Sabemos que el Baal Shem Tov estuvo toda su vida viajando, esa fue una parte de su servicio a Dios. Viajaba a muchos lugares, incluso trató de ir a la Tierra de Israel sin lograrlo, porque desde el Cielo lo demoraron. El judío viaja y rescata chispas, “Por Havaiá los pasos del hombre del hombre fuerte son firmes, su camino Él aprobará”. [Tehilim 37:23].
Cierta vez el Baal Shem Tov llegó a Viena, allí su hospedaje estaba al lado de una universidad, donde había muchos estudiantes gentiles que estudiaban allí. Pasó cierta vez frente a un grupo de estudiantes y uno de los muchachos gentiles observa al Baal Shem Tov y le dice con insolencia “Tu barba parece de un chivo”. El Baal Shem Tov, poniéndole su mano sobre el hombro y mirándolo a los ojos le dijo en idish: zai haid, “se judío”, quizás en alemán e inmediatamente desapareció, se fue de allí.
No pasó una hora y el joven corre buscándolo. ¿Dónde está ese judío? Dijo que en el mismo momento en que puso su mano sobre su hombro, su corazón comenzó a arder dentro de sí, como una llama de fuego por ser judío. Y en verdad se convirtió y se hizo judío.
De aquí aprendemos algo muy importante del gran Baal Shem Tov: el Baal Shem Tov también dentro de los gentiles quién tiene que ser judío. Por supuesto todos los gentiles tienen que ser jasidei umot haolam, piadosos de las naciones del mundo. Pero hay muchas almas que necesitan convertirse y ser verdaderamente judíos. ¿Y quién puede verlo con su Ruaj Hakodesh, su clarividencia y también hacerlo? El Baal Shem Tov