De acuerdo al análisis cabalístico de los “huesos secos” de la visión de Ezequiel, los cuatro componentes constituyentes del cuerpo humano –huesos, vasos sanguíneos, carne (músculo) y piel– se corresponden con las cuatro letras del Nombre Havaiá. El nivel quinto que le da vida al cuerpo, el espíritu (“Desde las cuatro direcciones, ven, Oh espíritu, y sopla dentro de estos cuerpos, para que puedan vivir”), corresponde al trascendente quinto nivel del Nombre Havaiá, ubicado en el pico superior de la iud.
En forma similar, los cuatro colores del ojo –el cuerpo físico y el espíritu de vida están encapsulados en el ojo– corresponden a las cuatro letras del Nombre Havaiá así como los cuatro componentes generales del cuerpo humano: el color blanco del ojo corresponde a los huesos y a la iud; el rojo a los vasos sanguíneos y a la primera hei; el color del iris al músculo y a la vav; el negro de la pupila a la piel y a la segunda hei.
El sentido de la vista que se asienta en los ojos corresponde al espíritu que de vida en el cuerpo y al quinto nivel del Nombre Havaiá, el ápice de la iud. Este mismo pico de la iud aparece en el punto interno de la segunda hei, según el secreto de “el final está incluido en el comienzo y el comienzo en el final”.
Nuestros sabios establecieron la correspondencia entre el espíritu de vida y la vista, con el padre (jojmá) y el color blanco del ojo y la madre (biná) y el color rojo del ojo, en la siguiente descripción de la creación del hombre:
Hay tres socios en [la creación de] el hombre: El Santo, bendito Sea, el padre y la madre. El padre contribuye con la blancura que se transforma en los huesos, los nervios y tendones, las uñas, el cerebro en la cabeza y el blanco del ojo. La madre aporta el rojo, que deviene en la sangre, la piel, la carne, el pelo, y el negro del ojo. Y el Santo, bendito Sea, brinda el espíritu [de vida], el alma, la forma de la cara, la visión del ojo, la audición de los oídos, el habla de la boca, el elevarse de las manos, el caminar de las piernas, el entendimiento y el intelecto.
En el Zohar, el secreto del ojo –el secreto de la vista– se relaciona con el día sagrado de Shabat. En hebreo esta palabra está compuesta por tres letras: shin, bet y tav.
La letra shin está formada por tres líneas (tres vav, cada una con una cabeza, una iud en la cúspide) que se elevan desde una base común, aludiendo a los patriarcas del pueblo judío, Abraham, Itzjak y Iaakov y por eso es conocida como “la letra de los patriarcas”.
Las dos letras restantes, bet y tav, forman la palabra bat, “hija”. Así, la shin de shabat alude a los tres colores que rodean la pupila, mientras que la bet y la tav se refieren a la pupila misma.
En este día, que alude a la revelación del mundo por venir, el ojo humano rectificado –reflejo de los tres patriarcas junto con el rey David– es meritorio de visualizar la luz Divina de Shabat insinuada en la palabra misma (que en el Zohar es considerada como un Nombre de Di-s), cuya forma completa manifiesta una luz que trasciende infinitamente a la de sus letras componentes.
En síntesis:
Nombre de Di-s | sefirá | aspecto del ojo | arquetipo | Shabat | |
ápice de la iud | keter | vista | Divinidad | Shabbat | |
iud | jojmá | blanco | Abraham | ||
hei | biná | Rojo (vasos sanguíneos) | Itzjak | shin | |
vav | daat y las midot | color del iris | Iaakov | ||
hei | maljut | Negro de la pupila | David | beit – tav |