“Si en el camino encuentras por casualidad un nido de pájaros… y la madre está sentada sobre los polluelos o sobre los huevos, no tomes a la madre junto con sus crías. Aleja a la madre y llévate sólo a las crías, para que te vaya bien y tengas una larga vida”. (Deuteronomio 22:7)
כִּי יִקָּרֵא קַן צִפּוֹר לְפָנֶיךָ בַּדֶּרֶךְ… וְהָאֵם רֹבֶצֶת עַל הָאֶפְרֹחִים אוֹ עַל הַבֵּיצִים לֹא תִקַּח הָאֵם עַל הַבָּנִים. שַׁלֵּחַ תְּשַׁלַּח אֶת הָאֵם וְאֶת הַבָּנִים תִּקַּח לָךְ לְמַעַן יִיטַב לָךְ וְהַאֲרַכְתָּ יָמִים.
El pensamiento jasídico enseña algo fundamental sobre nuestra psicología y cómo rectificar nuestros egos a partir de esta mitzvá que parece tan alejada de nuestra vida moderna. Estos versos en realidad contienen dos mitzvot. Primero, está el mandamiento prohibitivo, de no capturar a la madre ave y su descendencia juntos. Pero junto con la prohibición, hay una mitzvá prescriptiva, alejar a la madre pájaro antes de llevarse los huevos o los polluelos.
Madre e hijo, causa y efecto
En Cabalá, la madre simboliza una causa, tal como una madre es la causa [la razón detrás] del nacimiento de sus hijos. Por extensión, la descendencia de la madre simboliza los efectos que resultan de la causa. Nuestras acciones tienen razones o causas detrás de ellas.
A menudo, cuando no estamos seguros de qué camino tomar en la vida, buscamos algún tipo de “señal”, algún tipo de revelación indirecta de la Divina Providencia. Si nos encontramos con una, la “señal” actúa como una causa o una motivación, ayudándonos a elegir un camino en particular. A nuestro entender, esta “señal” nos fue enviada desde arriba para guiarnos en la dirección correcta.
Por ejemplo, una persona no está segura de dónde vivir. No puede decidir dónde podría ser una mejor influencia en su entorno y dónde se cumpliría mejor su misión en la vida. Hay pros y contras para cada elección. Pero luego, de repente, consigue un buen trabajo en uno de los lugares. Esto sirve como una causa externa, cambiando el equilibrio de las opciones. Si la persona así lo decide, ahora puede preferir una opción a las demás, con la “señal” de un buen trabajo dirigiendo su elección. Esta es una práctica de elegir.
Una relación viva y dinámica
Sin embargo, una vez que apareció la “señal” y lo ayudó a decidir, debe dejarlo ir. No sigas aferrándote a ella, porque el apego a esta “señal” puede eventualmente hacerte perder de vista que es Dios quien dirige el mundo y lo recrea de nuevo en cada momento. La esencia de tener una relación con el Creador es sentir que esta relación se renueva a cada momento. Una vez que se ha tomado la decisión, es hora de “alejar a la madre”, dejar ir la causa y realinearnos con el sentimiento de que es Dios quien nos da el poder para tener éxito. Por lo tanto, despedimos la “señal” y, “los críos, tomad por vosotros mismos”. De aquí en adelante, nos enfocamos en la tarea que tenemos entre manos, en cumplir la misión de nuestra vida, sabiendo que todo depende de nuestra relación diaria y viva con Dios.