Quien nos acecha en el Camino
La guerra contra Amalek, que nos crea la duda, puede considerarse como un camino necesario para la meta de la redención, pero Amalek nos retiene precisamente en el “camino”, cuando una persona está en un lugar y siente que preferiría estar en otro lugar.
Por lo tanto, para vencer a Amalek uno tiene que cambiar la mentalidad: el propósito está aquí y ahora, y tengo que hacer mi trabajo actual con alegría, confianza y poner atención en cada detalle.
Para aquellos que solo buscan luz, amor y revelación Divina, la mitzvá de borrar el recuerdo de Amalek no siempre “es útil”. Pero no hay otra opción: contra el mal absoluto y cruel de Amalek se requiere una guerra absoluta y cruel. Esta guerra puede percibirse como una necesidad inevitable, un paso en el camino hacia la redención verdadera y completa, en la que tendrá lugar “y quitaré el espíritu de impureza de la tierra” y “tragaré la muerte para siempre”. Estos son los tres preceptos públicos (que se cumplirán con el Mashíaj): primero se debe nombrar un rey digno para el pueblo de Israel, luego le corresponde a él eliminar a Amalek y solo luego construir el Templo.
Borrar al amalekita parece ser un medio en el camino hacia la meta: la construcción del Templo. En efecto, la referencia a algo como un mero medio, “camino” hacia la meta, es en sí mismo el punto débil que “invita” a venir a Amalek a atacar, sobre el cual se dice “que acechaba en el camino.”
Como regla general, Amalek enfría y nos debilita en el servicio a Dios: pone en duda (de guematria Amalek) nuestras acciones, nos quita la vitalidad y nos deja con un opresivo estado de carencia. En el lenguaje del Jasidut, Amalek hace que dejemos de vivir la vida de frente, “panim” (que expresa deseo y anhelo, mirando directamente con un rostro luminoso) para pasar a dar la espalda “ajor” (que expresa coerción y desgano, como quien le da la espalda a quien odia, incluso si se ve obligado a hablar con él o influir en él). Amalek también es de la raíz decapitar, separar el pensamiento de las emociones, entonces, después de que Amalek nos mueve de una posición frontal a dar la espalda, de un estado cara a cara y conciente a uno reverso y oscuro ¡es fácil para él enfriarnos!
Pero a veces la apariencia de Amalek es más suave y sutil: nos deja cálidos y vivos, pero afirma que en este momento estamos ocupados con solo con los medios, los preparativos para llegar a…, pero aún no hemos alcanzado la meta. Ocuparse de los medios para alcanzar un propósito importante puede ser hecho con vitalizad y entusiasmo, en términos relativos, pero todavía está a un nivel de espalda: la persona lo hace pensando en lo que vendrá después y no en lo que está haciendo ahora. De hecho, si fuera posible preferiría estar ya en el después, allí en lugar de demorarse aquí. Es decir, todavía hay un sentido de necesidad, aunque más sutil, se siente insatisfecho y carenciado, como que está perdiendo el tiempo. Esto se expresará en una falta de atención a los detalles, porque si es solo un medio, el punto central de todo es el objetivo al que se llegará al final.
Los detalles caracterizan el rostro, en el que hay ojos, orejas, nariz y boca, mientras que en la espalda todo es uniforme. Una vez que uno pierde interés en los detalles de la acción presente, y siente que, en algún nivel, tratar con ellos es necesario pero indeseable, nuevamente hay espacio para Amalek, quien quiere bloquear-separar la cabeza-objetivo del cuerpo-medios y cuestionar el importancia y necesidad de los ‘pequeños detalles’ con que nos ocupamos.
Por lo tanto, para tener éxito en vencer a Amalek, necesitamos ‘saltarnos’ el punto débil del camino: tenemos que ocuparnos de nuestro lugar y nuestro momento, aquí y ahora, como una meta en sí misma. Borrar a Amalek no es un medio en el camino al Templo, es una mitzvá eterna antes de la cual se recita una bendición por sí misma. Más todavía, a medida que profundizamos en los detalles en el presente, con deseo e interés, de nuestro servicio a Dios, este se expande y se detalla infinitamente e incluye todas las etapas futuras.
La recitación de “Zajor”, el precepto de “Recuerda lo que te hizo Amalek en el camino a la salida de Egipto”, se fijó específicamente para Shabat, para que recordemos que no es un paso más en el camino, como los días de semana en relación con el Shabat, y la hagamos con el placer del Shabat y paz mental, sin la ansiedad de alcanzar metas lejanas, sin correr a ningún otro lugar.
Escrito por Itiel Giladi, en base a las enseñanzas del Rabino Itzjak Ginsburgh