“Contestarán y declararán: ‘Nuestras manos no derramaron esta sangre, ni nuestros ojos vieron que se hiciera’”.
וְעָנוּ וְאָמְרוּ יָדֵינוּ לֹא שָׁפְכוּ [שפכה] אֶת הַדָּם הַזֶּה וְעֵינֵינוּ לֹא רָאוּ
En Parashat Shoftim, aprendemos las leyes de la vaca cuyo cuello se rompe como parte de la penitencia por un asesinato sin resolver. Si se encuentra a alguien asesinado y se desconoce quién es el asesino, los ancianos de la ciudad asumen la responsabilidad, “Y contestarán y declararán: ‘Nuestras manos no derramaron esta sangre y nuestros ojos no vieron que se hiciera’”. Nosotros no derramamos la sangre de este, pero no obstante somos responsables. La primera responsabilidad del liderazgo rectificado es garantizar la seguridad de su población. Si se produce un asesinato, los líderes deben asumir la responsabilidad y juzgarse a sí mismos con firmeza.
Deuteronomio 21:7
La forma hebrea de este versículo es bastante compleja. Aunque dice: “Nuestras manos no derramaron esta sangre”, la forma en que se escribe la palabra “no derramó” (שפכה), con una hei al final en lugar de la vav más común (שָׁפְכוּ), revela un significado oculto. En lugar de exonerar ambas manos, están diciendo que son solo una, “nuestra mano”, en singular, “no derramó esta sangre”, insinuando que su otra mano es responsable del derramamiento de sangre. Si bien, por un lado, no derramaron la sangre, por otro lado, lo hicieron. Esta es una constatación psicológica muy profunda. Aunque los ancianos no derramaron consciente o voluntariamente la sangre de la víctima, inconscientemente, aparentemente permitieron que sucediera.
Este mismo principio se aplica a cada uno de nosotros. A todos se nos encomienda mejorar nuestra propia conducta y bienestar psicológico. De los ancianos, aprendemos que cuando sucede algo negativo en y alrededor de nuestra esfera de influencia, aparentemente, tenemos algo que ver con eso. Depende de nosotros descubrir esa parte de nuestro subconsciente que es culpable y limpiarla confesando y asumiendo la responsabilidad.