Recreación Continua
No se necesita una inteligencia o una revelación sobrenaturales para darse cuenta que Di-s creó el universo. Nada se crea a sí mismo.
Sin embargo, la mente humana está atada al tiempo y pareciera ser que la creación tuvo lugar en un pasado remoto. Desde ese momento en adelante, pareciera como si el universo, con su cantidad fija de energía y materia, fue evolucionado naturalmente, únicamente que su forma sufrió cambios. Es decir, no existe ningún caudal nuevo de energía.
La consciencia de la Divinidad empieza con el reconocimiento de una continua recreación. Si Di-s no estuviera involucrado activamente, por así decirlo, en crear el mundo nuevamente cada instante, el universo entero se revertiría a la nada.
Para comprender esta continua recreación hay que experimentar el infinito amor que sintió Di-s por cada criatura. Sobre esto está dicho: “El mundo está construido en base al amor”.
El alma arqueotípica del amor es Abraham. De hecho, las letras en hebreo de su nombre (Abraham) se pueden intercambiar y se transforman en la palabra hebrea “creación” (hibaram).
Un no judío que reconoce que su propia existencia y la de toda la realidad depende continuamente del amor infinito de Di-s (que es en esencia idéntico a la raíz del alma del primer judío) se llena de amor por el pueblo judío. Al respecto se dice que Abraham (junto a su esposa Sara) “hicieron” o “crearon” gentiles rectos.
La palabra “crear” en hebreo (bará) está estrechamente relacionada a la palabra hebrea (barí) que se utiliza para expresar “buena salud”. Así como Di-s recrea el universo continuamente, del mismo modo lo sana. Para tener consciencia de la recreación continua es que Le proyecta a la persona el poder Divino de curación. La toma de consciencia de esta idea (tanto para el judío como para el no judío) cura a la persona y le otorga el poder para curar a otros.
El comienzo de la rectificación para un no judío es su reconocimiento de la recreación continua.