Rabi Jaim Ben-Atar, conocido como el santo Or HaJaim por su famoso comentario sobre la Torá, nació en 5456 (1696) en Marruecos. Incluso cuando era joven, era conocido como un hombre de Dios santo y erudito. Cerca del final de 5501 (1741), hizo aliá a la Tierra de Israel, estableciéndose primero en Acre y luego en Tiberías y Peki’in. Para el año 5502 se había mudado a Jerusalén, estableciendo su ieshivá, Midreshet Kneset Israel.
El Ba’al Shem Tov dijo que el santo Or HaJaim era el Mashíaj de la generación. El mismo Or HaJaim aludió a esto, escribiendo, “el nombre del Mashíaj es Jaim”. Su comentario de la Torá fue honrado en todo el mundo judío y particularmente entre los discípulos del Baal Shem Tov. El Rebe Raiatz relató que el Or HaJaim escribió su comentario de lecciones de Torá que enseñaría a sus hijas. El Or HaJaim falleció el 15 de Tamuz de 5503 (1743) y está enterrado en el Monte de los Olivos en Jerusalén.
Cuando el santo Or HaJaim llegó a Jerusalén, también tenía una pequeña sala de estudio donde vivía y enseñaba. Todavía se puede visitar hoy en día.
Una vez, en un sagrado Shabat, durante la tercera comida, también conocida como Ra’ava DeRa’avin, que significa la Voluntad de las Voluntades, el Or Hajaim extendió su disertación hasta el final del Shabat. Los estudiantes rezaron, realizaron la ceremonia de la Havdalá y todos se fueron, excepto el erudito rabínico, Rabí Jaim Iosef David Azulai, el ilustre Jida, que fue el último en irse. Era pleno invierno, y tan pronto como salió, comenzó a diluviar, lo que le hacía imposible caminar por la calle. El Jida se quedó de pie junto a la puerta de su maestro, sin atreverse a abrirla y volver a entrar. Tras mucho tiempo, Rabí Jaim abrió la puerta y le invitó a entrar. Una vez que el Jidá entró y se sentó, el Or HaJaim le pidió perdón, explicando que la razón por la que no había abierto la puerta antes era que tan pronto como el Jidá se había ido, Elías el Profeta había entrado para hablar con él. Tenían asuntos secretos que discutir, y, por lo tanto, el Or HaJaim no podía abrir la puerta.
“Sabía que cuando Elías entró, comenzó la lluvia torrencial”, dijo el santo Or Hajaim. “Y hay una conexión entre los dos. También sabía que estabas afuera, y me sentía mal porque te estabas mojando, pero no podía dejarte entrar [ya que la casa del Or HaJaim era solo una pequeña habitación, no había lugar para que otra persona estuviera allí mientras se revelaban secretos sagrados]. Sin embargo, debido a que sufriste tanto bajo la lluvia, te compensaré un poco compartiendo una cosa que puedo revelar de las palabras del Profeta Elías: Durante el servicio vespertino de Shabat, después de Lejá Dodi (un canto litúrgica), decimos el Salmo 92, el salmo para el día de Shabat. De acuerdo con muchas costumbres, es específicamente durante este salmo que recibimos la santidad del Shabat sobre nosotros, y el trabajo se convierte en prohibido.
“Ahora, el profeta Elías me dijo que este salmo debía recitarse de pie”.
Hoy en día, en muchos lugares (incluyendo Jabad), es costumbre recitar el salmo de pie, pero en la época del santo Or HaJaim, esto fue una gran innovación. ¿Cuál es el significado de estar de pie específicamente durante las oraciones de la víspera de Shabat?
El estar de pie se asocia en la Cabalá con el Mundo de Atzilut (Emanación). Incluso en el orden de la oración de los días de la semana, la Oración Silenciosa, la Amidá, está dirigida hacia el Mundo de Atzilut. Por lo tanto, de acuerdo con el entendimiento simple de la Cabalá, estar de pie durante las oraciones de la víspera de Shabat significa alcanzar Atzilut en ese momento. Esto se debe a que la santidad del Shabat está relacionada con Mojin DeAba (las sefirot intelectualesde Aba), sabiduría y “Aba anida en Atzilut“.
Para profundizar un poco más: estar de pie en muchos contextos significa eternidad, permanencia e inmutabilidad. “Yo, Havaiá, no cambio; y [por tanto,] vosotros, los hijos de Iaacov, no habéis sido exterminados”. Un ejemplo de la conexión entre “estar de pie” y “eternidad” puede ser encontrada en la historia del profeta Elisha, quien milagrosamente proporcionó a la viuda del profeta Ovadia una gran cantidad de aceite, que siguió aumentando hasta que la Biblia dice: “el aceite permaneció”,1 lo que literalmente significa que el aceite dejó de aumentar en cantidad. Sin embargo, los sabios dicen que esta frase, “el aceite permaneció” implica que el aceite que fue creado continuaría sosteniendo a la familia de la viuda hasta la Resurrección de los Muertos, la eternidad final. Por lo tanto, permanecer de pie es lo que conecta este mundo, nuestra realidad presente, con el Mundo Venidero y con el estado eterno que se alcanzará después de la Resurrección de los Muertos. Por cierto, al igual que el Shabat, el aceite insinúa la dimensión interior de la sabiduría.
La eternidad en si puede ser asociada con la sefirá de netzaj (Eternidad), pero en la Cabalá, el significado primario de esta sefirá es la victoria. Netzaj alcanza la eternidad sólo después de la mayor victoria, la victoria sobre el Ángel de la Muerte. Esto sólo se puede lograr a través de la sabiduría, que “da vida a aquellos que la poseen”,2 la primera sefirá y, por lo tanto, la raíz del eje derecho de las sefirot, cuyo propósito y fin último está en netzaj.
El mundo excelso de Atzilut (Emanación) está completamente más allá del tiempo, y sirve como la raíz de la dimensión del tiempo tal como se experimenta en los mundos inferiores (Creación, Formación y Acción). La extensión desde el principio del eje derecho (sabiduría) hasta su fin (victoria/eternidad), representa una revelación de la Divinidad que está en sí misma más allá del tiempo, pero que brilla en nuestra realidad limitada que está gobernada por el tiempo, creando la eternidad tal como la conocemos: algo que existe para siempre. La revelación del Profeta Elías, aquí representado como Elías viniendo a visitar al Or HaJaim y hablarle sobre los misterios de la Torá, puede describirse como aquel cuya vida es eterna (Elías, ya que continúa poseyendo una especie de cuerpo) conectándose con alguien que ha alcanzado el nivel del alma conocido como “el viviente” (jaia) ya que este nivel del alma se corresponde con la sefirá de sabiduría tal como es en el mundo de Emanación (Atzilut).3
Por lo tanto, el secreto interior de estar de pie durante las oraciones de la víspera de Shabat es saborear el “Mundo Venidero”, similar a la Resurrección de los Muertos y la vida eterna. De hecho, los sabios explican que las palabras iniciales del 92, “Un Salmo, una canción para el día de Shabat” significan “un Salmo, una canción para el futuro, para el día que será enteramente Shabat y descanso para la vida eterna”.4
NOTAS
1 II Reyes 4:6
2 Eclesiastés 7:12
3 Aunque alcanzar el nivel del alma de “el viviente” (jaiá) es muy elevado y amerita para hablar con Elías, las enseñanzas jasídicas apuntan a desbloquear el nivel aún más alto conocido como “el singular” (iejidá), que se sitúa como el cruce desde los mundos infinitos asociados con la sefirá de corona y la propia raíz del alma y el comienzo del mundo de Emanación (Atzilut). Por lo tanto, la revelación de la raíz del alma propia se considera más elevado que una audiencia con el profeta Elías.
4 Tamid 33b