JUICIO DE VERDAD Y FE

El juicio rectificado es la base de un Estado según la Torá, porque a través de él se manifiesta Hashem incluso en los aspectos más prácticos de la realidad.
El juez debe tener fe total en la providencia divina, ver que cada caso que llega a él es guiado desde el cielo, y buscar el fallo de la Torá con intención pura.

Aplicar el “juicio de verdad” revela misericordia, porque al asumir nosotros el rol del juicio en la tierra, Hashem puede manifestar Su compasión plena.
Cuando el juicio se realiza con rectitud, la Shejiná reposa entre nosotros, la providencia se hace visible y se acerca la redención verdadera y completa.

El fundamento de la rectificación del reino-Estado según la Torá es el juicio rectificado.
Por eso, la sección de la Torá más pública, la que trata sobre la conducción espiritual y práctica del pueblo y sobre las principales funciones del gobierno, es la parashá Shoftim.

Nuestros Sabios enseñan que, cuando aplicamos el juicio de manera correcta, Hashem se eleva, hace residir Su Shejiná entre nosotros y nos redime con una redención completa.
¿Por qué el juicio tiene una importancia tan significativa?
¿Cómo se ve el juicio rectificado en un Estado judío?

El papel del juicio de la Torá es hacer presente a Hashem en el mundo, incluso en los niveles más bajos y prácticos de la realidad, cumpliendo con el propósito de la creación:

“Hacer para Él, bendito sea, una morada en los mundos inferiores”.

Por eso, más allá de la gran importancia de que el sistema judicial se conduzca según las leyes de la Torá, también tiene un significado especial la personalidad de los jueces, su intención y la manera en que se conducen.
Los jueces, de acuerdo con la Torá, deben sentir que:

“Elokim está en la asamblea divina; en medio de los dioses juzga”,
es decir, que dentro de su juicio hay un diálogo constante con Hashem y una intención de iluminar Su bondad en el mundo.

Por supuesto, el juicio debe ser un “juicio de verdad”, y “no hay verdad sino la Torá”, pero la verdad divina que reside en la Torá se manifiesta sobre el fundamento de la fe de las almas de Israel.
La unión entre la verdad objetiva de la Torá-juicio y la fe subjetiva es la unión del Santo, bendito sea, y Su Shejiná: la unión de “Él es verdad” y “Ella es fe”.

Por ello, ante todo, se requiere que el juez tenga una fe absoluta en la providencia individual: que crea que todos los detalles del caso que se presenta son por providencia individual, así como el hecho de que esos asuntos hayan llegado ante él y requieran su decisión.
Sólo cuando el juez reconoce el “milagro” en lo que se le presenta —la mano asombrosa de Hashem— puede luego dirigirse y analizar cuál es el fallo de la Torá.

El Zóhar dice: “Juicio – es misericordia”.

En el nivel externo, el juicio se percibe como estricta justicia, y “en el juicio no se tiene piedad”.
Pero en su interior, toda la intención del juez debe ser revelar al Padre misericordioso.

Primero, porque cuando hay juicio abajo, no hay juicio arriba, y el juicio humano es más “suave” que el juicio celestial (donde incluso “los cielos no son puros ante Sus ojos”).
Este mundo es un mundo de dudas —duda sobre la realidad y duda sobre el dictamen de la Torá— lo que hace que el juicio aquí no sea tan absoluto (hasta el punto de que la ejecución de la pena capital por el Sanedrín era algo muy raro y excepcional).

Pero, más allá de eso, Hashem quiere que en el mundo haya tanto justicia como misericordia: que estén presentes Su Nombre “Elokim” y Su Nombre “Havayá”.
Cuando nosotros asumimos el rol del juicio, tal como Él lo quiso desde el inicio — “Yo dije: ustedes son Elokim” (cumplido especialmente en los jueces, que explícitamente son llamados “Elokim”) — entonces Hashem “se libera” para tener misericordia plena sobre nosotros, como quien dice: “Yo soy Hashem”, y todo Mi ser es solo para tener piedad y hacer el bien.

El juez debe sentir que aquí hay un “juego de roles”: Hashem le envía, con Su providencia, un caso asombroso, y a él le corresponde juzgar qué dice la Torá al respecto.
El propósito del juicio de la Torá es rectificar la realidad, considerando al máximo sus datos y circunstancias, y usando la fuerza del juicio solo en la medida que la Torá lo exige.

En efecto, es justamente cuando se aplica el juicio de la Torá que se manifiestan desde lo alto las abundantes misericordias de Hashem, Su Shejiná reposa entre nosotros, la providencia individual se hace evidente a los ojos de todos, ¡y llega la verdadera y completa redención!

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