8 Victoria (Creer)

Autotransformación

La victoria final en el alma del hombre, en el servicio a Di-s, es el triunfo de la inclinación del bien frente a la inclinación del mal de la persona. A tal grado, que la persona victoriosa en esta batalla espiritual, se hace meritorio de una metamorfósis del ser.

Sin embargo, la Torá no exige que todos los no judíos se conviertan completamente al judaísmo, mas sí se necesita que pasen por una semi-conversión para llegar a ser “gentiles justos”. Los no judíos deben aceptar las siete leyes de Noé transmitidas a la humanidad por Moisés, el siervo de Di-s, en la Torá. Desde ese momento, ellos se transforman y adquieren un nivel superior de libre albedrío, como se describió anteriormente.

Con respecto al gentil recto, la Torá establece: “Y él debe vivir entre vosotros”. Él puede vivir en la tierra de Israel y es obligatorio para el pueblo de Israel preocuparse de su bienestar.

La victoria posee una dimensión interna como ocurre con todos los poderes espirituales del alma. Esta dimensión es el poder de confianza en Di-s y el sentido de confianza en sí mismo, que nace de la aceptación del hecho que Di-s le otorga continuamente a cada individuo los recursos espirituales necesarios para rectificar su comportamiento y sus características personales, y de esa manera, transformarse en un ser prácticamente nuevo.

La victoria es una “rama” de la bondad. En el servicio Divino, la bondad corresponde al conocimiento de recreación continua. La victoria se hace alcanzable a través de saber que siempre es posible (y nunca es tarde) la rectificación y la transfomación del propio ser.

La victoria sigue a los tres estados previos de consciencia: El amor, el temor reverencial y la misericordia. Después de experimentar el amor que Di-s siente por la persona (que lo crea nuevamente a cada instante), el individuo se torna a Di-s con temor reverencial (el sello de manifiesto libre albedrío), lo que lo lleva a reconocer Su misericordia. El milagro más grande obrado por Di-s es el haber otorgado al hombre el potencial de rectificación (el atributo de victoria).

Aquí también, el no judío toma la iniciativa del judío. La victoria del judío causa la “ascención” de los niveles inherentes a su alma animal y la unión de estos niveles a la fuente de energía de su alma Divina. En un comienzo, el alma animal del judío viene de lo que se conoce en Cabalá como la “cáscara intermedia” (el estado del ser, que posee una mezcla de bien y mal). A medida que el no judío experimenta un proceso de semi-conversión necesario para transformarse en un gentil recto, comienza a ascender de su prisión espiritual dentro de los “tres niveles de impureza”, para llegar a la “cáscara intermedia”. Desde ese momento, el no judío se asemeja de alguna manera, al lado “secular” del judío. (Por esta razón es que se le ordena a la nación judía mantenerlos). Si quisiera convertirse completamente, adquiriría el alma Santa y Divina de Israel.

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