El sistema nervioso es de los más sofisticados y desarrollados del cuerpo humano, y también uno de los principales: los nervios repartidos por todo el cuerpo se comunican entre sí mediante señales eléctricas extremadamente rápidas y son responsables de gran variedad de acciones y procesos vitales en muchos sistemas, desde los cinco sentidos hasta los sistemas digestivo y respiratorio.
Hoy en día la ciencia divide el sistema nervioso en dos partes: la parte responsable de recibir estímulos del medio ambiente y acciones voluntarias (el sistema somático) y la parte responsable de las acciones automáticas en el cuerpo, como la digestión, la respiración y otras acciones que el cuerpo realiza de forma independiente (el sistema autónomo).
PIENSA BIEN, NO PIENSES MAL.
¿Qué se puede aprender de esta división del sistema nervioso?
Se puede organizar los 12 diferentes sistemas corporales que se aceptan hoy en día comparándolos con la estructura del árbol de la vida de las Sefirot[1]. En esta analogía el sistema nervioso corresponde clara y simplemente a la sefirá de Daat, Conocimiento. En el Jasidismo se explica que daat es el poder de sentir en el alma: sentir el asunto o la persona que encontramos. Además, en daat se revela en especial el poder del libre albedrío, la elección entre el bien y el mal. Ambas cosas se reflejan perfectamente en el sistema nervioso: es responsable de sentir y recibir información desde el exterior y transmite órdenes e instrucciones a los distintos órganos según sea necesario.
Y he aquí, en Cabalá se explica que las dos partes de Daat se divide en dos: “itra dejasadim” y “itra degueburot“, el lado de la bondad y el lado del rigor. En la psiquis las dos caras son el sentimiento del bien y la atracción hacia él (jasadim), y el reconocimiento y sentimiento del mal y su rechazo (gueburot).
Si hacemos un paralelo entre las dos partes de daat, la atracción por el bien y el rechazo del mal, con las dos partes del sistema nervioso, surge la siguiente imagen: la atracción por el bien corresponde a la parte consciente del sistema nervioso y el rechazo del mal con el sistema nervioso autónomo e inconsciente. De una manera rectificada, la conciencia del hombre debe dirigirse principalmente a las cosas buenas: pensar en buenas obras y acciones por realizar, ver el bien en los demás y en el mundo y ocuparse en aumentar la luz y la bondad.
Por otro lado, la actitud hacia el mal es bueno que sea automática e instintiva. No es bueno pensar y reflexionar mucho sobre el mal que existe en el mundo y en el hombre y normalmente no se obtiene mucho beneficio al hacerlo. A medida que se aumenta y fortalece la distancia con el mal, esa actitud de distanciamiento se vuelve cada vez más natural y satisfactoria. Muchas personas -quizás la mayor parte de la humanidad actual- no se encuentran en este nivel: requieren un esfuerzo para identificar correctamente el mal y rechazarlo. Pero el estado rectificado al que hay que llegar y que hay que esforzarse hoy, es un rechazo natural e inconsciente del mal y una preocupación consciente por los aspectos buenos y luminosos de la realidad.
De hecho, esta idea ya está incluida en la explicación jasídica del pecado primordial, el pecado del árbol del conocimiento: El Baal HaTania explica que el pecado de Adám el primer hombre fue que “espió en los heijalot haklipá”, las recámaras de las cáscaras impuras”, a diferencia de la situación anterior al pecado en la que una persona vivía en el Paraíso y sólo tenía conciencia del bien, ya que comer del “Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal” lo expuso al mal que existe en el mundo y le provocó tener una amplia conciencia de este mal. En la situación actual que se vive como consecuencia del pecado se requiere que cada uno sea consciente -al menos básicamente- tanto del mal en su alma como en el mundo, pero la corrección es regresar a la situación que prevalecía en Gan Eden, ese paraíso donde lidiar con el mal tenía lugar inconscientemente.
Según el libro del rabino Ginsburgh Refuá Shlemá, Curación Completa, págs. 68-69.
[1] Ver en detalle en el libro en hebreo Refuá Shlemá, capítulo 3, y en PARTE 11 LOS SISTEMAS FISIOLÓGICOS DE ACUERDO A UN MODELO CABALÍSTICO » Gal Einai