Razi nos contará qué hay que hacer cuando queremos saltar al agua y cómo esto está relacionado con el Bar Mitzvá.
¡Shalom, niños!
Este Shabat leeremos en la Torá la historia de Shimón y Leví, hijos de Yaakov, en la ciudad de Shejem. Después del terrible acto cometido contra Diná, su hermana, ellos decidieron que no era posible quedarse callados: había que actuar. Tras un acuerdo firmado mediante engaño con la gente de Shejem, Shimón y Leví toman cada uno su espada el tercer día desde la circuncisión de los habitantes de la ciudad, y mientras estos yacen adoloridos en sus camas, los sorprenden y matan a todos los hombres de la ciudad.
Nuestros Sabios nos enseñan que de la expresión “cada uno con su espada” aprendemos una ley sumamente importante:
¿Cuándo un niño pasa a ser un joven, un Bar Mitzvá, obligado en las mitzvot de la Torá como un adulto?
¿Desde cuándo puede ya contarse para un minyán y para todo asunto de santidad?
Desde los trece años.
¿De dónde lo aprendemos? De Shimón y Leví. En ese día Leví celebró su cumpleaños número trece, y la Torá lo llama “ish” (hombre), lo que indica que ya es considerado un adulto.
¿Cómo se festeja un Bar Mitzvá?
Shimi, mi hermano mayor, celebró su Bar Mitzvá hace medio año. Ya tres meses antes comenzó a preparar el maamar jasídico que iba a recitar en el evento frente a los invitados. Dos meses antes ya empezó a colocarse tefilín, bajo la atenta supervisión de papá. Con Yoel, el vecino, se sienta cada noche en el grupo de los “matmidim” y estudia una tratado de Guemará.
“Para llegar preparado, con algo más ‘en la mano’ para el Bar Mitzvá”, me explicó.
En general, de pronto comenzaron a aparecérsele gestos serios, como de adulto. Siento que se olvidó un poco de lo que es ser niño…
De mis amigos escucho que esto no es algo raro. También ellos cuentan historias parecidas sobre sus hermanos. Parece que al acercarse esta edad, algo realmente cambia. Tal vez todavía no lo he vivido. Quizás cuando crezca, podré responderles con seguridad…
El Bar Mitzvá de Leví
¿Cómo habría imaginado yo el Bar Mitzvá de Leví, hijo de nuestro patriarca Yaakov? No menos importante que el de mi hermano Shimi.
Pero la Torá relata algo totalmente distinto: no un discurso jasídico ni un siyum de tratado, ¡sino una guerra en la que dos jóvenes matan a toda una ciudad!
Y aún más sorprendente: de este “Bar Mitzvá” aprendemos la edad de las mitzvot para todos los judíos de todas las generaciones.
¿A qué se debe esto?
¡Salta al agua!
¿Conocen esa sensación? Estás parado sobre el trampolín de la piscina, ya ansioso por romper la barrera del miedo y saltar al agua, pero tus piernas se quedan paralizadas. Mejor dicho: la cabeza se paraliza.
Una y otra vez te dices: “¡Vamos, salta ya!”, pero entonces aparece el pensamiento que te bloquea. Puede ser un “doctor peligroso” que te susurra: “¿Meterte en lo profundo?”. O un “profesor desconfiado” que te insiste: “¿Y si no saltas, eso significa que no vales? ¿Quién lo decidió?”. Sea como sea, ese pensamiento siempre llega justo en el instante en que quieres despegar los pies del suelo firme.
Este momento puede durar largos minutos, pero también puede terminar de tres formas:
- Bajar del trampolín, renunciar a la idea y marcharte avergonzado, teniendo luego que explicarte —y quizá también a otros— por qué desististe.
- Que alguien te empuje desde atrás al agua. No recomiendo esta opción: además de ser peligrosa, si otro decide por ti, ¿qué valor tiene?
- Simplemente decidir saltar.
No intentes convencerte. Eso podría no terminar nunca. Así como el despegue de los pies debe hacerse de una sola vez, también el pensamiento que da la orden debe actuar de golpe. Pero ¿desde dónde salta el pensamiento? Debe desconectarse del intelecto. El cálculo racional me hace dudar; pero para terminar con las vacilaciones y actuar, debo saltar por encima de la razón.
Comenzar por encima de la razón
Volvamos a Shimón y Leví y al acontecimiento que marca el Bar Mitzvá del joven Leví.
¿Estaba Yaakov satisfecho con lo que hicieron sus hijos? No es ningún secreto que no lo estaba. Los reprendió por su irresponsabilidad:
“Por vuestra culpa podemos quedar envueltos en una guerra mundial. Las naciones se levantarán contra nosotros. Somos una familia pequeña, ¿qué posibilidades tenemos contra todos?”
De la respuesta de los hijos aprendemos cómo se sentían. En realidad, ni siquiera respondieron su pregunta. Como buenos judíos, contestaron con otra pregunta:
“¿Acaso se puede tratar a nuestra hermana como a una prostituta?”.
¿Podíamos quedarnos callados?
Para ellos, no había lugar para dudas. Cuando hay profanación del Nombre de Dios, hay que actuar, pase lo que pase, aun si implica riesgo. Hay momentos en los que es necesario actuar por encima de toda lógica y razonamiento.
Este es el mensaje central que nos enseñan nuestros Sabios:
El comienzo de todo asunto de santidad debe ser con toda la fuerza, con entrega del alma, por encima de la razón. La moderación y el cálculo vendrán después. Primero hay que comenzar.
La edad del Bar Mitzvá es el momento en que quien fue niño entra al mundo de los adultos y al yugo del cumplimiento de las mitzvot. Ese día está parado sobre el trampolín desde donde debe lanzarse a las aguas profundas, y allí debe saltar.
Por cierto, no es necesario esperar hasta los trece años: se puede empezar a entrenar desde hoy mismo.
Que merezcamos servir a HaShem con todas las fuerzas del alma, ¡y por encima de ellas!
¡Shabat Shalom y bendito!
Razi




