La Universidad de la Torá
Psicología Jasídica
“Una persona es pobre sólo en su facultad de conocimiento”, dijeron los sabios. La pobreza en el conocimiento, sin embargo, genera pobreza real. Los dos tipos de pobres, pobres en conocimiento y pobres en adquisiciones, se mencionan en el verso “Él salva al pobre del que es más fuerte que él, y al pobre y al desfavorecido del que les roba.” La palabra hebrea para “pobre” es עני (ani). Si las letras se reorganizan, se escribe עין ayin (ojo). La pobreza comienza con la perspectiva de una persona sobre la realidad (que fluye desde su facultad de conocimiento, su conciencia interior). La rectificación de las dos personas pobres en el verso anterior depende de la rectificación de los dos ojos:
Cuando el sexto Rebe de Lubavitch, el Rebe Raiat”z, tenía cuatro años, su padre, el Rebe Rashab, le explicó que una persona nace con dos ojos para que con su ojo derecho, el ojo que ama y acerca a otros, mirará a sus compañeros judíos y al libro de oraciones. Con su ojo izquierdo, el ojo que aleja y contrae, debe mirar “la golosina y el juguete”. Cuando se trata de asuntos de santidad y de nuestro prójimo, debemos abrir mucho los ojos para ver las virtudes y las alturas espirituales que aún no hemos alcanzado, mientras anhelamos e intentamos ascender en la escalera de la santidad. Cuando se trata de asuntos mundanos, debemos mirar con la perspectiva opuesta. Deberíamos mirar a aquellos que parecen estar por debajo de nosotros y, con esa perspectiva, cultivar el enfoque de sentirnos ricos y felices con nuestra suerte. Una persona que invierte el orden, sintiéndose complacido consigo mismo en asuntos espirituales y deseando más y más placer físico, se vuelve “pobre en conocimiento”. Una persona que no tiene un impulso para crecer permanece pequeña y pobre. Será literalmente pobre, porque “Una persona no muere con ni la mitad de sus deseos en la mano.” Siempre se sentirá pobre y carente.
Es importante interiorizar esta comprensión desde una edad muy temprana. Pero hay una explicación adicional, más profunda, más relevante para nuestra edad adulta, cuando nos preocupamos por nuestra imagen y nuestras relaciones con los demás: una persona nació con dos ojos para que pueda mirar a los demás con su ojo derecho y amoroso y ver la amplitud de sus virtudes. Debe volver su ojo crítico izquierdo hacia sí mismo, lo que resultará en humildad y voluntad de superación.
Aquí, también, comienzan los problemas si invertimos el orden: cuando miramos a los demás con nuestro ojo izquierdo, el ojo “malvado”, que se enfoca en sus defectos, no podemos conectarnos con ellos y nos volvemos “pobres en conocimiento”. Da’at (conocimiento) también significa ‘conexión’, como en el verso “Y Adam conoció (iada) a su esposa Eva”. No hay nadie más empobrecido y deplorable que una persona que no puede conectarse de una forma genuina con los demás y permanece encerrada en su soledad (mientras imagina cómo todos los demás son “más fuertes que él” y están tratando de aprovecharse de él y hacerle daño). Además, cuando una persona se mira a sí misma con su buen ojo, su ojo derecho, en lugar de asumir la responsabilidad, rectificar lo que está mal y progresar, se convierte en un consentido, se siente patético y está convencido de que el mundo le ha robado su protagonismo.La segulá (remedio espiritual) que evitará que nos sintamos pobres, en todas sus manifestaciones, es la rectificación de la perspectiva de nuestros ojos. Cuando miramos a los demás con el ojo derecho, podemos acercarnos a ellos, aprender de ellos y conectarnos con ellos. En este estado somos ricos en conocimiento. Aprendemos de todos, estamos rodeados de amigos cariñosos y la gente coopera con nosotros y nos apoya. Mirarnos a nosotros mismos con el ojo izquierdo, con una crítica penetrante, hace posible que no sólo nos baste con poco, sino que nos hagamos realmente ricos. Dios está esperando que salgamos de nuestra conciencia de derechos. Quiere que dejemos de atribuirnos el mérito de nuestros logros y éxitos (“Mi poder y la fuerza de mi mano me han dado este éxito”). Tan pronto como recordemos que todo viene de Él y Él nos da el poder para tener éxito, Él nos colmará de abundancia infinita.