La palabra “reé”, ‘רְאֵה’ , “mira”, en forma imperativa, se halla en la Torá 15 veces, con la guematria del Nombre de Dios י-ה . De aquí que esta palabra está relacionada con la alegría del novio y la novia: “Mira una vida con la mujer que amabas”, porque el Nombre sagrado I-a, iud hei, es el nombre que alude a que la Presencia Divina mora entre el novio y la novia, “si el hombre y la mujer ameritaron, la presencia Divina está entre ellos”. En la letra iud del hombre y en la letra hei de la mujer que se combinan en el Nombre I-A.
La primera aparición de la palabra reé en la Torá es en la bendición de Itzjak a Iaacov, “mira el aroma de mi hijo”, el sentido de la vista que se combina con el sentido del olfato. El sentido de la vista se combina también con otros sentidos: “ven las voces” (el sentido de la vista), “prueben y vean” (el sentido del gusto). En su origen todos los sentidos son uno, pero la unión se revela en especial en el sentido de la vista.
En el rostro hay cuatro sentidos principales, la vista en los ojos, la audición en los oídos, el olfato en la nariz y el gusto en la boca. De acuerdo con la Cabalá, esos cuatro corresponden a las letras del Nombre de Dios Havaiá, donde el sentido de la vista en los ojos corresponde a jojmá, la iud del Nombre. La jojmá, “sabiduría”, la iud, comprende dentro suyo a todos los demás (“como está dicho: “Havaiá en está Jojmá”) y por eso todos los sentidos están incluidos en la vista.
“El buen ojo será bendecido”, “no leas bendecido sino bendecirá” – si vemos en cada uno el punto bueno, revelamos su interior, la bendición, “ve yo les doy ante ustedes hoy la bendición”. De acuerdo con el Arizal, el sentido de la vista no es sólo pasivo sino activo, influencia, y así en la visión buena de la persona hay una fuerza creativa.
Sobre el verso “y olió el aroma de sus prendas… mira el aroma de mi hijo es como el aroma del campo que bendijo Hashem”, explica los sabios de bendita memoria “no digas sus prendas [vegadaiv] sino sus traiciones [bogadaiv], porque “incluso las personas más banales de Israel están llenas de preceptos como la granada”. Para poder oler el bien oculto que hay en todo judío se necesita un sentido del olfato especial, como el que tiene el rey Mashíaj, sobre el que está escrito que juzgará de acuerdo al sentido del olfato, “y los olerá con el temor de Havaiá”. Y la alusión aquí es: ראה ריח = משיח בן דוד , reé reiaj = Mashíaj ben David.
Cuando ingresó nuestro patriarca Iaacov a lo de su padre Itzjak, este sintió el buen aroma del alma judía (incluso cuando está en un estado de “traición”). Rashi interpreta “entró con él [con Iaacov] el aroma del Gan Eden”, donde ריח גן עדן = נשמה , reiaj ganei den = neshamá, “aroma del Gan Eden = Alma”. Por eso Iaacov ameritó las bendiciones más elevadas.
Hay una clara conexión entre ראיה y יראה , reiá e irá, visión y temor, donde el temor es el principio del servicio a Dios, y al final lleva al amor, como está insinuado así en las letras finales de la palabra “temor” en hebreo, que son las primeras letras de la palabra amor, אהבה , ahavá. Estos dos aspectos de temor y amor están escritos de forma explícita en el primer verso de la parashá, la bendición que se recibe por oír los preceptos de Havaiá, por amor, y la maldición por no escuchar, del lado del temor. También el verso “mira la vida con la mujer que amabas” comienza con reiá-irá, visión-temor y finaliza con amor.
Hay diferencia entre temor y amor. El temor es sólo de Dios, está prohibido tener miedo de nada el en mundo sino de Hashem (como el testamento de rabi Eliezer, padre del Baal Shem Tov, a su hijo pequeño, Isrulik), en cambio el amor puede ser hacia muchas cosas, amor a Israel, amor a la Torá, amor a la Tierra de Israel, amor del marido a su esposa. Cuando hay “un temor puro a Havaiá, sólo a Dios, entonces todas clases de amores son correctos, rectificados.