RECIPIENTES ROTOS, SUEÑOS ROTOS
Como todos sabemos, los problemas que enfrenta el pueblo judío en el Israel moderno de hoy afectan a los judíos y también a los no judíos en todo el mundo. Son el resultado de actitudes erróneas y falsas ideologías que ahora debemos corregir.
Como hemos mencionado anteriormente, nuestra situación actual es el resultado de “la ruptura de los recipientes” (shevirat hakeilim). En el mundo de Tohu, las luces son grandes pero los recipientes que los deben contener son pequeños; el “cuerpo” del mundo se ha desarrollado y madurado lo suficiente como para poder contener sus propias luces en recipientes apropiados. Esto es similar a un joven inmaduro incapaz de integrar y evaluar apropiadamente sus propias ideas y experiencias, llevándolo eventualmente a un estado de crisis e inestabilidad psicológica.
La luz que contiene el sueño sionista, esto es, la aspiración de que el pueblo judío regrese a su patria después de casi dos mil años de exilio, es verdaderamente muy buena, pero sus recipientes orientados hacia lo secular son pequeños e inmaduros. El sionismo secular ha logrado crear recipientes materiales, construyó edificios y carreteras, desarrolló la industria y creó instituciones de educación secular superior. Pero ha olvidado deliberadamente, o incluso rechazado, la dimensión espiritual interior que tienen los recipientes mismos, esto es, la intención consciente de que sirvan al propósito de Dios en la creación.
Sin esta dimensión interior, no importa cuán grandes puedan parecer los recipientes (los logros físicos), siguen siendo inmaduros e incapaces de contener e integrar la luz del sueño sionista. Esto es similar al ejemplo anterior de la juventud: la madurez física que se ve en un cuerpo bien desarrollado, no implica en absoluto que vaya de la mano de la madurez psicológica necesaria para contener las luces espirituales. El resultado: la luz misma quiebra sus propios recipientes.
Cada día, se hacen añicos ante nuestros ojos los “recipientes” que han sido creados por el sueño sionista secular, de que el pueblo judío de regrese a la Tierra de Israel y establezca allí un refugio a salvo de los peligros de la diáspora en la forma de un estado judío secular, cuyo último objetivo es vivir en paz y armonía con sus vecinos árabes.
Antes del sionismo, si bien los judíos eran por lo general los invitados no deseados bajo regímenes extranjeros y vivían en continuo peligro, no obstante (en su mayor parte) conservaban con orgullo su identidad judía. Ahora, hemos regresado a nuestra patria, poseemos un ejército fuerte y capaz (pese a lo cual, seguimos enfrentando graves peligros de nuestros vecinos árabes). Pero ahora está en peligro nuestra propia identidad como judíos, ese orgullo judío innato que nos ha mantenido vivos durante milenios.
El fenómeno sociológico del llamado post-sionismo, que es incluso más secular en su orientación que su predecesor el sionismo original, amenaza con socavar la identidad judía mediante su sustitución, ya sea con una identidad cosmopolita o con una identidad “israelí”, ambas carentes de judaísmo.
Es necesario, de acuerdo con la Cabalá, que nos aprestemos a reparar3 de inmediato estos recipientes rotos, para rectificar el Estado de Israel.
Los sueños por naturaleza son desordenados y caóticos.4 Para hacer que un sueño se haga realidad, sus ideas y visiones tienen que ser ordenadas y organizadas en una jerarquía funcional que esté basada en la relación que hay entre ellos mismos y la forma en que se relacionan con la realidad existente. En Cabalá, este es el proceso de transición de Tohu a Tikun. Por lo tanto, la Cabalá nos proporciona el marco estructural a través del cual podemos organizar los elementos dispares del sueño de la redención en un programa viable para rectificar la realidad.
Sin este orden integral y consistente, el sueño sionista está condenado a seguir siendo una neblina brumosa de fantasías inspiradas pero imposibles de concretarse.
Por otra parte, poner orden en la vaguedad del sueño, nos permite trabajar paciente y metódicamente hacia nuestro objetivo final. Cuando tenemos una visión clara de nuestra dirección y objetivo, aumentamos nuestra fe en que nuestros pequeños pasos iniciales nos permitirán ganar ímpetu y fuerza para dar pasos cada vez más grandes y más rápidos. En la terminología de la Cabalá, cuando los recipientes de Tikun maduran, se vuelven capaces de contener más y más luces infinitas de Tohu.
Por último, el orden le da gracia y atractivo al sueño.6 Y cuando sus elementos se muestran como un conjunto integrado, práctico y que sigue un modelo lógico, se hace evidente su belleza intrínseca. Entonces, sentimos súbitamente que es posible inspirar a otros a soñar el mismo sueño.
Dicho esto, hay que aclarar que el propósito de poner orden no es encorsetarnos en un modo rígido de acción que no conozca desviaciones. Al igual que con el arte en general, la simetría y el orden a menudo sirven como el escenario para que surja esa divergencia ocasional que expresa un verdadero talento artístico. En el judaísmo, esta es la diferencia entre el “estilo” del servicio Divino del tzadik (la persona justa) y la del baal teshuvá (quien regresa a Dios). El tzadik progresa paso a paso en el servicio de Dios de acuerdo a un orden lógico e implacable; en cambio el baal teshuvá avanza a trancas y barrancas, alternando impetuosamente entre un orden simétrico y las divergencias asimétricas del orden lógico.
Antes de iniciar un proceso de rectificación, es necesario que ocurra un fenómeno explosivo y asimétrico para que las cosas se pongan en movimiento. El beneficio a obtener de las crisis inspiradas por el sueño de la rectificación, es que primero sacuda de nuestra complacencia. Pero después de la reacción inicial explosiva, puede venir el proceso razonado de imponer orden.
Como veremos, el objetivo mesiánico final de este proceso es que vivamos en nuestra Tierra Prometida sirviendo a Dios con alegría, esa alegría que proviene de ser una totalidad completa, todo el pueblo judío viviendo en una Tierra de Israel completa, de plena conformidad con todo los estatutos de la Torá. Por el momento, debemos hacer todo lo posible para incrementar en todo el mundo la identidad judía y el compromiso con el camino de la Torá, permeado por la conciencia y la aspiración mesiánica. Esto nos permitirá llegar a una masa crítica de conciencia judía preparada y deseosa de poner en práctica el proceso que vamos a describir.
Cuando examinemos las diversas etapas del proceso de rectificación, vamos a ver cómo su implementación depende de todos y cada uno de nosotros. Todos debemos iluminar la oscuridad que nos rodea y, en última instancia, transformar la oscuridad en luz.