DE MOSHÉ A MOSHÉ

JASIDUT PARA NIÑOS

¡Shalom, niños!
La próxima semana, el día 24 de Tevet, recordaremos el día del Hilulá (fallecimiento) de nuestro maestro, el Rambam – Rabí Moshé ben Maimón.
Los libros del Rambam llegaron a todas las comunidades judías del mundo (se dice incluso que llegaron a las Diez Tribus Perdidas) y fueron ampliamente aceptados con aprecio. Además de sus libros de halajá (ley judía), el Rambam también escribió libros sobre emuná (fe) y filosofía, respondió preguntas de quienes lo consultaban, y como médico experto, escribió libros sobre medicina. Incluso los sabios de otras naciones estudiaron sus obras. ¡No olvidemos que esto ocurrió en una época anterior a la invención de la imprenta!

El Rebe de Lubavitch destacó especialmente la obra del Rambam, el Mishné Torá, y estableció el estudio diario del Rambam en tres modalidades diferentes:

  • Modalidad recomendada: Se completa el libro en un año mediante el estudio diario de tres capítulos.
  • Modalidad para “baalei batim” (laicos): Se completa en tres años con un capítulo al día.
  • Modalidad para mujeres y niños: En un año se estudian las 613 mitzvot de la Torá a través del Sefer Hamitzvot, en paralelo al estudio del itinerario de tres capítulos diarios.

Mishné Torá
El Rambam escribió una amplia colección de obras sobre diversos temas, pero la más destacada y única entre ellas, y la que fue elevada por el Rebe, es su gran obra Mishné Torá. Este trabajo abarca todas las leyes de la Torá, tanto las aplicables en la Tierra de Israel como fuera de ella. Incluye leyes que se observan en nuestra época y aquellas que, con la ayuda de Hashem, se observarán pronto en nuestros días, como las relativas al servicio en el Templo, pureza e impureza, entre otras.

El Rambam organizó estas leyes por temas en catorce secciones, de ahí el nombre adicional de la obra: “Iad Hahazaká” (La Mano Fuerte).

Los dos nombres de este libro vinculan al Rambam con Moshé Rabenu, el mayor de los profetas. “Mishné Torá” es también el nombre del libro de Devarim, que Moshé Rabenu expresó de manera personal en los últimos 37 días de su vida. “Iad Hahazaká” es una expresión mencionada sobre Moshé Rabenu en los versículos que describen su fallecimiento: “y por toda la mano fuerte… que realizó Moshé”. No es de extrañar que sobre el Rambam se diga el conocido adagio: “De Moshé (Rabenu) hasta Moshé (el Rambam) no se levantó otro como Moshé”.

Se cuenta que la noche después de que el Rambam terminara de escribir y completar su obra, se le apareció en un sueño su padre, el sabio Maimón, acompañado de un anciano de semblante noble. Ambos lo bendijeron diciendo: “¡Yashar Koaj (bien hecho)!” Su padre añadió: “Hijo mío, sabe que este anciano era Moshé Rabenu en persona, que vino especialmente para impresionarse con tu gran obra y bendecirte por haberla concluido.”

De Maimonides (text); Isaac (copist), Matteo di Ser [1] Cambio (illumination) – The National Library of Israel Collections, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=38313911

Rajamaná Libá Baeí

El Misericordioso desea el corazón

Niños, no se puede escribir una sección sobre el Rambám sin incluir la siguiente historia, dedicada a todos aquellos niños que, por alguna razón, creen que no son lo suficientemente inteligentes o exitosos. Es importante saber que el Rambám no nació siendo el gran Rambám.

Su padre, el sabio Maimón, se negó a casarse hasta una edad avanzada. A los 35 años, ya era un respetado rabino y juez en su ciudad, pero temía que el matrimonio y las responsabilidades económicas lo distrajeran de su servicio sagrado, por lo que evitó casarse.

Un día, recibió en un sueño una indicación celestial de que debía casarse, y que su pareja predestinada no era otra que la hija del carnicero de la ciudad de Córdoba, un judío completamente sencillo. Al principio, Maimón desestimó el sueño diciendo: “Los sueños son palabras vanas.” Pero el sueño se repitió una y otra vez.

Finalmente, entendió que este era un mensaje del Cielo. Viajó a Córdoba y, efectivamente, encontró al carnicero con una hija en edad de casarse. Se acercó al carnicero y le pidió la mano de su hija. El carnicero aceptó emocionado, viendo la propuesta como un regalo invaluable, ya que no era de linaje destacado, ni rico, ni un gran erudito. Así fue como se unieron en matrimonio.

Después de un tiempo, tuvieron a su único hijo, Moshé.

Esta historia nos enseña que incluso grandes figuras como el Rambám pueden surgir de orígenes humildes y que, con esfuerzo y la ayuda de Hashem, cada uno puede alcanzar una grandeza increíble.

La Transformación de Moshé el “Hijo del Carnicero”

La hija del carnicero no vivió muchos años, y Moshé, su hijo, quedó huérfano de madre a temprana edad. Su padre, el sabio Maimón, volvió a casarse y en este segundo matrimonio nacieron otros hijos. Pronto, estos demostraron tener habilidades excepcionales en los estudios. En contraste, Moshé no se destacaba en absoluto por su talento académico. De hecho, era todo lo contrario: no lograba comprender nada, su mente parecía “cerrada”, y no mostraba ningún interés en aprender. Rápidamente, se ganó el apodo despectivo de “el hijo del carnicero”.

No solo sus maestros lo consideraban un fracaso, sino que incluso su propio padre, el sabio Maimón, se sentía decepcionado de él. Llegó un día en que su padre, desesperado, decidió expulsarlo de casa.

Esa noche, Moshé, rechazado y abatido, entró a la sinagoga, abrió su corazón roto y clamó entre lágrimas al Creador. Rogó fervientemente a Hashem que abriera su mente y le concediera éxito en sus estudios. Y entonces ocurrió un milagro: al día siguiente, Moshé se levantó como un hombre transformado. Sintió un deseo ardiente de estudiar Torá y una inspiración intelectual comenzó a fluir en él como un manantial.

Moshé no regresó a casa, sino que partió en busca de un lugar donde pudiera dedicarse al aprendizaje. Pasó los siguientes años inmerso en los estudios de Torá bajo la guía de uno de los grandes sabios de la generación, Rabi Yosef Ibn Migash. Cuando finalmente regresó a su ciudad y dio un discurso profundo sobre la Torá, nadie en el público pudo reconocer que aquel hombre santo que hablaba con tanta sabiduría era el mismo “hijo del carnicero” que antes habían despreciado.

Esta historia nos enseña que con la determinación, la fe y la ayuda de Hashem, incluso alguien que parece estar completamente perdido puede transformarse en una figura destacada y brillante en el mundo de la Torá.

Este relato nos recuerda las enseñanzas de nuestro maestro, el santo Baal Shem Tov, quien amaba profundamente a los judíos sencillos. Solía advertir: “Tengan cuidado con los hijos de los pobres, porque de ellos saldrá la Torá.” ¿Por qué? Porque en el corazón de cada judío está arraigada una fe sencilla y fuerte en Hashem, incluso si exteriormente no parecen tener sabiduría destacada.

Así como Moshé Rabenu recibió la Torá directamente de Hashem, cada judío tiene el potencial de recibir de Él las fuentes de sabiduría. Para abrir esas fuentes de sabiduría, uno debe revelar su voluntad y deseo internos. Un corazón quebrantado y una voluntad sincera tienen el poder de generar milagros.

¡Que todos podamos merecerlo!
¡Shabat Shalom UMevoraj!
Razí

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