LA MUERTE DE MOISÉS, EL NACIMIENTO DEL MASHIAJ

La paradoja de la muerte de Moisés

Los últimos ocho versículos de la Torá describen la muerte de Moisés. Nuestros sabios tienen dos opiniones sobre quién escribió estos versos. La primera opinión es que Dios dictó estos últimos ocho versículos al sucesor de Moisés, Iehoshua. La segunda opinión es que, así como el resto de la Torá fue escrita por Moisés, también lo fueron estos versículos que describen su muerte. Dios dictó los versículos a Moisés, y Moisés los escribió con lágrimas en los ojos.

Así como la autoría exacta de los versículos sobre la muerte de Moisés sigue sin estar clara, la ubicación exacta de su tumba tampoco está clara. Nuestros sabios describen la paradoja del Monte Nevo, diciendo que, si uno está arriba en la montaña, la tumba de Moisés parece estar debajo de él, pero cuando llega al punto de abajo, la tumba parece estar elusivamente encima de él.

La montaña de la paradoja

La paradoja de la muerte y el lugar de la tumba de Moisés se relaciona con el concepto de tocar y no tocar (como se explica en la conferencia en audio del rabino Ginsburgh sobre la porción de la Torá de Haazinu). La paradoja de tocar y al mismo tiempo no tocar es uno de los secretos del Quincuagésimo Portal del Entendimiento, al que Moisés aspiró toda su vida. Recibió este quincuagésimo portal ahora, momentos antes de su muerte, en el Monte Nevó (en hebreo se escribe: nun, beit, vav, נבו). La esencia primordial del Monte Nevó es nun bó (nun; beit, vav) “la nun está dentro de él”. La nun, cuyo valor numérico es 50, también alude a noguea v’eino noguea, “tocar y no tocar “- (las letras iniciales de noguea v’eino noguea forman la palabra nun) la paradoja de la ubicación de la tumba de Moisés y de quién escribió los versos finales sobre su muerte.

La permutación paradójica

En hebreo, el nombre de Moisés, Moshe, se escribe mem, shin, hei. En el cuarto verso de la unidad escrita sobre la muerte de Moisés, Dios le dice a Moisés: “Te he mostrado la Tierra de Israel con tus ojos, pero hasta allí (shama, deletreado shin, mem, hei) no pasarás”. La palabra shama es una permutación de Moshé. El epítome del deseo de toda la vida de Moisés fue llevar al pueblo judío a la Tierra de Israel, donde luego podría traer la redención. Dios, sin embargo, planeó otra cosa. La esencia misma de Moshé aún no puede entrar en shama, en la Tierra de Israel. Tiene que esperar hasta su encarnación final como Mashíaj. En esta encarnación, sólo puede ver la Tierra, proyectando en ella su presencia eterna con sus ojos.

La vista panorámica

Cuando Moisés se encuentra en la cima del monte Nevó, Dios le muestra una panorámica de la Tierra Prometida, de norte a sur. La Torá describe la Tierra que ve Moisés según las herencias de las Tribus. Hacia el norte, Moisés primero ve y se conecta con la herencia de Dan, seguida por la herencia de Naftali alrededor del Mar de Galilea. Luego mira hacia el sur, hacia la herencia de Efraim y Menashé en el área que rodea a Shejem. Finalmente, Moisés contempla la herencia de Judá, desde Jerusalén hasta el Iam hajaron, el “Mar Final” (el Mediterráneo). Nuestros Sabios señalan que la palabra para “mar”, iam, es similar a la palabra para “día”, iom. Así, el versículo diría que Moisés vio hasta el “día final”. La panorámica que Dios le mostró a Moisés incluía no sólo la Tierra Prometida física, sino también toda la historia judía hasta los últimos días del Mashíaj y la resurrección de los muertos.

El nacimiento y la muerte simultáneos de Moisés

En la descripción de la visión de Moisés sobre la Tierra de Israel, la Torá sólo menciona cinco de las doce tribus. Obviamente, esto apunta a un mensaje inherente a la importancia de estas tribus en particular. Para entender cuál puede ser ese mensaje, primero calcularemos los valores numéricos de los nombres de estas tribus: Dan (54), Naftali (570), Efraim (331), Menashe (395) y Iehudá (30). La suma de estos nombres es 1380, que es cuatro veces el valor numérico de Moshé (345).

En Cabalá aprendemos que cada palabra evoluciona desde su primera letra. Luego se agrega la segunda letra, luego la tercera, etc. La forma de aparecer el nombre Moshé es la siguiente: mem; mem shin; mem shin hei. El nombre se invierte de la misma manera: mem shin hei; shin hei; hei. Si ambos procesos se suman, el total siempre será el número de letras de la palabra más 1, multiplicado por el valor numérico de la palabra. En el caso del nombre Moshé, que tiene tres letras, la suma de la aparición y desaparición de su nombre es 1380, que es 4 (3 letras más 1) veces el valor numérico de su nombre, 345.

Moisés nació el día 7 del mes hebreo de Adar y también murió ese mismo día. Del valor numérico de los nombres de las tribus aprendemos el secreto del nacimiento y muerte simultáneos de Moisés. Como la aparición y desaparición de su nombre, Moisés, que finalmente reencarnará como el Mashíaj, paradójicamente muere y renace constantemente, en el mismo momento.

El flujo de las tribus

En sus últimos momentos en la tierra, Moisés se encuentra en la cima del Monte Nevó, conectando con sus ojos cada porción de la Tierra Prometida. Como se explicó anteriormente, a Moisés también se le muestra todo el flujo de la historia judía en la Tierra, hasta la llegada del Mashíaj (el Moisés de la generación). Debemos entender por qué se menciona explícitamente que estas tribus en particular entran en la visión de Moisés y qué mensaje tienen para él.

El primer texto clásico de la Cabalá, el Sefer Ietzirá, enseña que cada tribu tiene un sentido interno. Los sentidos internos de las tribus mostradas a Moisés en este orden particular contienen el secreto de su reencarnación final como el Mashíaj.

La primera tribu que se muestra a Moisés es la de Dan, cuyo sentido interno es la ira o la justa indignación. Ésta es la ira de santidad que erradica el mal. En la porción de la Torá de Va’etjanán (escuche la conferencia en audio del rabino Ginsburgh sobre la porción de la Torá de Va’etjanan), meditamos en el Mashíaj como el humo del fuego que quema el mal en el mundo. El primer objetivo del Mashíaj es erradicar el mal. Nuestros sabios añaden que la tribu de Dan, con su sentido de ira sagrada, traerá el comandante en jefe del ejército del Mashíaj.

A continuación, se muestra a Moisés la tribu del hermano de Dan, Naftali, cuyo sentido interno es la risa. Cuando el mal sea conquistado y erradicado, el Mashíaj tendrá la capacidad de incorporar las chispas sagradas de lo que antes se consideraba malo al bien. Esto produce una alegría y una risa tremendas en el alma: la alegría de que la cáscara se incorpore al interior.

La siguiente tribu que se muestra a Moisés es Efraim, cuyo sentido es la unión marital. Después de la victoria sobre el mal y su incorporación al bien viene la colonización de la Tierra Prometida. A lo largo de la Biblia, el asentamiento de la Tierra de Israel por parte del pueblo judío se compara con la unión matrimonial. Además, para colonizar la Tierra, el Pueblo Judío debe procrear, dando a luz a más y más judíos que puedan vivir en todas partes de la Tierra de Israel.

A continuación, se muestra a Moisés la tribu del hermano de Efraim, Menashé. El sentido interno de Menashé es el olfato. Nuestros sabios dicen que la señal más definitiva del Mashíaj es que es capaz de juzgar – de diferenciar entre la verdad y la falsedad – con su sentido del olfato. En este punto, el Mashíaj ya se manifiesta como líder del Pueblo Judío y del mundo entero.

Finalmente, a Moisés se le muestra la tribu de Judá, cuyo sentido es el habla. El habla es liderazgo y se enfoca en el Mashíaj y en el Templo. Después de que el Mashíaj juzgue apropiadamente al pueblo, el mundo estará listo para la revelación de la nueva Torá del Mashíaj. Dios ha estado esperando revelar esta dimensión interna de la Torá desde el primer momento de la creación. Mashíaj lo revelará a través de su sentido del habla.

Las profundidades del corazón de Dios

Los secretos de la dimensión interna de la Torá son las profundidades del corazón de Dios. Dios nunca ha revelado estas profundidades verbalmente. Sólo el Mashíaj, el epítome de la capacidad de expresar la Divinidad a través de palabras, revelará estas profundidades internas. La redención es la capacidad del corazón de expresarse plenamente en palabras. A través del discurso del Mashíaj, se revelarán las profundidades del corazón de Dios.

Mientras Moisés se prepara para dejar este mundo, Dios le muestra el fluir de su encarnación final. Cuando regrese como Mashíaj, Moisés redimirá al mundo y revelará la Torá del Mashíaj: las profundidades internas del corazón de Dios.