Purim está a la vuelta de la esquina y ahora tenemos que ser felices. ¡Es una orden! Porque “Cuando llega Adar aumentamos nuestra alegría”. Pero ¿podemos elegir ser felices? Después de todo la vida está llena de eventos tristes y nuestra psiquis ciertamente nos brinda muchas oportunidades para sentirnos apesadumbrados. ¿Qué puede hacernos soltarlo todo y simplemente alegrarnos?
Para que la alegría sea auténtica y no sólo una máscara que oculta la depresión, la felicidad tiene que brotar desde adentro. No puede ser externo a nosotros o simplemente ser otro proyecto que emprendemos. Esta felicidad tiene que ser la esencia de nuestras vidas: natural, fluida y simple.
Esta alegría no es el resultado de eventos externos, todo lo contrario: es la razón de innumerables cosas buenas que pueden surgir de nosotros. Nos vitaliza desde dentro, nos libera de la pesadez y nos da un choque de energía y vitalidad para todas las facetas de nuestra personalidad. La verdadera alegría no depende de algo que tiene que suceder, simplemente estamos felices sin ninguna razón en particular.
El regocijo natural es la alegría por lo que somos, por nuestra existencia misma. Algo que ya existe dentro de nosotros, sólo nos queda descubrirlo, y sobre todo elegirlo y adoptarlo como forma de vida. Este descubrimiento se manifiesta en cada uno de los poderes del alma, los cuales se transforman por completo cuando se encuentran con la felicidad.
Alegría: La Vitalidad del Alma
Una innovación de primer orden del Jasidut es “servir a Dios con alegría”. Por supuesto, el Jasidut no descubrió la alegría. Las fuentes judías están repletas de elogios a la alegría en el servicio de Dios: “La Shejiná no habita en un estado de tristeza, ni en un estado de pereza, ni en un estado de jolgorio, sino en un estado de alegría en la realización de la mitzvá”. No obstante, el jasidut destacó la alegría y la estableció como un principio central.
Un sinónimo de alegría es ‘vitalidad’. Uno puede ser un judío temeroso de Dios que cumple con la Torá y las mitzvot, pero de una manera relativamente ‘seca’, desprovista de entusiasmo o vitalidad interior. Cuando cumplimos los mandamientos de Dios con alegría los vitalizamos, agregando nuevas dimensiones a su cumplimiento. Por ejemplo, una persona puede recitar el Kidush en Shabat de manera rutinaria, pero cuando lo recita con alegría por el regalo del Shabat y por su testimonio de que Dios creó el mundo, vitaliza la oración.
Cuando cumplimos las mitzvot con alegría, deseo y vitalidad, le mostramos a Dios que estamos mucho más allá de simplemente cumplirlas de memoria, sino que estamos gozosos en Él y en Sus mitzvot. Esto trae placer a Dios. No hay mayor placer para un padre que ver a sus hijos disfrutar de algo que les ha regalado. Esta es la razón por la que el Ba’al Shem Tov dijo que las mitzvot se daban principalmente por el gozo del cumplimiento de la mitzvá oculta en ellas.
Alegría en todos los Poderes del Alma
Más allá de la vitalidad con la que la alegría infunde en las mitzvot, también vitaliza nuestras almas. La felicidad se conecta con todos los poderes del alma, desde el supraconsciente, Keter, pasando por el intelecto, las emociones y hasta los poderes conductuales de acción. Los vitaliza y los ilumina con una nueva luz.
Algunos de los poderes del alma, como el amor o la confianza, están naturalmente conectados con la alegría, pero también hay poderes más “serios”, como el temor o la humildad. ¿Qué tienen que ver con la alegría? Los jasidim son seriamente alegres, incluso cuando están serios rebosa su alegría. La alegría salvaguarda la seriedad, evitando que se transforme en tristeza y pesadez.
¿Cuáles son algunos ejemplos de la alegría como un poder motivador y vitalizador? ¿Cómo funciona la felicidad dentro de nosotros?
Alegría y autoanulación
Uno de los mayores peligros en el servicio de Dios es el orgullo, el egocentrismo que es la raíz de todas las características negativas. La felicidad puede estar a un paso del orgullo: lo logré, estoy feliz y satisfecho, y antes de darme cuenta, caí en un sentimiento de orgullo. La verdadera felicidad, sin embargo, va acompañada de un sentimiento de auto anulación ante Dios.
El orgullo proviene de sentirnos satisfechos con nuestros logros, pero, sin embargo, generalmente el orgullo estará seguido de la tristeza. La gente espera reconocimiento por sus talentos y logros e inevitablemente encontrará decepción, pero nadie puede apreciar suficientemente nuestros esfuerzos y éxitos. Invertimos energías en mantener nuestros logros y replicarlos. Esto provoca estrés e irritabilidad. El logro del que inicialmente nos enorgullecíamos perderá su brillo con el tiempo. La próxima vez será dará por sobreentendido y nos impulsará a nuevas expectativas.
La verdadera felicidad, por otro lado, está impregnada de la auto anulación y de aprecio por la bondad de Dios: Dios me dio un regalo y le doy gracias. No nos creamos a nosotros mismos, no es nuestro logro e incluso no es algo en lo que tengamos que pensar demasiado, simplemente podemos recordarlo y ser felices. Cuanto más invertimos en nosotros mismos, más condicionada está nuestra felicidad a nuestros logros. Y cuanto más estamos ‘fuera de la imagen’ y no estamos enfocados en nosotros mismos, más logramos ver la bondad de Dios tal como aparece en la realidad y fluye dentro de nosotros. Con este enfoque, nuestra felicidad se vuelve natural y permanente, casi como respirar. Con cada aliento que tomas debes alabar a tu Creador. Respiramos alegría con un sentido de gratitud por la bondad de Dios.
Regreso gozoso a Dios
¿Cuál es la conexión entre el regreso a Dios (teshuvá) y el gozo? Antes del surgimiento del Jasidut, la palabra ‘teshuvá’ generalmente despertaba una sensación de temor, amargura y contracción del alma. ¿Felicidad? No en el mes de Elul, el mes de la teshuvá. Sin embargo, conectándola con la alegría se impulsa a la teshuvá a otra dimensión, a la que los sabios se refieren como ‘teshuvá motivada por el amor’.
Con una teshuvá motivada por el amor y la alegría, el enfoque se transfiere de nosotros mismos y nuestras fallas hacia nuestra relación con Dios y nuestra conexión renovada con Él. Cuando un padre y un hijo que habían experimentado una crisis en su relación se reencuentran después de años de separación, la experiencia es sobre todo de una gran alegría. Esta es la manera de hacer teshuvá: con alegría ante la oportunidad de volver a Dios. Como está escrito en el Tania: “Y así será su servicio todo el día, con gran alegría… y como dijeron nuestros sabios, estar ‘todos sus días en teshuvá’”.
Alegría y Confianza
La alegría y la confianza están especialmente conectadas, como en el versículo de Salmos 33:21: “Porque en él se regocijará nuestro corazón, porque en Su santo Nombre hemos confiado”. La conexión entre alegría y confianza es bidireccional. La alegría intensifica la confianza y la confianza llena el corazón de alegría. Cuando una persona está experimentando dificultades, pero logra confiar completamente en que Dios la salvará, se llena de alegría, incluso antes de que su realidad cambie para mejor. En la otra cara de la moneda, cuando estamos felices es fácil actuar con energía y sin esfuerzo, con plena confianza en nuestro éxito y en la influencia positiva que tendremos en nuestro entorno.
¡Así que levántate, toma acción y llénate de felicidad!