Al principio de la parashá está dicho, que cuando se entra a la Tierra de Israel hay que exterminar toda idolatría, “exterminar, exterminarás todos los sitios que sirvieron allí los pueblos, etc.”. De la duplicación de “exterminar, exterminarás” aprenden los sabios de bendita memoria, que hay que extirpar de raíz la idolatría, y si el árbol que se usó para la idolatría vuelve a brotar, hay que arrancarlo nuevamente, incluso hasta diez veces. Y está explicado en el Talmud “hay que arrancar la idolatría de las estrellas antes de conquistar la Tierra de Israel, y la conquista de la Tierra de Israel es previa al exterminio de la idolatría a las estrellas”. Entonces primero hay eliminar lo que está sobre la superficie, y luego desplazar a los moradores de la tierra, “no vivirá ninguna alma”. Y al final se vuelve para quemar toda idolatría y desarraigarla. También en el trabajo espiritual existe este orden. El principio cortar, como en la circuncisión, “y circuncidarás el prepucio de vuestros corazones”, extirpar el mal revelado en la psiquis. Pero luego hay que seguir desarraigando, y llegar al “mal oculto”, en el inconciente de la psiquis, como la membrana delgada que se retira en el brit milá, la circuncisión, y para esto hace falta una ayuda especial de lo Alto, “y circuncidó Havaiá tu Dios tu corazón y el corazón de tu descendencia”
“זרעך לבב ואת לבבך את אלהיך’ הוי ומל” (iniciales de Elul). Cortar el mal revelado es una tarea del beinoní, el hombre “intermedio” del Tania, y ocuparse del mal oculto es una tarea del tzadik, el hombre justo. Y entre ambos está la conquista de la Tierra, el pasaje de intermedio a justo, porque “y tu pueblo son todos justos, por siempre heredarán la Tierra.” Para conquistar como corresponde la tierra de Israel, primero hay que cercenar la idolatría, incluyendo la debilidad en la fe y confianza en Hashem, que comienza con el pensamiento incorrecto “mi fuerza y la potencia de mi mano me hizo esta victoria”. Las últimas generaciones erraron al pensar que se puede heredar la Tierra de Israel y al mismo tiempo permitir que siga la idolatría. Esto no puede perdurar. La primera etapa de la rectificación revelada del Pueblo de Israel nos permite conquistar la Tierra de Israel, y entonces llegar a desarraigar la idolatría, rectificar por completo las raíces más ocultas.