טבע, comparte la raíz y significado con litvoa, לטבוע, “sumergir o hundir, que también significa “fijar” o “grabar”)
En el artículo anterior vimos que, según las palabras del Tania en el capítulo ocho, la fuente de las sabidurías externas (jojmot hajitzoniot, ahora llamadas ciencias -sabidurías que se desarrollaron en paralelo con la Torá) está en la sabiduría del mundo del Tohu. Y dado que la sefirá de jojmá o sabiduría del mundo de Tohu se dañó al destruirse ese mundo (fenómeno conocido como “shvirat hakeilim”, “ruptura de los recipientes”) porque desde la sefirá de Daat o Conocimiento para abajo se destruyeron completamente, la práctica de estas sabidurías hace que en aquellos que las practiquen se fije esa realidad, ser-iesh, de la existencia en su conciencia.
En esta ocasión profundizaremos un poco más en esta fijación y su conexión con Jánuca, y la próxima vez examinaremos los casos excepcionales que permiten a una persona dedicarse a la ciencia a pesar del peligro que conlleva para la conciencia.
Capacidad disminuida para orar por milagros
La fijación de la entidad de la realidad en la conciencia se expresa en una concepción errónea de la relación entre Dios y la naturaleza. Aquel que dañó a nivel de la sabiduría ha dañado su conciencia, no sólo es incapaz de creer que el hombre tiene el poder de cambiar la naturaleza, sino que a menudo es incapaz de creer que Dios cambia la realidad. Hay muchos grandes científicos, incluso los más destacados como Einstein, que creían que había un Dios que creó el mundo (y quizás incluso identificaron a Dios con el mundo natural mismo, una creencia que se deriva de nuestro antepasado Abraham al declarar que el Creador es “א־ל עולם”, Kel Olam, “Dios mundo” y no “Dios del mundo” como se explica en el Jasidismo), pero sin embargo no podían creer que este Dios es personal, alguien a quien sea posible e incluso necesario rezarle, que responde a una persona a sus oraciones y hace milagros. De hecho, los sabios nos enseñaron que todas las maravillas hechas por Elisha, el más grande hacedor de maravillas de la Biblia, las hizo por el poder de su oración (Meguilá 27a). Por lo tanto, todos los milagros que realizan los justos con su oración es el resultado de su conexión directa y personal con el Creador.
Las griegos intentaron dañar la conexión directa con Dios.
Jánuca también se asocia con una lucha contra la cosmovisión de que Dios no cambia ni renueva la realidad. Tal como su nombre lo indica, Jánuca es la festividad de la innovación, la renovación del servicio en el Tempo Sagrado. La renovación de la conexión directa con Hashem tanto del Pueblo en general, como de cada individuo. El Sfas Emes, [Rabi Iehuda Arie Leib Alter, 1847-1905] explica que los tres preceptos que prohibieron los griegos -la santificación del mes, la observancia del Shabat y la circuncisión- representan todas a la renovación, cada cual en cada una de las dimensiones: mundo (espacio), año (tiempo) y alma. El Shabat representa la renovación en la dimensión del mundo, porque de hecho es un recuerdo de Bereshit, el Acto de la Creación, y de que el mundo fue hecho ser como nuevo (y no antiquísimo, según la doctrina de los griegos). La santificación del mes, Kidush HaJodesh, representa por supuesto la renovación en la dimensión del tiempo. Finalmente, la milá, circuncisión, representa la posibilidad de la renovación en la dimensión del alma, y el fundamento de la conexión personal y directa entre el judío y el Creador. La milá le fue dada a Abraham para permitirle “caminar delante del Señor”, para llevar la realidad a su destino correcto. Todo el que está circuncidado de acuerdo con la ley de la Torá es llamado en el lenguaje del Zohar un Tzadik, y como es bien sabido, “el Tzadik decreta y Di-s cumple”, el Tzadik actúa y Di-s completa con él.
Corrección de las siete sabidurías al encender la lámpara
Y he aquí, las iniciales de mes, Shabat, la circuncisión, חודש, שבת, מילה son חשמ, las primeras tres letras de Jashmonai, חשמונאי, Jasmoneo. Y más aún, Jodesh Shabat Mila suman 1099, el valor exacto de los cinco niveles del alma: נפש רוח נשמה חיה יחידה, Nefesh Ruaj Neshamá Jaiá Iejidá. La conexión con Dios en todos los niveles del alma hay que entregar la vida como los jashmonaim, y cuando se hace esto, tenemos el privilegio de volver a encender la Menorá, el Candelabro Sagrado con aceite puro que representa la sefirá de sabiduría del lado de lo sagrado, jojmá dekedushá. Los siete brazos de la menorá del Templo Sagrado de Ierushalaim representan, entre otras cosas, las siete sabidurías fundamentales, y cuando el aceite puro arde en ellas, es porque hay un nivel de anulación rectificada, bitul metukán, que corrige las siete sabidurías e ilumina y revela al mundo entero cómo Dios fija y determina las leyes, como así también las controla, y las cambia de acuerdo con su relación personal con sus criaturas.