LOS PLACERES IMAGINARIOS DE PARÍS

GIMEL TAMUZ

Este Shabat 3 de Tamuz es el aniversario de la desaparición de nuestro amado Rebe de Lubavitch, rabi Menajem Mendel Shneerson.

A comienzos de los años ochenta, las masas de personas que se agolpaban para escuchar y hablar con el Rebe de Lubavitch hicieron casi imposible tener un iejidus, una conversación personal con él. No obstante, el público tenía sed de ver y escuchar personalmente al Rebe, y así nacieron las famosas distribuciones de dólares de los domingos del Rebe. Miles de personas de todo el mundo esperaban en la cola durante horas el domingo del dólar, solo para pasar unos segundos en presencia del Rebe.

En uno de esos domingos, una mujer ortodoxa no jasídica se encontró también haciendo cola para ver al Rebe. No es que tuviera algo apremiante o urgente, pero vivía en el vecindario, y su amiga le había pedido que la acompañara.

Después de su larga espera finalmente estaba frente al Rebe. El Rebe le dio un dólar y ella se movió para permitir que pase la siguiente persona en la fila, pero luego sucedió algo inusual. El Rebe le dijo a su secretario que la haga regresar, algo sumamente raro. Ella regresó y se paró frente al Rebe un tanto aprensiva. El Rebe le dijo: “No deberías cumplir las mitzvot de la Torá porque eso está escrito en la Ley Judía, sino porque eres judía y quieres hacer la voluntad de Di-s, y eso es lo que Dios quiere.”

La mujer estaba asombrada e incluso se sintió algo insultada. ¿Qué quiere el Rebe de mí? Soy una mujer ortodoxa, guardo las mitzvot, no entiendo. Al dejar la línea se sintió profundamente avergonzada por las palabras del Rebe. Los jasidim la rodearon, queriendo escuchar qué era lo que llevó al Rebe a llamarla nuevamente. Pero ella estaba demasiado avergonzada para decirles, no entendía lo que el Rebe quería de ella ni a qué se refería. Todo lo que ella sentía era vergüenza.

Años más tarde, finalmente reveló lo que el Rebe le había dicho, y así explicó: “Las palabras del Rebe cambiaron mi vida. Hasta ese momento siempre sentí que el hecho de que soy una judía ortodoxa significaba que me estaba perdiendo muchos de los placeres que el mundo tenía para ofrecer. Hay un gran mundo por ahí (París, por ejemplo), y mucho que hacer. Pero no puedo hacer esas cosas porque soy ortodoxa. Cuando el Rebe me dijo esas palabras, no entendí y me sentí avergonzada, pero milagrosamente dejé de sentirme como si me estuviera perdiendo algo por cumplir los preceptos. Y nunca más he tenido ese pensamiento desde entonces”.

¿Cómo es que las palabras del Rebe detuvieron esos sentimientos de estar en el lado “restringido” de la ecuación? El punto de inflexión en la historia es la sensación de vergüenza de la mujer. Con respecto a la entrega de la Torá, nuestros Sabios explican que en el versículo “Para que su temor (irató) esté sobre ustedes“, el temor en realidad se refiere a la vergüenza. Al igual que la mujer en la historia, generalmente aplicamos el miedo al Cielo para aceptar el yugo de las mitzvot. Esto, de hecho, es una forma inferior de iráh, temor.

Pero la explicación de los Sabios nos enseña que hay una forma superior de iirá. En su sidur, el primer Rebe de Lubavitch brinda un ejemplo para ayudarnos a comprender cuál es la forma superior de iráh. Es lo que siente una persona cuando se enfrenta a una personalidad verdaderamente sabia de la Torá. Está inundado de miedo y vergüenza. Cuando un jasid se para frente a su Rebe y siente que sus ojos lo están mirando a través suyo, despierta la vergüenza. El Tikunei Zohar llama a esta fusión de temor y vergüenza Iaréh-Boshet, ירא בשת, que en realidad es un anagrama de la primera palabra de la Torá: ‘Bereshit’, בראשית, “En el Principio”.

Di-s abre la Torá con la segunda letra del alefbet, bet, que también es la primera letra de bushá, בושה, “vergüenza”. El Baal Shem Tov nos enseña que la Bet en realidad es la vestimenta de la primera letra del alefbet, alef. Entonces, si bet representa bushá, vergüenza ¿Qué representa la alef? אמונה, Emuná, fe. La vergüenza es la vestimenta y vehículo de la fe, porque despierta y fortalece el punto de fe en el interior.

La fe es lo que nos libera de mirar a otros “pastos” y creer que son “más verdes” que los nuestros. Es lo que nos impide sentir que no estamos en París. En nuestra historia, las palabras del Rebe que causaron vergüenza a la mujer en realidad la conectaron con su fe y la ayudaron a superar sus pensamientos de placeres ajenos.

¿Qué hace que busquemos placer en lugares extranjeros? ¿Por qué tantas almas judías van por mal camino? ¿Si nos mantenemos aislados del mundo eso evitará que nuestros jóvenes se extravíen? Visto en forma superficial sí. Pero en un nivel más profundo, es nuestra emuná lo que lo evita y debe fortalecerse.

¿Cómo fortalecemos nuestra fe? Al creer que estoy parado antes de Di-s 24/7. Así como los ojos penetrantes de un estudioso de la Torá nos hacen sentir incómodos, así cuando somos conscientes de que estamos frente a Di-s, nos sentimos abrumados por la vergüenza. En un nivel más profundo, emuná también significa ‘pacto’, ברית, brit. Solo puedo avergonzarme ante alguien con quien me siento conectado, con alguien con quien comparto un pacto. Esta vergüenza es completamente positiva. Es un fortalecedor de la fe y nos mantiene enfocados en servir a Di-s porque deseamos hacer su voluntad, en lugar de soñar con visiones de placeres imaginarios en París.

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