Este artículo se basa en dos libros que tratan ampliamente el tema
– “Conciencia Natural” y “Conciencia Judía” –
Desde el pecado de Adam y Javá en el Gan Eden primigenio, vivimos a la sombra del árbol del conocimiento, עץ הדעת , etz hadaat. En este relato de la Torá se sientan las bases más profundas y primarias de la vida humana en general, un cruce de caminos central que delinea conceptos básicos como el bien y el mal, la vida y la muerte, el instinto y el deseo, y hasta la experiencia misma de la existencia. Comencemos a tocar el significado de las cosas a la luz de las revelaciones de los maestros jasídicos, y revelaremos información importante acerca de nosotros mismos.
El Daat es la llave del corazón
La pregunta clave es ¿Cuál es la naturaleza de ese daat que al principio Adam no poseía, y que la adquirió sólo después de comer del árbol? ¿Y qué hay tan malo en este daat?
El daat aquí no es la mera sabiduría y la inteligencia humana, tampoco la capacidad del libre albedrío, porque Adam ya los poseía antes del pecado, por eso fue la única criatura a quien se dirigió Dios para ordenarle y advertirle. La raíz ידע se encuentra por primera vez en la Torá en el contexto del árbol del conocimiento, עץ הדעת , y aparece luego inmediatamente en otro contexto que parece completamente diferente, “Y Adam conoció [ידע , iadá] a Javá su mujer”. Pero en verdad el significado es el mismo: conocer algo significa una “conexión”, התקשרות , hitkashrut, interior con eso.
Así por ejemplo, puede haber un niño muy dotado, que sabe resolver ecuaciones complicadas en un segundo, pero es imposible poner en sus manos decisiones importantes y responsables (tampoco cuidar esa máquina tan sofisticada que él mismo inventó), porque no posee daat. Posee enormes conocimientos, pero no está exactamente “conectado” a ellos. Esto se expresa por ejemplo en una falta de control completo de sí mismo y sus impulsos (en la misma medida, este niño no es capaz de conectarse con una mujer, conocerla y procrear, “el niño no procrea.” 1)
En términos de la Cabalá, la esfera mental de la persona está compuesta de las sefirot jojmá, biná y daat, חכמה, בינה ודעת , “sabiduría”, “entendimiento” y “conocimiento”, (y de aquí las iniciales de la sigla jaba”d), pero el daat no permanece en plano mental sino que transforma la mente en una experiencia que tiene influencia decisiva sobre el universo de las emociones y las acciones. Así por ejemplo, si yo sé y entiendo que algo determinado es bueno y bello, este reconocimiento puede permanecer frío y estéril, hasta que viene el conocimiento, daat, y transforma ese conocimiento objetivo en una relación subjetiva que traduce la atracción por esa cosa en un sentimiento de amor (o en caso contrario de repulsión y odio).
El daat crea un puente entre la mente y el sentimiento, y al “bajar” el intelecto al mundo emocional le otorga un significado a la emoción, para que no permanezca impersonal y escondida, sino que sea consciente tenga un sentido. Por eso está dicho en el libro del Zohar que el daat es “la llave que comprende a seis”2, es decir, los seis atributos del corazón (חסד, גבורה, תפארת, נצח, הוד, ויסוד – jesed, guevurá, tiferet, netzaj, hod y iesod –bondad, poder, belleza, eternidad, esplendor, fundamento) que el daat abre y cierra, les da sentido y conduce.
Primera etapa: la falta de conciencia de uno mismo.
Volvamos al Gan Edén… También antes de comer del árbol del conocimiento Adam tenía jojmá, biná y daat, salvo que ese daat era de otro tipo. Dicho en términos de hoy en día, el árbol del conocimiento le brida al hombre המודעות העצמית , una conciencia de sí mismo, tal como nosotros la experimentamos.
Es decir, de forma simple, lo mineral y lo vegetal no tienen conciencia en absoluto. La piedra no es consciente de su existencia como tampoco lo es el árbol. Por su lado, los animales tienen un tipo especial de conciencia, pero no es de carácter individual ni es percibida por el animal. Así, la oveja no está precisamente consciente de su existencia, simplemente vive. Supuestamente el hombre pensante no puede vivir así como así sin estar consciente de su propia existencia, porque como dijo el filósofo gentil “pienso, luego existo”. Y así y todo, la consciencia puede estar dirigida principalmente hacia el mundo que lo rodea, sin estar consciente de que ese mundo está separado de mí.
En otras palabras, hoy decimos ‘yo me siento a mí mismo’, pero para eso hay que ser capaz de dividir entre el ‘yo’ y el ‘mí mismo’, el yo que existe y el yo que está sintiendo. Pero cuando la experiencia de existir es totalmente armónica y unificada, entonces no hay diferencia entre ‘yo’ y ‘mí mismo’, y el individuo no es capaz de percibirse como desde afuera3.
Para ilustrar esto, meditemos por un momento en la percepción que tenemos de nuestro cuerpo: respiramos también cuando no estamos conscientes de hacerlo, y hay muchas partes de nuestro cuerpo que no los sentimos en absoluto. También respecto a los órganos de los cuales sí estamos conscientes y las actividades físicas que sabemos que están ocurriendo (inclusive los actos voluntarios), cuanto más concentrados e inmersos estemos en una tarea cualquiera, podemos perder en cierta medida la sensación corporal, y no estar conscientes de ella.
De la misma forma se puede describir una situación en que la persona no es consciente de su propia psiquis, porque toda la energía de su vivencia es hacia el mundo que lo rodea. Así era el hombre antes del pecado, consciente de ser parte de ese maravilloso mundo que acababa de crearse, pero que no siente ni piensa en sí mismo. Por eso Adam y su mujer estaban desnudos “y no se avergonzaron”, porque la vergüenza es pertinente sólo cuando hay alguien afuera que me está observando, o si yo puedo observarme desde afuera.
En este mundo, antes del pecado todo era básicamente bueno, טוב , ya que todo fue creado por Dios que es bueno, que también le dio al final un certificado de calidad que lo atestigua: “Y vio Dios todo lo que hizo, y era muy bueno.” Mientras que el mal existe sólo como una posibilidad teórica del exterior, un cartel de advertencia “no comerás de él, porque el día que de él comas ciertamente morirás.”
Segunda etapa: la caída de la conciencia de uno mismo.
Entonces llega la serpiente con una tentadora oferta en su boca para Adam: Ven conmigo a un taller de autoconocimiento, un taller con expertos en sentidos y sensaciones (חושים y תחושות , jushim y tjushot, de la misma raíz de נחש , najash, “serpiente”). Más precisamente, la serpiente se dirige en un principio a la mujer, porque sabe que talleres como esos le interesan a ella más que al hombre (que por orgullo menospreciaba al principio cosas como esas)… Pero después que la mujer participó en el taller, le dice a Adam: “No sabes lo que te pierdes, realmente tienes que experimentarlo (y ahora no “por orgullo” no quería quedarse fuera)…
La conciencia de uno mismo se ha convertido en parte de nosotros (como la fruta que al comerse se convierte en parte del cuerpo de la persona). Y de momento que existe, el mal entra necesariamente escena -“El Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal”- porque básicamente tomar conciencia de que existo en forma separada, ya lo asocio con la existencia de “dos dominios”, la persona y Dios. Por lo tanto, y de aquí deriva todo mal.
En el mundo posterior al pecado ya todo está mezclado, y en vez de la serpiente que incita desde afuera, ahora efectivamente se encuentra dentro de nosotros el instinto del mal, el ietzer hará, y en cada paso que damos nos empuja hacia el egoísmo y el interés personal (‘neguiá’), “hasta la puerta [de la tumba] el pecado te perseguirá”.
La lucha con el Árbol del conocimiento no terminó. Aunque que la autoconciencia es parte de nosotros, necesitamos saber limitarla, y sobre todo, no erigirla como un objetivo en sí mismo, como la búsqueda excesiva de experiencias, חויות ,javaiot. Por ejemplo, algunas personas no están contentas con sólo el hecho de que viven, si la vida fluye pacíficamente y sin problemas se empieza a poner aburrido… y por eso utilizan drogas (y se hacen adictas a ellas) para sentir la vida en su máxima potencia, con colores intensos y a todo volumen.
El que se convierte en esclavo las experiencias y las emociones, y buscando en todo momento la forma de percibirse y sentirse, pone su “yo” en el centro, ¡y de hecho se hace Dios! El consumo de drogas es un ejemplo extremo, pero la raíz del defecto en realidad comienza con la búsqueda de experiencias emocionantes, como se dice: “el tonto no se aferrará al entendimiento, sino a lo que surge de su corazón”.4
Al final de cuentas, la experiencia exagerada no te lleva a ningún lado, porque en cuanto te haces demasiado consciente de ti mismo, pierdes la intensidad de la experiencia (cuando te detienes y dices “Wow, cómo disfruto”, ya has dejado de disfrutar, al igual que aquel que está ocupado todo el tiempo en fotografiarse a sí mismo). Por eso intentas olvidarte de ti mismo y entregarte a la experiencia en sí, pero esa experiencia refuerza una vez más tu ego y finalmente destruye la experiencia pura, y finalmente te quedas sin nada, y el camino a la depresión es corto.
Un defecto similar a este puede estar también con una cubierta ‘religiosa’ de Torá y mitzvot. El servicio a Dios por supuesto tiene que activar los sentimientos: “Amarás al Señor tu Dios”,5 “y temerás a vuestro Dios”,6 pero hay gente que busca una “experiencia religiosa” no para servir a Dios sino para servirse a sí mismo! El individuo necesita emociones, y para lograrlo se esfuerza y activa el corazón para sentirse a sí mismo, cuando genera una gran emoción, muy “ruido”, pero todo de una forma superficial exclusivamente.
Por el contrario, en el servicio a Dios interior y verdadero, la experiencia emocional viene como resultado de una conexión verdadera que se expande hasta las emociones del corazón y las activa de forma automática, “derej mimeila”.
Por supuesto, a veces la diferencia entre ambos es sumamente delgada y sutil, pero tenemos que ser conscientes de la existencia de este defecto aunque sea difícil sacárselo de encima].
Nos ayudaremos nuevamente del cuerpo para entender el defecto que hay aquí. Una persona completamente sana no siente cada uno de sus órganos en especial, todo funciona sin problemas ni incidentes. Pero si de pronto siente de una manera especial un órgano determinado, ¡es una señal de que hay algún problema en ese lugar! Por eso, en palabras de los sabios, cuando queremos decir que hay cierta enfermedad y duele la cabeza dicen “siente su cabeza”, porque si la cabeza está sana no puedes decir que la sientes para nada.
Así también en la esfera psicológica, la autoconciencia exagerada puede ser una especie de “dolor de cabeza” … como los psicólogos, que de tanto sondear en la psiquis crean problemas e impiden el fluir suave de la personalidad.
Tercera Etapa: de la auto-conciencia a la conciencia divina
Si la auto-conciencia está plagada de problemas, ¿qué pretenden de nosotros? Después de todo, no se puede sacar de adentro nuestro el fruto del árbol del conocimiento, y no se puede volver al Gan Eden, ¡así como no se puede renunciar a la ropa e ir desnudo por el bosque!
Y por eso, frente a la sola conciencia de uno mismo, que dice: “Conócete a ti mismo” (como dice el dicho que se alza sobre el templo pagano de Grecia), la Torá nos presenta el ideal de la conciencia Divina, מודעות אלוקית , mudaut atzmit: “Conoce al Dios de tu padre.”7 Así aparece en la apertura del Shulján Aruj8 (según Maimónides9): “שִׁוִּיתִי הוי’ לְנֶגְדִּי תָמִיד , “Puse a Dios siempre delante de mí”10 es un principio fundamental en la Torá y a la altura de los grandes tzadikim que van con Dios. Porque la forma en que se comporta la persona cuando está sólo no es igual que cuando está frente a un gran rey, y cuánto más si la persona toma conciencia de que ese gran rey es El Santo Bendito Sea cuya gloria llena la tierra, está frente suyo y ve sus actos… inmediatamente se llena de temor y se somete de miedo a Hashem y se avergüenza siempre de Él.
Quien vive de esa manera, desvía de forma permanente su conciencia de sí mismo hacia Dios. En lugar de ocuparte de tí mismo, piensa en Hashem que se encuentra frente a ti, te observa y se interesa por ti. Quien logra cumplir con esta instrucción en forma completa pertenece a “los justos que van delante de Elokim”, pero eso se encuentra en el Shulján Aruj como un llamado a personas simples como nosotros, que de manera simple están dotados de una conciencia de sí mismos, pero se les pide esforzarse y rectificarse y salir de esta conciencia, y en vez de pensar en sí mismos piensen en el Creador y Guardían.
En palabras de jasidut, para llegar a una vida de conciencia Divina, la persona tiene que anularse, לבטל , levatel, comenzando desde el nivel más básico que todos tenemos, la sensación de la “anulación del yo”, ביטול היש , bitul haiesh (frente a Dios que me hace existir), hasta el nivel más elevado de “anulación de la existencia”, בטול במציאות , bitul bemetziut, reconociendo en la medida de cada uno que todo se anula frente a Dios, “Ante El, todo es como si no existiera”, 11 hasta el cénit de “anulación real de la existencia”, בטול במציאות ממש , bitul bemetziut mamash, cuando la persona no se siente a sí misma, sino que está completamente “anulado y sumergido” dentro del mar infinito de la luz Divina.
Hay que destacar que esta anulación no es en absoluto una inactividad ociosa, no se parece al nirvana de las doctrinas orientales que aspiran a la no-acción, la no-voluntad. La anulación correcta es la anulación dentro de la existencia verdadera de la luz de Dios, y la persona se llena con una meditación positiva determinada y que además lleva al final a la acción intensa. (como todo el Shulján Aruj que viene después de comenzar con “puse a Hashem…”).
Esta clase de conciencia representa el árbol de la vida, עץ החיים , Etz Hajaim, donde no hay maldad ni muerte en absoluto. Una vida con conciencia Divina plena es una vida eterna, חיים נצחיים , jaim nitzjim, por naturaleza, por cuanto que la persona que se anula frente a Hashem aspira de Él la vida en todo momento, “porque de Ti está la fuente de la vida”.12
Dicho de otra manera: hoy la ciencia conoce la “ley de la inercia”, que establece que todo movimiento es constante a menos que algo lo frene, como la fricción y la pérdida de energía. Así es también la vida que Dios nos dio tendría que seguir sin interrupción, pero la conciencia de uno mismo crea como una “fricción” dentro nuestro, y va ralentizando el flujo de vida. Pero la vida con conciencia Divina fluye de forma completamente suave, sin fricción alguna, y por eso continúa eternamente.
Cuarta Etapa: Hacia la Conciencia Propia Rectificada
Y con todo esto, con toda la enorme virtud de la conciencia Divina, no se debe ver en ella el final del camino. Una conciencia Divina sin conciencia de sí mismo no es el objetivo, ya que deja al hombre tal como es, y no se ocupa en su rectificación de manera directa, sino que “huye” del alma humana hacia el espacio Divino.
Cabe preguntarse: ¿Acaso la intención de la primera creación era que Adam se quede sin conciencia de sí mismo? ¿Y por lo tanto, ahora, después de haber comido del árbol del conocimiento, el objetivo es deshacerse por completo de esa conciencia de sí mismo en la que hemos caído? En otras palabras, se puede preguntar simplemente: ¿Acaso Dios plantó el árbol del conocimiento en el paraíso sólo para que Adam no lo coma?
Y entonces vienen los cabalistas y dicen explícitamente: Adam al final iba a comer del árbol del conocimiento, pero tenía que esperar. Adam fue creado el sexto día, y hasta el final del día tenía prohibido comer del árbol del conocimiento, pero al llegar el Shabat caducaba la prohibición y el fruto del árbol hubiera sido puesto como una exquisitez de reyes sobre la mesa de Shabat! De paso, de esto aprendemos cuán profundo es el pecado de la impulsividad y la falta de paciencia, que fue la causa del pecado.
Pero la idea fundamental que obtenemos de nuestro tema es que en última instancia, la persona debe adquirir una conciencia de sí mismo, pero de forma correcta, rectificada.
El secreto de la conciencia de sí mismo rectificada es transformarla en una conciencia natural, מודעות טבעית , mudaut tivit. Esta conciencia enlaza a la conciencia propia con la conciencia Divina. Así, aunque la persona es consciente de sí misma, esta conciencia contiene dentro de una forma natural la conciencia Divina, y la persona siente que no hay una contradicción entre ambas, entre volverse completamente consciente de sí mismo y la experiencia Divina, porque su existencia es un verdadero reflejo de la existencia de Dios.
En palabras del jasidut, esta es la verdadera “naturaleza judía”, הטבע היהודי , hateva haiehudí, que se revelará completamente en la época del Mashíaj.
Cuando sentimos toda la potencia de nuestra vida, (incluyendo mi vida como individuo que tiene una personalidad determinada en un cuerpo determinado) y junto con esto, realmente adentro y de dentro de nuestra vida, experimentamos una relación total con el Todopoderoso, unificada con nuestra personalidad. “Toda alma [neshamá] te Alabará, Dios”13, “en cada respiración [neshimá] que hace la persona tiene que alabar al Creador”14
Hoy todavía no sabemos vivir con una conciencia natural rectificada, pero como estamos al borde de la época mesiánica, sin duda se puede empezar a “oler” la forma de este servicio. Para que esto no quede en la nebulosa, he aquí un ejemplo: cuando realizo una mitzvá sólo con conciencia Divina, pienso sólo en cumplirla en aras del Cielo, aceptando el yugo del Cielo de cumplir la Voluntad de Dios, y esto es excelente. Pero con una conciencia natural yo pienso también en mi propia voluntad, en lo que yo deseo, y se revela que yo también quiero mucho cumplir con esa mitzvá, porque me “divierte” hacerla. Y al mismo tiempo la hago para cumplir la voluntad de mi Creador, sin que exista ninguna contradicción entre ambas cosas.
Cuando nos referimos a la conciencia propia hablamos de quien siente los órganos del cuerpo, que es un síntoma de enfermedad (“sintió su cabeza”). Pero una vez que recuperamos nos encontramos, descubrimos que ahora nuestra vida más rica , porque ahora puedo mantener un diálogo con los diversos órganos del cuerpo, y también ser consciente del dedo meñique de la pierna.
Así sucede también con la futura la conciencia natural, tomar toda la rica (y a menudo complicada) conciencia de mí mismo, que hemos adquirido de generación en generación desde el pecado de Adam, y convertirla en una herramienta sofisticada que no contradice en modo alguno la experiencia de la comunicación con Dios.
Entonces, al final salimos ganando de la caída del pecado del árbol del conocimiento, como el baal teshuvá [arrepentido-retornante] cuyas trasgresiones se transforman en méritos, y como fue profetizado que en el tiempo de la redención comprenderemos que el sufrimiento del exilio valió la pena, “Te doy gracias Señor aunque te hayas airado [conmigo]”.15
En la época futura, desde los días del Mashíaj en adelante, será un período “sabático”, “El Día que será todo Shabat”. Y así como en ese primer Shabat Adam hubiera comido del Árbol del Conocimiento sin que eso lo haga caer a la maldad y la muerte, así también nosotros adquiriremos una conciencia correcta, una conciencia natural sumergida completamente en la luz Divina.
Entonces se entenderá que los versos se leen de una forma nueva: “De todo árbol comerás y del Árbol del Conocimiento del Bien [también comerás]. Y del mal, no comerás [de la parte mala no comerás]”16
Shabat Shalom Umevoraj
NOTAS
1 Sanhedrin 68b
2 Sifra Detzniuta final del capítulo I.
3 También la expresión “pienso luego existo” es el fruto de la consciencia humana posterior al pecado, porque antes del pecado Adam no tenía duda de su existencia y hubo que rectificarlo, por así decirlo, desde afuera. De todas formas es importante subrayar que la incertidumbre filosófica que tiene que probar la existencia con el hecho de que “yo pienso”, es apropiada al mundo del gentil, mientras que el judío creyente fija toda la existencia a la existencia cierta de Dios, “Cierto es Su Nombre”.
4 Proverbios 18:2
5 Debarim 6:5
6 Vaikra 19:14
7 Crónicas I 28:9
8 Shulján Aruj, Oraj Jaim 1:1, de acuerdo al Ramá.
9 De acuerdo con el Rambam.
10 Salmos 16:8. Ver el libro “De Día a Día”, del 3 de tishrei, verso parte del servicio de teshuvá que corresponde a cada uno y uno de nosotros.
11 Zohar parte I 11b.
12 Salmos 36:10
13 Salmos 150:6
14 Bereshit Rabá 14:9
15 Ishaiahu 12:1 16 Como interpreta Mei Hashiloaj, de acuerdo con el Zohar.