Iaacov huye de Eisav para que no lo mate. En Torat Hanefesh, la psicología de la Torá, la intención es que Iaacov no quiere que el ansia de la lujuria de Eisav lo mate, como lo mata a Eisav. Eisav está tan ansioso por realizar su lujuria, un deseo por la comida, la caza y el asesinato, que está sumergido y devorado por completo por la lujuria. Está dispuesto a correr riesgos y morir para realizar su lujuria aquí y ahora.
Por eso Eisav le dice a Iaacov: “He aquí que voy a morir, ¿y de qué me sirve la primogenitura?” Nuestros sabios dicen que Eisav tenía en ese momento quince años… Más luego, se encontraría con Iaacov a las orillas del río Yabuk a la edad de 97, ochenta y dos años después de la historia del guiso de lentejas. ¿Por qué pensó a los quince años que iba a morir?
El Rashbam explica que, dado que Eisav se dedica a la caza, siempre está en peligro. Es decir, Eisav está dispuesto a arriesgarse a morir a una edad temprana para realizar sus propios deseos. Más profundo, Eisav tiene un deseo tan intenso que se suicidó con él. Para él, lo único que quiere es ejercitar la lujuria, y toda otra vida no le interesa. Él ‘muere de lujuria’, así que cuando ve comida dice ‘aquí me voy a morir’.
Cuando Iaacov ve cómo la lujuria envuelve a Eisav, huye de él. No quiere que Eisav lo mate, lo que significa que no quiere que los deseos lo traguen, como ellos tragan a Eisav.
Labán quiere desarraigar todo
Por otro lado, cuando Iaacov huye de Labán no tiene miedo de que este lo mate, sino de que Labán le quite todo lo que tiene: sus esposas, sus hijos y su propiedad. Es decir, cuando Iaacov huye de Labán parece ser un poco como Eisav. Con su trabajo ha realizado cosas en la realidad y no está dispuesto a perderlas. No sólo no está dispuesto a perder a sus esposas e hijos, sino también a sus propiedades, e incluso los pequeños cántaros, como se escribe en la próxima parashá, Porque “los justos su dinero es preciado para ellos como sus cuerpos”.
Labán en hebreo significa “blanco”, un color pálido y el hombre Labán es exactamente lo opuesto a Eisav. No está interesado en realizar sus deseos lujuriosos y, de hecho, no está interesado en realizar nada. Busca vivir cómodamente, sin esfuerzo y sin contactos y sin comprometerse con nada de la realidad. Obtiene su riqueza mediante el engaño. No entra en la realidad del todo para satisfacer sus concupiscencias como Eisav, sino todo lo contrario: engaña a todos y afirma que la riqueza se le debe sin entrar en la realidad. Dice “hijas hijas” a pesar de que las hijas realmente se sienten: “somos consideradas como extranjeras para él porque nos vendió?”.
No está dispuesto a relacionarse con sus hijas y, sin embargo, quiere sentir que son sus hijas. No está dispuesto a trabajar para ganar dinero, pero quiere hacer trampa para conseguirlo. Dice que “los niños son mis hijos” y, sin embargo, regresa a su lugar, después de obligar a Iaacov a asegurarle que ya no lo verá a él ni a su familia.
Por eso Iaacov se escapa de Labán. Iaacov sí quiere conectarse con la realidad y realizarse dentro de ella. Quiere sentir que cuando se casa está apegado a su esposa, y cuando tiene hijos está apegado a ellos, e incluso cuando gana dinero, ese dinero que no se lo ganó con engaño y robo, sino con el deseo de conectarse con realidad, como dicen nuestros sabios (de Iaacov nuestro padre): “los justos su dinero es preciado para ellos como sus cuerpos, porque ellos no piden dinero robado”. Por eso Iaacov incluso estaba atado a sus propiedades.
Iaacov ve que Labán no está relacionado con nada, y esto le hace temer que si se queda con Labán, al final él tampoco estará relacionado con nada. Porque eso es lo que sostiene Labán, que las esposas de Iaacov no son suyas, y que los hijos de Iaacov no son suyos, ni las propiedades de Iaacov son suyas.
En la Hagadá de la Pesaj está escrito: “Y Labán pidió arrancar todo”. Labán quiere arrancar todo de la tierra, y que nada esté relacionado con la realidad y no se realice personalmente en ella. Entonces Iaacov huye.
El trabajo crea la conexión
Pero, aunque Iaacov busca realizarse en la realidad, no es como Eisav buscaba realizar sus deseos. Para Eisav lo principal es la lujuria, mientras que para Iaacov lo principal es el trabajo. Eisav busca explotar toda la realidad para su propio placer, mientras que Iaacov trabaja duro para conectarse con la realidad, no para explotarla, para aprovecharse de ella. Trabaja duro para casarse, y trabaja duro para ganarse la vida y mantener a su familia, y cuanto más trabaja, más conectado está con todas las personas para las que trabaja: conectado a sus esposas, a sus hijos y como mencionado, incluso a su propiedad.
Es por eso que Iaacov escapa tanto de Eisav como de Labán: Iaacov no quiere ser tragado por realidad como Eisav, y no quiere ser tan pálido como Labán. Tanto el deseo de Eisav de ser absorbido por la realidad como el deseo de Lavan de separarse de la realidad, se derivan del hecho de que el hombre está apegado a sí mismo, a su egoísmo. Pero Iaacov no quiere estar atado a su ego, sino que busca relacionarse y conectarse. Busca salir de sí mismo y estar conectado con los demás, y estar conectado con la realidad. Por lo tanto, está principalmente en el trabajo, dispuesto a salir de sí mismo y buscar y encontrar una conexión, y como está escrito “y los conectados con Iaacov”.