TORÁ Y CIENCIA
La incapacidad de la ciencia para lidiar directamente con la naturaleza conduce a una ceguera frente a fenómenos complejos. ¿Cuál es la sorprendente conexión entre el poder de elección y las mutaciones que impulsan la evolución?
En la parashá de Vaietzé, se relata cómo, mediante el uso de varas rayadas colocadas frente al ganado, nuestro patriarca Yaakov pudo influir en las características externas de la siguiente generación de animales. Tal como era de esperarse, un científico judío-estadounidense preguntó al Rebe de Lubavitch cómo logró Yaakov algo que no tiene explicación en la ciencia moderna. El Rebe respondió con dos puntos clave:
- “El hecho de que no hayamos observado algo, no es prueba de que no exista, especialmente en lo que respecta al conocimiento científico.”
- “Es difícil extraer conclusiones de laboratorio sobre la naturaleza en su estado primigenio y salvaje. En el laboratorio, se realizan experimentos controlados que examinan una o dos variables mientras el resto del entorno permanece constante. Pero introducir la naturaleza misma, en todo su poder y complejidad, en el laboratorio, haría imposible obtener conclusiones claras.”
La Evolución y las Mutaciones
Siguiendo esta línea, podemos afirmar que incluso al estudiar la naturaleza salvaje, no podemos ignorar a Dios como el regente absoluto de la naturaleza. Un ejemplo fascinante es cómo la Torah y la Jasidut abordan la teoría de la evolución.
Tras numerosas observaciones en la naturaleza salvaje, Darwin concluyó que las especies cambian y evolucionan unas de otras mediante un proceso natural. Los puntos clave de este proceso son:
- El nacimiento de un individuo con una mutación significativa en sus características.
- La selección natural, que favorece esta mutación porque mejora la supervivencia y reproducción del individuo.
En el tiempo de Darwin, no había una explicación clara para el origen de las mutaciones. Con el tiempo, la genética reveló que las mutaciones ocurren principalmente de manera aleatoria debido a errores en la replicación genética. Desde una perspectiva científica, estas mutaciones parecen completamente fortuitas, dejando fuera cualquier mención de Dios.
Perspectiva de la Torá: Hishtalshelut, Hitlabshut y Hashraá
La visión de la Torah sobre las mutaciones se basa en tres conceptos clave: Hishtalshelut (encadenamiento), Hitlabshut (investidura) y Hashraá (inspiración).
- Hishtalshelut (Encadenamiento): Cada efecto tiene una causa directa. El modelo mecanicista de las mutaciones encaja en esta categoría, pero desde la perspectiva de la Torah, la aleatoriedad aparente es en realidad la guía de la Divina Providencia. Así, cada mutación forma parte de un plan divino mayor.
- Hitlabshut (Investidura): Este concepto sugiere que las mutaciones no son meramente aleatorias, sino que surgen de una necesidad interna y existencial de cambio. Por ejemplo, una criatura sin dientes puede desear tenerlos para masticar alimentos más duros, y esta necesidad existencial impulsa el cambio.
El Poder de Elección y las Mutaciones
Según la Torah, Dios otorgó a sus criaturas el poder de elección, un poder que trasciende la lógica de “todo está predeterminado”. Este poder permite que incluso lo que parece inevitable pueda cambiarse.
En los comienzos de la creación, este poder residía incluso en lo inanimado, como lo señala el Tanya, que describe que cada piedra tiene un alma. Con el tiempo, este poder pasó a las plantas, luego a los animales, y finalmente al ser humano. Dentro de la humanidad, Avraham Avinu recibió la capacidad más elevada de elección al creer en Dios en un mundo de idolatría. Por ello, fue instruido: “Camina delante de Mí y sé íntegro.”
El poder de Avraham para “caminar delante de Dios” guió la evolución según el deseo de perfeccionar el mundo bajo el Reino de Dios. Este poder especial continúa en sus descendientes, guiando la dirección de la evolución en el mundo.
Reflexión Final
La perspectiva de la Torá nos invita a ver el proceso evolutivo no como algo aleatorio, sino como un entramado divino cuidadosamente planeado, donde el poder de elección de cada ser juega un papel fundamental en la continua evolución y perfección del mundo.