VER SU ROSTRO LUMINOSO

En el estudio de la Torá, es importante conocer la identidad de los sabios de los que provienen las enseñanzas, como indican nuestros sabios (hasta el punto de que incluso Dios, en Su estudio, dice “Eliezer, mi hijo, dice…”), y “todo aquel que dice algo en nombre de quien lo dijo trae redención al mundo”. Además, en el jasidismo se enfatiza el dicho del Talmud de Jerusalén: “Todo aquel que transmite una enseñanza en nombre de quien la dijo debe ver al autor de la enseñanza como si estuviera frente a él”. Y Rabeinu Hakadosh, nuestro santo rabino Rabi Iehuda Hanasí dijo que era más agudo que sus colegas porque tuvo el mérito de ver a Rabí Meir por detrás; si hubiera tenido el mérito de verlo por delante, habría sido aún más agudo. ¿Por qué es tan importante ver la imagen del rabino?

“Si el rabino se asemeja a un ángel del Señor de los Ejércitos, pidan Torá de su boca”, y la comprensión profunda y verdadera de las palabras de la Torá depende de la inspiración del rabino, ya que las palabras provienen de su alma. Por lo tanto, el fundamento del jasidismo es que no basta con estudiar libros, sino que es necesario conectarse con el rabino, y los jasidim no solo estudian la Torá del jasidismo, o sea sus enseñanzas, sino que también se dedican mucho a las historias de los justos, sipurei tzadikim, manteniendo ante sus ojos la imagen de los justos como fuentes de inspiración, fuente de entusiasmo sagrado, alegría y fortalecimiento, y, por supuesto, una fuente inagotable de orientaciones para las cualidades rectificadas y las buenas acciones. El comienzo de este camino está, por supuesto, en la Torá, que está escrita completamente como una historia, desde las historias de la creación y los patriarcas hasta las historias de Moisés y el pueblo de Israel. Por eso los jasidim decían que un dicho jasídico está a nivel de la “Torá oral”, pero una historia jasídica es como la “Torá escrita”.

Cada historia jasídica irradia una luz especial, despierta el corazón y contiene una lección moral que guía en la vida. Pero cuando se quiere ver al “autor de la enseñanza” no se puede contentar con una sola historia, es necesario conocer su carácter general y sus enseñanzas, aprender los principios fundamentales que transmitió a sus jasidim y profundizar en una variedad suficiente de historias para que, a partir de los puntos que surjan de ellas, se forme una imagen completa y tangible. Rabí David de Lelov dijo que así como en este mundo se estudia el tratado Baba Kama, así en el futuro se estudiará el ‘tratado David de Lelov’. De esta manera, se debe profundizar en relación con cada justo (“y tu pueblo, todos ellos son justos”…), donde cada historia o enseñanza de Torá es ‘halajá’, ‘enseñanza’ o ‘tema’ y todo se trama en un tratado de vida completo.

Incluso cuando se conocen muchos puntos, y se empieza a tener una impresión de las características del justo, todavía podemos obtener una impresión general y no una imagen clara, verlo por detrás pero no por delante. Para ver el rostro debemos recurrir a la parte interior de la Torá, ajustar cada historia a la sefirá a la que pertenece. Esta correspondencia ayuda a comprender el alma interior de cada historia, pero principalmente permite ubicar cada historia en su lugar y trazar una ‘figura’ completa del justo, es decir identificar espiritualmente la cabeza, el cuerpo, las manos y los pies del justo. El justo es una carroza para su Creador y una meditación correcta, mediante la estructura de las sefirot superiores, permite ver cómo aparece en él la “figura con la apariencia de un hombre” del Adam Elión, el hombre supremo, y principalmente – lo que nos concierne – hacer un conocimiento personal con el justo y tener el mérito de “ver su rostro luminoso“.

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