PARTE 38 EL ANTÍDOTO: EL DESINTERÉS PERSONAL

La propiedad del alma que sirve como antídoto para los problemas del ego que bloquean la autocrítica efectiva es el desinterés propio, que a su vez está arraigado en la sefirá de jojmá (“sabiduría”). Esta relación entre la autocrítica y el desinterés personal la vemos en varios niveles:

1. Jojmá – por medio de la permutación de sus letras, se entiende como el “poder” (coaj) de “qué” (). Representa el poder que proviene de la expulsión definitiva del ego y el egoísmo que bloquean el flujo de fuerza Divina que busca iluminarnos y reforzarnos, pero que sólo puede hacerlo en la medida que haya un “espacio” dentro nuestro para algo más grande que nosotros mismos. En otras palabras, el flujo de la fuerza Divina en nosotros es proporcional a nuestro nivel de auto desinterés. Todo el propósito de la disciplina de la autocrítica es disolver el blindaje de autojustificaciones que fortalecen el ego y bloquean nuestra entrega a Di-s, el prerrequisito para conseguir la verdadera sabiduría.

2. Jojmá – representa el “flash” instantáneo de sapiencia que aparece como un rayo relampagueante en la mente. Es un momento de intensa claridad y profunda percepción que regresa, tan rápidamente como llegó, hacia los reinos supraconcientes de donde vino, dejando apenas una impresión de sus realidades. Si queremos que tenga un efecto duradero sobre nuestra conciencia, debe ser entonces desarrollado y concretizado por las facultades analíticas de la sefirá de biná (“entendimiento”). La palabra hebrea para “un rayo que relampaguea” es barak, una permutación de las mismas tres letras que forman la raíz de la palabra bikoret, que significa “crítica”. Como la jojmá es descripta en Cabalá como un relampagueo, esto establece otra correspondencia entre autocrítica y sabiduría.

3. La cualidad interior de Jojmá es el auto desinterés, y este debe ser el principio y el fin de todo intento de autocrítica. Toda rectificación del ser debe derivar de la verdadera sabiduría (que es desinteresada) si ha de tener éxito en su objetivo de romper nuestras ataduras y preocupaciones con el ser. De lo contrario, es propenso a tener el efecto opuesto, volviéndonos obsesivamente preocupados por nosotros mismos, pero ahora con la “noble” apariencia de ocuparnos en la autocrítica; esto es falsa humildad.

El auto desinterés crea la posibilidad de la verdadera sabiduría y el conocimiento de uno mismo. El Talmud define a la persona sabia a la que “conoce su lugar”. Conocemos nuestro lugar cuando tenemos expectativas realistas sobre nuestras fortalezas, debilidades y capacidades. Un signo de una sabiduría falsa o superficial es tener falsas expectativas sobre nosotros o los demás.

Es una actitud sabia tener en mente las palabras del Rey Salomón en el libro de Eclesiastés: “No hay un hombre tan santo en la tierra que haga sólo el bien y no transgreda”. El Baal Shem Tov comenta este versículo explicando que, si el ego obtuvo satisfacción o reclama crédito por sus actos de bondad, entonces el acto aparentemente desinteresado está manchado (aunque sea en un mínimo grado) por la arrogancia. Aunque no podemos sobreponernos completamente a este rasgo de carácter, porque mientras permanecemos en nuestro cuerpo físico es imposible para nosotros trascender el “ser”. De todas maneras, debemos tratar de minimizar ese pecado de arrogancia lo más posible bregando por llegar al desinterés. La herramienta para poder hacer esto es la autocrítica que lleva a la verdadera sabiduría.

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