Razi nos contará hacia dónde va Iaacov y qué podemos aprender de los queridos rehenes.
Escrito por Shilo Ofan
¡Hola, niños!
Al concluir el Shabat Bereshit, se acostumbra a declarar en voz alta el versículo: “¡Y Iaacov siguió su camino!”. ¿A qué camino? Ya llevamos casi un mes en una larga secuencia de festividades: Rosh Hashaná, los Diez Días de Arrepentimiento, Yom Kipur, Sucot y Simjat Torá. Ni un momento de descanso. Ahora, después de que se apagaron los altavoces de la orquesta en las segundas Hakafot (bailes), nos quedamos con un silencio ensordecedor…
Y entonces, al día siguiente de Isru Jag (el día después de la fiesta), escucho a mamá a través de mi sueño: “Razi, buenos días. Son las siete, llegó la hora de levantarse. Volvemos a la escuela”.
¡Basta, no están hablando en serio! ¿¡Levantarse tan temprano!? Ya me había acostumbrado a irme a dormir después de Simjat Beit HaShoevá, en algún momento después de la medianoche, y por la mañana levantarme para el minyán (servicio de oración) más tarde. ¿¡Quién tiene fuerzas para levantarse a las siete!? Y en general, ¿después de toda esta celebración volver a los días grises? Otra vez preparar la mochila, salir a las siete y media a la parada. ¿Cómo es posible? ¿Tienen algún consejo para mí?
La verdad es que este no es solo un problema de niños. El Alter Rebe (fundador de Jabad) le dedica un capítulo a esto en el libro del Tania, así que espero que también nosotros podamos encontrar ayuda allí.
La sorpresa de superar la prueba
La semana pasada regresaron a nosotros, bendito sea Su Nombre, después de dos largos y difíciles años, los últimos de nuestros hermanos rehenes. Las historias que ya hemos logrado escuchar de ellos son espeluznantes, algunas seguro ya las oyeron. Las duras condiciones en las que estuvieron, las torturas, el hambre, el trato humillante.
Junto con esto, también escuchamos cosas maravillosas. Escuchamos sobre una valentía suprema y sobre una fortaleza espiritual inmensa que revelaron. Varios de ellos contaron que esos malditos malvados les ofrecieron convertirse al Islam a cambio de beneficios y alivios en las condiciones del cautiverio, pero ellos, por supuesto, se negaron.
Lo interesante es que no se trata necesariamente de judíos que fueran estrictos en el cumplimiento de las mitzvot (preceptos). Algunos de ellos ni siquiera se consideraban creyentes. Pero en el momento en que esos malvados les presentaron esa elección, de repente “saltó” el judío que llevaban dentro. Porque todo judío tiene un alma Divina, que es “literalmente una parte de Dios de lo Alto”, y nunca puedes saber qué hará que se libere y se revele. De repente ves a un judío que nunca en su vida tuvo el mérito de guardar Shabat o hacer Kidush, ¿y cuál es su primera petición después de ser liberado? Una copa y vino para el Kidush del santo Shabat.
¿Cómo se puede entender esta brecha entre la vida que llevaban antes y lo que se reveló en ellos en el momento de angustia en el cautiverio?
La Fe “Flotante”
Nuestros Sabios (Jazal) nos llaman la atención sobre un fenómeno interesante. Nos describen el comportamiento de un ladrón en el momento en que está a punto de cometer su fechoría y robar la propiedad de gente inocente. Él eleva su corazón al Cielo y reza con inmensa intención para tener éxito en su “trabajo”…
¿Perdón? Estás a punto de robar, y con eso transgredir una prohibición explícita de la Torá que nos ordenó Dios, bendito sea. ¿Y a Él le pides ayuda y asistencia para tener éxito en tu misión? ¿Por qué crees que Dios te ayudará a hacer algo que Él detesta? Y en general, si le rezas, es señal de que crees en Él, y que solo Él puede ayudarte, entonces, ¿¡por qué no escuchas lo que Él te ordenó!?
En el Jasidut se explica que la fe, en ese ladrón, realmente existe. También él, a pesar de todo, es un judío, un creyente hijo de creyentes, pero la fe se encuentra en él en un estado llamado ‘Makif’ (circundante). Está “flotando” sobre su cabeza, pero no penetra en su interior. ¿Cómo dicen los adultos? “No le cayó la ficha”. La conexión que tiene con Dios no ha permeado su cerebro y su corazón y no ha descendido a los pequeños detalles. Es como un judío que escuché decir una vez sobre sí mismo: “Déjame en paz, yo creo en el corazón”.
Pero cuando ponen a un judío en una prueba en la que debe elegir entre dos opciones: pertenecer a Dios y a la fe en Él, o “pasarse al otro bando” de quien representa el mal absoluto, no tiene ninguna duda. Un judío está atado a Dios con un vínculo inquebrantable, con el cuerpo o sin él. Como dijo uno de los rehenes a sus captores: “¿Que estoy en sus manos? ¿¡Eso creen!? ¡Estoy en las manos del Creador del Mundo!”.
Con más razón en mi propia vida
No le deseo a ninguno de nosotros pruebas de ese tipo, pero está claro que cualquier judío que se enfrentara a ella actuaría de manera similar, incluyéndonos a todos y cada uno de nosotros. Viene el Alter Rebe y nos enseña un método, una forma de superar al Yetzer Hará (la mala inclinación) cuando nos persuade para quedarnos unos minutos más en la cama calentita… Él (el Yetzer) es sabio y argumentativo, así que vamos a argumentar con él de vuelta.
Nos diremos a nosotros mismos así: Estaría dispuesto a entregar mi vida (mesirut nefesh), a morir por la santificación del Nombre de Dios y no separarme de Él, Dios no lo quiera, ni negarLe. Es decir, estaría dispuesto a perderlo todo. Entonces, ¿qué te están pidiendo ahora? ¿Morir? No. En total, solo esperan que renuncies a algún placer pasajero.
La verdad es que incluso a esta renuncia es correcto llamarla Mesirut Nefesh (entrega del alma). En la lengua santa (hebreo), “Nefesh” (alma) significa “voluntad” (ratzón). Por lo tanto, entregar el nefesh significa entregar la voluntad. Renuncio a mi voluntad de dormir un poco más, en favor de una voluntad mucho más significativa: la voluntad de estar conectado a Dios, bendito sea.
De esta manera, transformamos la fe de ser algo “circundante” (makif) que flota sobre mí, y la hacemos penetrar en la vida cotidiana gris y en las pequeñas acciones, ¡que en verdad son las más grandes de todas!
¡Que tengamos el mérito de entregar nuestra alma (voluntad) en todo momento!
¡Shabat Shalom U’Mevoraj! (¡Un Shabat de paz y bendición!)
¡Y Iaacov siguió su camino!
Razi




