Exploremos ahora un aspecto de la vida económica moderna: el campo de la empresa corporativa, sugiriendo un fórmula particular para el éxito que proviene del pensamiento jasídico, como así también basado en declaraciones de la Biblia.
Los tres escenarios principales de interacción que caracterizan el ámbito empresarial son:
1. Interacción entre la compañía y sus empleados.
2. Interacción entre la compañía y sus mercados.
3. Interacción entre la compañía y sus inversores.
Cualquier estrategia clara para el éxito de la empresa, debe estar dirigida a la gobernación dinámica de cada una de estas tres esferas.
La estrategia fundamental que aspiramos a poner en marcha está basada sobre los tres principios de Participación (en hebreo, meuravut), Calidad (en hebreo, ijut), y Flujo (en hebreo, zerimá). Se verá claramente de la siguiente discusión, cómo cada uno de estos tres principios pueden servir para guiar a una empresa en la negociación de sus diversas actividades, y ayudar conjuntamente a maximizar la rentabilidad y el éxito.
Las tres dimensiones de la actividad corporativa identificadas anteriormente, se centran alrededor del personal (los empleados), el producto (mercado) y el capital (inversores). Entonces, nuestra fórmula se puede resumir fácilmente como consistente en: la participación del personal, la calidad del producto y el flujo del capital. Antes de proceder a dilucidar cada uno de estos componentes a la luz del pensamiento jasídico, debemos considerar dos lugares en la Torá en donde está indicado el significado de estos tres principios.
El primero es una frase que aparece en el libro de Proverbios (8:22), donde la Torá se refiere sí misma con las siguientes palabras:
Di-s me creó en el principio de Su camino,
el primero (en hebreo, kedem)
de Sus trabajos (en hebreo, mifal [av])
desde el principio del tiempo (en hebreo, meaz).
Las palabras kedem (“primero) y mifal (“trabajo”) poseen connotaciones que las vuelven de particular relevancia en la discusión de la administración empresarial. Kedem, que literalmente significa “anterior”, denota también el concepto de “progreso” y “avance”. Mifal implica cualquier emprendimiento creativo, y en hebreo moderno es usado específicamente para referirse a una planta industrial. Estas dos palabras juntas del versículo anterior evocan la siguiente asociación: “Para hacer prosperar una empresa, promueve meaz (cuyas letras en hebreo son: mem, alef, zain), que podemos tomar como un acrónimo de los tres principios mencionados: Participación (meuravut), Calidad (ijut) y Flujo (zerimá).
Se puede encontrar otra cita bíblica para esta fórmula en el versículo:
Y Iacob dijo cuando vió [a los ángeles aproximarse],
“Este (en hebreo, ze) es un campamento (en hebreo, majané) de Di-s (en hebreo, Elokim).”
Como podemos ver, las iniciales de la frase “este es un campamento de Di-s” también forma el acrónimo meaz.
La imagen del “campamento de Di-s” sirve como un símbolo adecuado, para lo que cualquier compañía judía debería esforzarse por ser. El “campamento” era la estructura organizativa básica que definió la primera fase de desarrollo de Israel como pueblo. Acompañando su desplazamiento y asentamiento durante los cuarenta años de su permanencia por el desierto, el “campamento de Di-s” se convirtió en el primer paradigma de la actividad grupal constructiva en la comunidad Israelita.
Analizando estas tres palabras (majané Elokim ze, “este es un campamento de Di-s), es posible arribar a una correspondencia más exacta de los principios corporativos enumerados arriba. El “campamento” es un arquetipo organizacional, apuntando a la participación/conducción del grupo/estructura que uno se esfuerza por alcanzar dentro de una compañía. Ser “de Di-s”, indica el ideal Divino de Calidad al que debe aspirar toda organización en su vida activa. Finalmente, “este es” sugiere en nuestro versículo la habilidad de identificar la calidad cuando uno la ve, dirigida hacia el Flujo (zerimá) de la fuerza creativa que inspira el éxito (en hebreo, ze y zerimá comienzan con la letra zain y finalizan con la letra he).
La palabra meaz, que podemos adoptar como el acrónimo para el propósito de este estudio, implica literalmente la idea de escuchar la voz que viene “desde el principio de los tiempos”. Como tal imparte un sentido de lo primordial, como en el caso de la palabra kedem (“primero”) que aparece a su lado en el versículo. La relevancia de las cosas primordiales en el tema de la empresa corporativa, yace en la correlación implícita que uno puede establecer entre el éxito creativo duradero, y la raíz primaria de la que deriva su inspiración.
Uno puede tener confianza en que sus esfuerzos creativos van a encontrar bendición, sólo si la inspiración para esos esfuerzos proviene de una antigua y eterna fuente de sabiduría. Todas las cosas primordiales permanecen eternamente; en hebreo “eternidad” (netzaj) también posee el significado de “victoria” y “éxito”. Si nuestra empresa es establecida sobre una base de conocimiento exclusivamente contemporáneo y temporal, el éxito puede ser alcanzado, pero no será de naturaleza permanente. La creatividad perdurable sólo es posible yendo más allá de los recursos que se disponen, invocando una fuente primordial de energía que infunda en nuestra empresa un carácter eterno y Divino.
La Torá es por supuesto la fuente primaria de sabiduría creativa que desciende a nuestro meaz. Utilicémosla para una más exhaustiva exploración del tema que nos ocupa.