Esta es una historia sobre uno de los shlujim (emisarios) del Rebe de Lubavitch. Tuvo lugar en los días en que los viajes internacionales eran complicados, por lo que había pasado mucho tiempo desde que este jasid en particular había visto al Rebe. Después de muchos años, el jasid finalmente viajó a los Estados Unidos, donde se quedó con parientes en Crown Heights.
El jasid trajo una foto de sus hijos para mostrársela a sus parientes y la puso en el bolsillo de su sirtuk (el abrigo que usan los jasidim en Shabat y festividades). Pero incluso antes de llegar a la casa de sus parientes, fue conducido a la habitación del Rebe para una entrevista privada con el Rebe llamada iejidut. Para los jasidim, un iejidut es tan importante como la oración final de neilá de Iom Kipur. Cuando un jasid entra en un iejidut, usa su sirtuk. Por lo general, los bolsillos están vacíos, pero por Providencia Divina, la imagen de sus hijos, que tenía planeado mostrar a sus familiares, quedó dentro.
El jasid entró en la habitación del Rebe y el Rebe le preguntó sobre todas sus actividades. De repente, el Rebe preguntó: “¿Tal vez tienes una foto de tus hijos? Me gustaría verlos.” El jasid recordó el asombro que sintió de que la foto estuviera en su bolsillo. Inmediatamente la sacó y se la entregó al Rebe. “¿Es esto un regalo para mí?” preguntó el Rebe. El jasid se asombró una vez más, pero se recompuso para responder: “Por supuesto”. Estaba encantado de que el Rebe quisiera la imagen de sus hijos y salió del iejidut con gran alegría en su corazón.
Este jasid era pariente del Rebe por parte de los Schneersohn. Por lo tanto, al día siguiente, fue invitado a la casa de la madre del Rebe, la Rebetzin Jana Schneersohn. El jasid estaba muy feliz de haber recibido esta importante invitación. Cuando entró en su casa, vio la foto de sus hijos en la repisa de la chimenea de la Rebetzin. “¿Cómo llegó esta imagen aquí?” le preguntó a la Rebetzin. “¡Justo ayer se lo di al Rebe! ¿Por qué te la dio?
“Siempre le pido a mi hijo que me traiga fotos de sus hijos”, respondió la Rebetzin Jana, “porque sus hijos son mis nietos. Cada vez le pido a mi hijo que me traiga más fotos. Ayer me trajo esta foto y enseguida la puse aquí”.
El Rebe de Lubavitch no tuvo hijos, pero en verdad tuvo miles de amados hijos. Cada uno de sus jasidim – en particular cada uno de los cientos de shlujim – era un hijo amado del Rebe y, como aprendemos de la historia, un nieto de su madre, la Rebetzin Jana. La imagen del jasid está grabada en el corazón del Rebe y no tiene mayor placer que ver a sus hijos-jasidim.