“Yo Soy un Sirviente de Abraham”
Como ya se mencionó anteriormente, cada judío es un “hijo” de Di-s, mientras que un no judío tiene la finalidad de ser un “siervo” de Di-s. A pesar que un judío en esencia es siempre un hijo, cuando se sale de este status (al no manifestar la esencia de su alma Divina), es también descrito como un siervo. Si bien, en relación con la consciencia judía esto definitivamente constituye una caída, en relación con la creación como un todo, sirve a un propósito positivo. Como ya hemos visto, el judío tiene la obligación de mostrarle el camino a seguir al no judío. Cuando el judío demuestra el status de “siervo”, inspira al no judío a llegar al mismo nivel y, de esta manera, ser un siervo de Di-s.
La consciencia de servidumbre se identifica en Cabalá con el atributo de esplendor, cuya dimensión interna es la sinceridad. Cuando se manifiesta esta dimensión, la persona se para frente a su amo con una sumisión total del ser y con un compromiso total de la voluntad. Este sincero estado de sumisión crea un aura de esplendor que envuelve tanto al amo como al siervo.
La sinceridad es la “rama” del temor reverencial. Cuando el no judío aprende el concepto de sumisión y de compromiso del judío, logra servir a Di-s con temor reverencial y regocijo simultáneamente.
La victoria y el esplendor (confianza y sinceridad) actúan como “socios”, como ya fue explicado. Estos conceptos, representan para el no judío dos formas de “conversión”. La victoria corresponde tanto a la conversión completa para ser un judío tal cual o a un proceso de semi-conversión necesario para convertirse en un gentil justo, como se define en la Torá. El esplendor corresponde a la “conversión” que lo lleva a ser un siervo confiable de Di-s, a través del compromiso de servir al pueblo judío.
El ejemplo clásico en la Torá de un gentil que mereció la conversión es Eliezer, el siervo canaanita de Abraham. Debido a la dedicación total a su amo, Abraham lo puso al cuidado de todos sus bienes. En su devoción sincera y absoluta a la voluntad de Abraham, Eliezer se hizo meritorio de dejar el reino de la “maldición” para entrar en el reino de la “bendición”. Esto claramente representa una rectificación de la prohibición de Noé de “blasfemar”, en particular, que, como ya se explicó, corresponde al atributo de esplendor o reconocimiento.
Cuando Eliezer proclamó: “Yo soy el siervo de Abraham” no se refirió a sí mismo con su nombre, ya que había alcanzado un nivel tan elevado de consciencia que no poseía identidad independiente. Como ya fue mencionado, un gran porcentaje del mundo no judío adora a un solo judío. El mundo no judío tiene que llegar a reconocer que todos los judíos son hijos de Di-s. El no judío debe esforzarse para ayudar a los hijos de Di-s a cumplir su propósito: Traer la redención al mundo. Sólo entonces, se va a revelar el verdadero Mashíaj.